martes, 18 de agosto de 2020

EL SALTO DEL SENADOR VELASCO

El pasado fin de semana sorprendió en la opinión pública la postura del Senador Luis Fernando Velasco al interior del Partido Liberal y frente a Cesar Gaviria, cuando expresó a través de las redes sociales su inconformidad con el director del Partido y reclamó la puesta en práctica de la plataforma ideológica oficial, aprobada desde comienzos del siglo por la Constituyente Liberal, que es de carácter socialdemócrata y claramente contraria al ideario neoliberal que impera en Colombia desde los años noventa. A pesar de la poca credibilidad que hay en muchos sobre la postura de Velasco, por motivo de sus antecedentes caracterizados por el clientelismo y su postración al establecimiento para disfrutar de sus mieles, el hecho político es trascendental por la oportunidad y pertinencia respecto a la coyuntura política nacional del presente.

El derrumbe del modelo neoliberal es inminente, ahora con el empujón del Covid-19, y ante este cambio profundo que se viene en el manejo del Estado y el poder, sobre la mesa hoy se encuentran tres alternativas de solución ya conocidas: el Capitalismo Progresista del estadounidense Stiglitz, el Capitalismo Donut de la inglesa Kate Raworth y la Socialdemocracia, que se consigna en los documentos del Partido Liberal Colombiano. El Socialismo y con mayor razón el Comunismo, no son una opción viable porque no tienen vigencia histórica, razón por la cual nadie, que se conozca, está proponiendo la implantación de esos sistemas en Colombia. Solo se observa en la publicidad sucia y engañosa de quienes hoy detentan el poder, para causar miedo con el cuento del Castro-chavismo y así buscar la conservación de su dominación.

Lo malo es que el Partido Liberal ha perdido credibilidad en las masas populares, porque la camarilla neoliberal, que hasta ahora lo ha administrado, lo ha torcido y Gaviria ha convertido esa organización en un negocio familiar para conseguirles puesto a su mujer y sus hijos. Mediante el tráfico de avales ha permitido el ingreso de un grupo de politiqueros y corruptos que no profesan el pensamiento socialdemócrata, pero que se encargan de sostenerlo en el cargo de Director para conservar el aval electoral. Así, el Partido Liberal ha sido uno más del conglomerado politiquero que sostiene al establecimiento con sus políticas neoliberales, ahora aplicadas con enfoque neonazi como lo viene haciendo este gobierno.

Pero, por muy difícil que sea, es la mejor opción del país para rescatar el Estado del dominio de las élites rentistas y colocar el organismo al servicio de la dignidad humana; pues con ello queda totalmente desarmado el uribismo con su argumento del castro-chavismo, ya que nadie va a creer que el Partido Liberal es castro-chavista. Pero en cambio, los documentos de la plataforma política, liderados en su momento por Hernando Agudelo Villa, contienen propuestas anti-neoliberales totalmente viables dentro del Estado Social de Derecho establecido en 1991 y que se acomodan a los intereses democráticos del pueblo colombiano.

No conocemos hasta donde está dispuesto a llegar el senador caucano en esa materia, pero en todo caso es una alternativa que surge en un momento apropiado y que merece todo el apoyo y respaldo de las bases del Partido Liberal, donde se concentra el grueso del pensamiento histórico de esa organización, que tampoco está de acuerdo ni respalda a Cesar Gaviria. De hecho en las elecciones pasadas, fueron muchas las ciudades donde se formaron los grupos de “Liberales con Petro” y que apoyaron a este candidato, quien había hecho una propuesta de gobierno sobre los principios del Partido Liberal. Por eso, creo que no es justa la incredulidad frente a este caso, ya que todas las personas tienen el derecho de cambiar de posturas, más en el campo político, y más conveniente estar a la expectativa para ver hasta dónde llega el salto del Senador Velasco. 

martes, 11 de agosto de 2020

Y TAMBIÉN DESDE HOLANDA

En artículo anterior señalaba en esta columna la propuesta del Premio Nobel Stiglitz sobre el Capitalismo Progresista, como una respuesta al fracaso del Capitalismo Rentista con soporte neoliberal en el ámbito de la globalización financiera, hecha para Estados Unidos. Ahora hay que señalar a los holandeses que también tienen su iniciativa para dar solución al problema de la caída de esta misma modalidad de capitalismo en ese país.

La economía del donut, o sea la rosquilla en Colombia, se trata de un modelo propuesto por Kate Raworth que busca el crecimiento financiero a la vez que impulsar el bienestar de todos, por lo menos en teoría. Es decir, tendríamos el Capitalismo de Rosquilla (donut). Este enfoque de capitalismo propone un estilo de vida digno, justo y sostenible, por lo cual podría ser una la solución a la crisis generalizada que hoy afronta el mundo occidental, o sea el que gira en la órbita de la FED. La idea para afrontar la crisis que se está agudizando a raíz del Covid-19, está ganando acogida en el concierto internacional, y en ella se incluyen temas que ya, desde muchos años atrás, habían planteado autores latinoamericanos como Sunkel, Pinto y Villamil del grupo de la CEPAL, o el mismo Max-Neef, Premio Nobel Alternativo de Economía y hasta De Soto, el peruano de los años ochenta. En Colombia, varios profesores universitarios han hecho referencia a estos aspectos, pero nadie les para bolas porque son colombiano. 

