jueves, 28 de julio de 2022

LA CONTAMINACIÓN NEONAZI

El fundamento inicial es la teoría de Darwin, que se le conoce como de la selección natural, mediante la cual dicho pensador sostenía que todas las especies animales no son iguales, sino que, por motivos naturales o biológicos, unas son superiores a otras y ese factor concede facultades para que las superiores ataquen y se alimenten con las inferiores. Por supuesto, se refería a especies diferentes y no a variantes dentro de la misma especie, como lo argumentaban los nazis, que creían que en la misma especie humana existen diferencias entre razas, por lo que se empeñaban en demostrar la superioridad de la raza aria y su facultad para exterminar a otras razas como la de los judíos.  

Por su parte los neonazis también creen en la supremacía de algunos individuos o grupos, dentro de la misma especie humana, pero ya no por motivos de raza, sino por otros factores como sus ancestros y principalmente, por su patrimonio familiar. Creen que el hecho de haber tenido riqueza desde sus antepasados, los hace superiores y con privilegios por encima del resto de la población. Muchos hasta rebuscan en sus ancestros algún origen europeo de su apellido y padecen la quimera de la aristocracia.. 

Como de todo hay en la viña del señor, es razonable que existan este tipo de personas en una sociedad; pero lo que es sociológicamente censurable, es la incursión de esa ideología en la actividad política, porque con ello, se cree que los derechos no son iguales para todos los ciudadanos, sino que los privilegiados están por encima sintiéndose dueños del Estado y con facultades para atropellar y abusar del poder en beneficio personal, sacrificando el interés general y el bien común.   

En política hace mucho daño el pensamiento neonazi, porque como dice Wikipedia, ellos “buscan emplear su ideología para promover el hostigamiento, la opresión, el odio, la discriminación y la violencia contra las minorías”. Agrega la fuente de Internet, que toman “prestados elementos de la doctrina nazi, incluyendo el ultranacionalismo, el ultraconservadurismo, el nacionalismo étnico, el racismo, la xenofobia, el antieslavismo, el capacitismo, la homofobia, la transfobia, el antiziganismo, la islamofobia, el antisemitismo, el anticomunismo y el antifeminismo”. Es decir, según Wikipedia, son unos angelitos en materia política. 

En Colombia existe la cultura neonazi en un porcentaje significativo de la población y juega un papel relevante en el sistema político; con el agravante de que son defensores y sostenedores de las políticas neoliberales que, aplicadas con este enfoque, se vuelven más deteriorativas de las condiciones de vida para las grandes capas de la población menos favorecida y atentan contra los principios de la democracia donde, se supone, todos los ciudadanos deben tener las mismas oportunidades. 

La democracia está en riesgo con la presencia de personas que tienen este pensamiento y que son actores del régimen político, porque propician fenómenos divisionistas, polarizadores, discriminativos y excluyentes, que atentan contra la cohesión social y la convivencia pacífica que requiere el conglomerado humano para construir el clima apropiado al mejoramiento de las condiciones de vida que todo ser humano aspira, por lo cual el régimen político está en riesgo, a partir de la contaminación neonazi.

jueves, 21 de julio de 2022

LA CANASTA CON GASESOSAS

Cuando los hábitos y costumbres han generalizado el consumo de un bien y llega a un alto porcentaje de familias que lo compran, la metodología utilizada por los organismos oficiales incluye dicho producto en la canasta básica, sin considerar cuál es la causa de la masificación del consumo ni las bondades del producto con relación a la nutrición y la salud humana. No se juzga la racionalidad en la conducta del consumidor ni el juicio para tomar la decisión de compra, sino, simplemente, el hecho de que existe una elevada cantidad de hogares que lo adquieren. Es un tema estadístico, con el cual se aplica el índice, también estadístico, sobre comportamiento de los precios de productos de consumo. En muchas ocasiones dicho consumo masivo tiene origen en la tradición ancestral y en otros casos por efecto de los instrumentos de la sociedad de consumo que, mediante los medios de comunicación y la publicidad, coaccionan la conciencia humana que, complementada con los mecanismos de marketing que facilitan el acceso al producto, conducen a las familias hacia la compra y consumo del bien o servicio.  

