Con la expedición de la Ley 1413 de 2010, por la cual se incluye la
“Economía del Cuidado” en las Cuentas Nacionales con el objeto de medir la
contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como
herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas
públicas, se abre la puerta para el análisis y el debate sobre otros temas
relacionados con la familia y el hogar, que también merecen reflexión y
propuestas de ajuste pragmático respecto a la realidad colombiana presente, hoy
que la coyuntura histórica del país, muestra condiciones especiales que hasta
finales del siglo pasado ni siquiera las imaginábamos.
La citada ley solo se refiere a los aspectos económicos de varios de
los oficios domésticos principalmente los que realiza la mujer, como el cuidado
de las personas vulnerables, la preparación de alimentos, la conservación de la
casa, etc., los cuales conllevan valor que no se contabilizaba en la economía;
pero de paso, llama a pensar sobre otros aspectos relacionados con la familia y
el hogar que no cuentan con las políticas apropiadas, hoy que se viven
situaciones sociales que generan preocupación e incertidumbre.
Uno de los temas que invoca la ley es el de la Compensación Familiar,
cuya institucionalidad fue creada hace cerca de medio siglo y que ha ocupado un
lugar importante en este sector, pero que ya es hora de revisar para examinar
su pertinencia frente a las condiciones actuales de la familia colombiana en el
contexto de la actual realidad socioeconómica.
La compensación familiar tradicional, con buenos propósitos presta
servicios muy importantes que probablemente fueron pertinentes en época de su
creación; pero hoy que el mundo ha cambiado, no responde plenamente a requerimientos
y necesidades de la familia, algunos que no son atendidos por otro de los
sectores institucionales existentes. En cambio, compite con sectores donde los
mismos servicios son más eficientes. Los colegios corresponden al Ministerio de
Educación, la salud corresponde al Ministerio de Salud, la recreación y el
deporte a Coldeportes, la vivienda al Ministerio de Vivienda, la distribución
urbana de la canasta familiar al Ministerio de Agricultura y al sector privado
y así sucesivamente. Lo único que bien se puede inscribir exclusivamente en la
compensación familiar son los subsidios en dinero que se pagan por los hijos.
En cambio, quedan por fuera, sin doliente, sin que haya un sector
especializado, problemas y asuntos familiares que bien pueden incluirse en la
compensación familiar y que nadie los atiende.
Es
hora de incluir en la agenda del nuevo gobierno, la revisión y ajuste de la
compensación familiar, que por cierto maneja cuantiosos recursos parafiscales,
que por lo tanto son públicos, para que se estudie a fondo las necesidades de
la familia y se diseñe una política pública que llene ciertos vacíos existentes
en materia de compensación familiar y que hace que el actual sistema se haya
vuelto anacrónico, por lo cual hoy, se presenta la exigencia de cambiar el
enfoque de la compensación familiar.