En Holanda, el pasado 8 de abril la vicealcaldesa de Ámsterdam Marieke van Doorninck, en la presentación del plan de la ciudad pensado para superar la situación económica, decía que allá se adoptaría el modelo de ‘Economía del donut' propuesto por Raworth, que se basa en un consumo más consciente, con reducción drástica en el uso de recursos y materiales y con indicadores diferentes a los que se han usado tradicionalmente. Cabe recordar que ese indicador del PIB tradicional, ni dice nada ni sirve para nada diferente al ocultamiento de la realidad social.

El Capitalismo Rosquilla dejaría de lado el crecimiento del PIB y plantea qué la economía debe permitir prosperar a los seres humanos, en un mundo en el que cada persona pueda vivir una existencia caracterizada por tres elementos: dignidad, oportunidad y comunidad; y donde todos podamos hacerlo conforme a los medios de nuestro planeta generador de vida. Dice el autor, que se parece a una rosquilla porque tiene tres áreas: el agujero interior del donut, donde se incluirían las necesidades básicas del ser humano y la sociedad como comida, agua potable, acceso al trabajo, vivienda, energía, sanidad, igualdad y libertades básicas. En la zona exterior del donut, estarían los puntos de inflexión de las variables que se convierten en una amenaza para la vida en el planeta como son el deterioro de la capa de ozono, la perdida de la biodiversidad, la acidificación de los océanos y la deforestación. En el área que forma la rosquilla en sí, se encontraría el espacio donde radica el bienestar, que es dentro del que debería moverse la evolución de la economía, sin pasar al agujero central, desatendiendo las necesidades básicas del sujeto, ni saliendo hacia la exterior, poniendo en riesgo la salud del planeta. O lo que es lo mismo, los objetivos económicos deben satisfacer las necesidades humanas dentro de un límite aceptable para el planeta.

Qué dirán los uribistas, que defiende a muerte el Capitalismo Rentista para proteger a Sarmiento Angulo, cuando no es desde Cuba o Venezuela, que se proponen las fórmulas para corregir los efectos sociales del sistema, sino desde USA y también desde Holanda. 

miércoles, 5 de agosto de 2020

EL DERRUMBE DE LA ECONOMÍA

Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía en 2001, en su reciente libro titulado “Capitalismo Progresista, la respuesta a la era del malestar”, reconoce el fracaso del Capitalismo Rentista, hace un análisis crítico del  mismo y presenta algunas fórmulas para rescatar el sistema y evitar la catástrofe total. Ya desde varios años atrás, varios economistas habían anunciado esta situación, pero como no son premio nobel, la gente no les paró bolas.

Esta modalidad de capitalismo se caracteriza principalmente, en que los poseedores de las grandes fortunas no hacen inversiones de riesgo creando empresas y propiciando la generación de empleo, sino que prefieren entregar su dinero a un agente del mercado de capitales, quien especula en ese escenario para obtener ganancias y entregarle la renta periódica al propietario que hoy le llaman inversor, a quien Keynes le llamaba especulador. Es mejor ganar poco pero fijo y seguro, es la filosofía de estos capitalistas.

Por supuesto, este esquema económico tiene asegurado su fracaso, no solo porque violenta la ley natural que dio origen a la economía como instrumentos de conservación de la especie, sino porque, entre otros varios, tiene dos factores esenciales que le imprimen la debilidad: por una parte, porque convirtieron el dinero en la principal mercancía para hacer negocios, sin contrapartida en el sector real de la economía y por otra, la de mayor peso, porque convirtieron al Estado en el marrano para hacer sus inversiones, mediante préstamos de dinero que hacen comprando los títulos de deuda pública. Se produce entonces el desecamiento del aparato productivo y con ello la disminución de la base tributaria que afecta los ingresos fiscales y crea dificultad para pagar la deuda y, por lógica, para mantener un gasto público a la altura de las necesidades sociales. La mayoría de los Estados del mundo están endeudados hasta los tuétanos.

Todo ese esquema, que tiene un soporte teórico conocido como neoliberalismo, tiene que desplomarse en el largo plazo, a pesar de los esfuerzos que hacen los fondos de inversión y los organismos multilaterales que están en manos de dichos fondos, lo cual en la presente coyuntura de la pandemia, se aceleró. Stiglitz escribió examinando la situación antes del Covid-19 y ya en esa época el fenómeno se estaba cocinando. Ahora los efectos del virus y el paro que ha generado en la economía ha incrementado los factores de deterioro económico y ha puesto al Estado entre la espada y la pared, por cuanto el interés del capitalismo financiero internacional es que el organismo disminuya el gasto social para proteger el pago de la deuda, mientras que la pandemia ha impuesto la obligación de aumentar el gasto público para atender las necesidades de salud y subsistencia a las clase populares.

Las fórmulas que recomienda el Premio Nobel, que las denomina progresistas, se refieren a la economía de Estado Unidos, pero se asemejan a patrones que funcionaron en época del capitalismo clásico, donde la fuerza del aparato productivo, el peso del mercado de bienes y servicios, la generación de empleo, eran factores clave; pero ante todo, el significado del Estado y su papel en el engranaje económico, por lo que el autor señala la importancia del régimen político y los alcances de la política en materia de salvación de la economía, que, de todos modos, debe ser dentro del mismo sistema capitalista, pero alejado del capitalismo salvaje neoliberal para que se pueda evitar del todo el derrumbe de la economía.