Por supuesto, es un asunto de los derechos individuales y las libertades ciudadanas, que permite a cada uno consumir lo que desee, independientemente del bien o mal que le haga, lo cual es respetable; pero también es cierto que es deber sociológico del Estado, hacer pedagogía y orientar a sus súbditos para evitar que la comunidad caiga en el abismo. El Estado es el rector de los procesos económicos, sociales e institucionales y como tal, debe establecer políticas salvaguardado el bienestar general y el bien común en al marco del interés público. Si las comunidades por su propia iniciativa, van rumbo a su destrucción, el organismo no debe quedarse de brazos cruzados como simple espectador, sino que debe regir la trayectoria para mejorar las condiciones de vida de toda la comunidad. 

Es de público conocimiento y así lo han señalado varias fuentes científicas, que las bebidas gaseosas son perjudiciales para la salud humana, porque contienen factores que propician enfermedades, además de que no contienen ningún valor nutricional; de modo que es deber del Estado intervenir en el mercado, para propiciar la disminución del consumo o la disminución de la demanda efectiva, lo cual en un sistema de mercado, se logra mediante la elevación de los precios que, si no se produce por el juego de oferta y demanda, se puede lograr con una intervención deliberada que incremente el precio mediante una externalidad, para que la demanda baje. Según la teoría económica, esto se puede hacer mediante impuestos, que elevan el precio y con ello los segmentos de más bajos ingresos disminuyen el consumo, según lo establece la teoría referente a las leyes del mercado. Es decir, el impuesto beneficia la salud pública de los segmentos de ingresos más bajos que son los mayormente afectados en la salud humana. Por supuesto, todo, dependiendo de la elasticidad de la demanda del producto, ya que cuando es inelástica, la disminución del consumo es insignificante; pero, de todos modos, el Estado cumple con su deber de hacer promoción de la salud y prevención de la enfermedad, porque con ello contribuye a que exista una menor proporción de la canasta con gaseosas.

jueves, 14 de julio de 2022

CRONICA DE UN DERRUMBE ANUNCIADO

Ya desde el 2008 se había dado el campanazo y últimamente con la pandemia se agudizaron los síntomas, pero desde los años ochenta, los analistas económicos, los que utilizan el método del valor para sus consideraciones, habían dicho con claridad que el modelo neoliberal no tenía futuro de largo plazo y que su desplome sería cosa de tiempo, pero que tarde o temprano llegaría. Se esperaba que sucediera en la década de los treinta, pero según lo visto en los últimos días a escala global, parece que será en este mismo decenio. Hasta el mismo Soros lo había anunciado en los años noventa, también Stiglits el premio nobel y el más contundente, Nathan Hagens, todos coincidiendo que el modelo neoliberal no tiene soporte económico sólido. 

Desde su nacimiento, el capitalismo especulativo o capitalismo salvaje no tenía soporte real, debido a que concentró todo su peso en el sector financiero, dejando de lado el sector real. La esencia del modelo, que a la vez encierra su propia destrucción, es haber convertido el dinero en una mercancía y haberse dedicado a negocios de compra-venta de esta novedosa mercancía, desconociendo que el dinero, desde su creación, es solo un medio de pago, que tiene contrapartida en el sector real de la economía, donde se ubican los bienes y servicios, mercancías que sí contienen satisfactores de necesidades humanas y que por ello cuentan con valor de uso, como le decía Aristóteles. Y para completar, los rentistas especuladores que ahora les llaman inversores, concentran su negocio en prestarle dinero al Estado y esclavizar este organismo a que pague el servicio de la deuda, abandonando sus fines sociológicos y naturales, por dedicar con prioridad, el uso de los recursos tributarios al pago de la deuda. 

