Ante el fracaso de las economías socialistas por
su incapacidad para lograr el crecimiento económico y el desarrollo
tecnológico; y ante la estafa del Partido Liberal que salió con un chorro de
babas frente a su autoproclamación de partido socialdemócrata en el año 2000,
surge la necesidad de revitalizar la propuesta socialdemócrata como instrumento
para conservar el sistema capitalista pero neutralizando los factores que
propician la concentración de la riqueza y la generalización de la pobreza como
reglas inherentes a la economía de mercado.
La justicia social siempre ha sido preocupación de
muchos políticos, excepto los de derecha, quienes a propósito, también se están
organizando, como también los de la vieja izquierda, esa corriente conformada
por los defensores del socialismo del siglo pasado, que repiten lo que siempre
han hecho: no presentan propuestas consecuentes con la realidad colombiana sino
que calcan clisés extranjeros, pero sobre todo, reiterando las actitudes
subjetivas, personalistas y narcisistas que han adoptado durante medio siglo.
Tampoco es procedente que las iniciativas se originen en Bogotá, porque la
historia nos muestra que la creación política bogotana ha sido funesta, mientras
que los procesos surgidos en la provincia han tenido mejores resultados. Además,
de arriba hacia abajo no hay democracia interna en los movimientos políticos.
La actual coyuntura política colombiana presenta
condiciones para que se cree un movimiento socialdemócrata que en el futuro se
convierta en partido con reconocimiento internacional y arrebate esta bandera
al Partido Liberal, al que le ha quedado grande la consigna. Este movimiento
debe nacer en la provincia, con germinación local, para que se extienda en la
geografía nacional de abajo hacia arriba y así florezca la democracia en la
organización. El suroccidente colombiano, Nariño, Cauca y Valle, son
territorios apropiados para el surgimiento de la iniciativa dadas sus
especificidades y así concordar con uno de los argumentos de batalla en el cambio
político, como es el combatir el centralismo bogotano en todos los niveles, porque
este tiene castrada la democracia participativa y la posibilidad de realizar la
co-gestión de políticas públicas.
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