A raíz de
este tema del plebiscito, con mucho riesgo se está polarizando el país en dos
corrientes: por un lado quienes se amparan en el pasado y un concepto de
justicia basado en el principio de la venganza y por otro lado quienes piensan
en el futuro y con optimismo ven la oportunidad de crear una nueva sociedad
aprovechando el cumplimiento del acuerdo con las Farc, lo que puede suceder
siempre que de parte de la comunidad en general se avance en la construcción de
una nueva organización social con mayor capacidad para la participación y la
contribución a la solución de los problemas sociales.
Es verdad que
la guerrilla cometió crímenes graves, reclutó niños y todo lo demás; pero
precisamente por haber sido tan lamentable su pasado, el costo de que ese
terror se termine es alto. El Estado, en más de medio siglo, no derrotó la
insurgencia como para ahora pedir que la sometan a las normas convencionales de
justicia. Una negociación para que sea aceptable por las partes significa un
toma y dame en relación gana-gana. Es necesario valorar y comparar el costo que
paga la sociedad en prebendas y concesiones a las Farc sobre la base de que en
el mundo nada se consigue gratis, contra los beneficios sociales en términos de
valor que se gana por la desaparición del grupo armado.
En la teoría
social y económica existen varios conceptos que pueden aplicarse para hacer la
valoración o evaluación del negocio con los cuales se puede apreciar con
claridad el resultado final del acuerdo: precio, costo, valor, precio hedónico,
precio de mercado, utilidad, valor de uso, satisfactor, atributo, beneficio, costos
inducidos, valoración contingente, etc., son todos conceptos que se puede
utilizar debidamente aplicados, para sacar conclusiones interesantes en la
evaluación del acuerdo y de esa manera comprender que bien vale la pena
“tragarse los sapos”, como dicen algunos, para aceptar el resultado de la
negociación y proceder a votar SI en el plebiscito.
En una
relación costo-beneficio es fácil comprender que acabar con las prácticas
violentas de la guerrilla con todo lo que eso arrastra en materia de calidad de
vida y progreso, sin contar aún con la oportunidad de construir un nuevo
régimen político que en el futuro podrá propiciar también un nuevo modelo
económico con mejor distribución del ingreso y disminución de la desigualdad
social, es un beneficio tan alto para Colombia, que todo lo entregado en la
negociación es barato para el país. Muchos creemos que Colombia la sacó barata.
Ahora corresponde
promover una nueva organización social y unas dinámicas políticas que respondan
a los requerimientos del negocio para que los compromisos se conviertan en
verdaderas oportunidades de cambio. Es a partir de la comunidad local y sus
procesos civiles, como se podrá cosechar el producto que la firma apenas ha
sembrado, pero que necesita de prácticas culturales como la actividad agrícola,
para que alrededor de los compromisos se pueda cosechar la ganancia social del
acuerdo.