Dos propósitos se encierran en el modelo neoliberal: por una parte, prestarle dinero al Estado y por la otra frenar la inflación. Con el primero, arrastra la disminución de gasto público para no arriesgar el pago de la deuda y eso significa castrar el principal factor de expansión de la demanda agregada, lo que implica contracción de la economía; con el segundo, que utilizan para no mermar el poder adquisitivo de los papeles de renta fija en que invierten los especuladores, significa incrementar el desempleo de acuerdo a la teoría de Philips, que también baja la demanda agregada y con ello la producción del sector real. Si el sector real, donde está el aparato productivo, no produce, no hay contrapartida para sustentar los valores del dinero en el sector monetario, por lo cual la economía se infla en cifras nominales, pero sin respaldo en bienes y servicios reales. El desbalance va creciendo progresivamente, hasta que se revienta, porque el volumen monetario sobrepasa excesivamente el soporte real, lo cual se manifiesta con inflación, como hoy está ocurriendo en el mundo.

Hoy se está viendo el resultado en la economía global. Recesión universal anunciada, que está alterando los precios del petróleo, fluctuaciones del precio del dólar por la desbandada a compra este activo monetario previendo futuras crisis a corto plazo, inflación desenfrenada que, con la política monetaria neoliberal, esa de usar como instrumento la tasa de interés de referencia, no ha logrado controlar como ocurre en Estados Unidos y por supuesto, alarma en los mercados de capitales donde se concentra el protagonismo del gran capital. Faltan más fenómenos por difundir, pero todos le apuntan a que el modelo del capitalismo rentista o capitalismo neoliberal está escribiendo la crónica de un derrumbe anunciado. 

viernes, 8 de julio de 2022

TODA LA CULPA NO ES DE DUQUE

 Una de las críticas al balance final del actual gobierno se refiere al alto nivel de la deuda pública que deja para el próximo presidente, lo cual no solo significa que todos los colombianos quedamos altamente amarrados a los gota-gota internacionales, sino que el próximo gobierno queda con muchas limitaciones para conseguir recursos por vía del crédito, debido a las limitaciones en la capacidad de endeudamiento del país. 

Por supuesto que Duque pudo haber sido más moderado y haber conseguido el crédito estrictamente necesario, no como lo hizo hasta para gastos suntuarios y despilfarro; pero no toda la responsabilidad le cae a este gobierno, por el alto nivel de la deuda presente; pues precisamente eso, el endeudamiento de los gobiernos, constituye la esencia del modelo neoliberal, sin el cual no existiría el capitalismo posmoderno. 

Al comienzo, en 1990, la deuda estaba cerca de los 41 mil millones de dólares y hoy anda cerca de los 180 mil millones y seguramente cuando Petro termine estará mucho más alta. Porque así lo concibieron desde 1930 los neoliberales o sea los capitalistas rentistas, especuladores del dinero que hoy les llaman inversores y que se han refugiado en los fondos de inversión. En 1928 habían sacado la conclusión de que prestarles plata a los empresarios era negocio de alto riesgo, por lo cual lo bueno sería prestarle plata al gobierno. Desde ahí arrancó su campaña que coronaron en 1980, cuando se tomaron el poder de Estado, arrasaron el Estado del Bienestar, arrebataron el banco central de las manos del gobierno y sometieron las finanzas públicas a vivir de los recursos del mercado de capitales. 

La táctica era dejar sin recursos al Estado, por lo cual fue necesario quitarle el banco emisor, lo que hicieron con la supuesta autonomía, aunque hoy vive arrodillado ante BPI de Suiza. De otro lado, recortar el gasto público para no poner en riesgo el pago de la deuda, lo que hicieron satanizando el gasto social propio del Estado del Bienestar con el peyorativo de “populismo” y mediante la privatización de los bienes públicos para quitar carga al presupuesto nacional y dejar libres los recursos de los impuestos para el servicio de la deuda. Y para completar el perverso esquema, la política macroeconómica la concentraron en frenar la inflación para no afectar la renta de los papeles de inversión que el gobierno emite con tasa fija de interés y que corre riesgo, por motivo de perdida del poder adquisitivo del dinero derivada de la inflación.

Hoy, todos los Estados están sobre endeudados incluido USA, y esos niveles tienen en riesgo el modelo económico global. Los neoliberales creyeron que el Estado nunca quiebra, sin considerar que la capacidad de tributación de la ciudadanía es limitada. Ahora, para salir del atolladero, toca esperar el derrumbe total del modelo que, según los síntomas que estamos viendo y considerando que no es posible sostener un sistema económico donde han convertido el dinero, que ha sido siempre un medio de pago, en una mercancía objeto de negocios de compra-venta, vendrá a más tardar en la próxima década; así que podemos afirmar que toda la culpa no es de Duque.

miércoles, 6 de julio de 2022

LA DISYUNTIVA DE LA SALUD

Nuevamente el tema del sector salud sobre la mesa, esta vez por la llegada de un nuevo gobierno y su postura frente a las EPS, por lo cual conviene tener en cuenta que las alternativas institucionales para atender la necesidad humana del caso, es la confrontación entre universalidad y aseguramiento. Para quienes valoran el carácter público del servicio y reconocen el papel sociológico del Estado, la alternativa razonable es la universalidad, propia del estado del Bienestar, que en el mundo existió hasta 1980, cuando se instauró el Estado neoliberal y se pasó al aseguramiento.

Lo cierto es que desde 1993 y por efecto de la ley 100, en Colombia el sector está organizado mediante el aseguramiento con capitación, típico del modelo neoliberal, que muchas críticas ha generado, por lo cual se añora el sistema universal que existía antes y que se ajusta mejor a las condiciones de los bienes públicos. Pero, después de casi tres decenios, el desmonte no parece sencillo, además que ya no existe el Estado del Bienestar como para regresar a la universalidad que la política social de corte humanista recomienda.

Lo cierto es que las cosas, tal como están hoy, no deben seguir. Se necesita un cambio profundo que redunde en el mejoramiento del servicio a la comunidad y con ello a mejores condiciones de vida social. Igualmente, el cambio total del sistema tampoco es posible de un solo golpe, por lo cual se precisa un proceso paulatino por etapas que vaya transformado el ordenamiento institucional hasta que en el mediano plazo se logre la finalidad esperada.

Por lo pronto es prudente mantener el sistema de aseguramiento, ya que esta modalidad ha permitido canalizar y concentrar en el sector cuantiosos recursos, aunque gran parte de los cuales se quedan en manos de las aseguradoras y no llega a los usuarios. Pero el tipo de aseguradoras se debe cambiar porque el ánimo de lucro que impera y el afán de ganancias mercantiles, ha sacrificado la calidad del servicio a la comunidad. Al respecto podría haber dos alternativas: por un lado, establecer que las aseguradoras sean empresas sin ánimo de lucro o de economía solidaria; o, por otro lado, establecer que las aseguradoras sean de propiedad del Estado, ya sea una sola nacional o de las entidades territoriales. Eso sí, en todos los casos, que los recursos se manejen en cuentas separadas de los fondos oficiales y que los políticos no intervengan en el manejo de la entidad aseguradora.

No sabemos por que ruta se irá el nuevo gobierno, pero para el efecto, es necesario adelantar un gran debate nacional con amplia participación, no tanto de los profesionales de la salud, sino de quienes conocen a profundidad el tema de la gestión pública, porque el problema del sector institucional no es técnico ni científico el cual está resuelto por los centros de investigación y las facultades universitarias. El problema grave es de gestión pública gerencial que merece un manejo técnico y de acuerdo a los paradigmas contemporáneos sobre la materia, de modo que pueda resolver con eficacia la disyuntiva de la salud.