Veinte días para dejar las armas y dos meses para levantar las zonas
veredales, es la decisión que tomaron conjuntamente el gobierno, la ONU y las
Farc, por motivo de que el tiempo previsto no les alcanzó para cumplir lo
acordado en el extenso documento de 300 páginas firmado a finales del año
pasado.
No nos sorprende y por el contrario, estaba previsto. Es una crónica
anunciada, como se anotó en esta columna al comienzo del año. En ese comentario
se expuso que tres motivos causarán el fracaso del acuerdo de paz: el
centralismo bogotano con la ineptitud de los funcionarios, la entrega del
proceso a los políticos tradicionales y la ausencia de una organización social
adecuada en las bases territoriales. Los tres fenómenos persisten y seguirán
existiendo. El nefasto gobierno de Santos, que solo tiene de meritorio el haber
adoptado un mecanismo acorde con la dignidad humana para la solución del
conflicto sociopolítico como es la salida negociada, ahora también se la está
tirando como se ha tirado las políticas macroeconómicas y todas las demás
sectoriales y territoriales.
El fracaso comienza así; aplazando fechas por el incumplimiento de las
acciones necesarias para lograr las metas, lo cual no tienen causa diferente
que la ineptitud de las élites de poder en Bogotá, quienes, por supuesto,
buscan disculpas para desviar la verdadera causa, como el invierno, la
infraestructura, la logística, etc., factores que tienen la misma génesis
acumulada. Luego vendrá incumplimiento de las obligaciones pactadas con los
exguerrilleros y después, lo más grave, los obstáculos en la construcción del
futuro de convivencia en el marco de la democracia participativa y la cultura
de paz. Lo que se está observando es que desde el nivel central se está
entregando los recursos, que supuestamente son para cubrir los costos del
acuerdo, a los políticos tradicionales para que estos los usen consiguiendo
votos para las elecciones del próximo año.
Claro,
lo más preocupante es que suplir el centralismo bogotano es muy difícil; pues
si en la capital llueve, en los territorios no escampa. La ineptitud y la
corrupción en las administraciones municipales es tema cotidiano en los
noticieros, ahora con la moda que se está generalizando, de realizar procesos
de revocatoria de mandatos cuando el descontento aflora en la opinión pública.
Así, solo quedaría la alternativa de encontrar una salida desde las bases
sociales, como está gestándose en Buenaventura y el Chocó, pero que requiere
del liderazgo social adecuado e idóneo para canalizar la energía social por
sendas apropiadas a los fines del acuerdo y que arrastre la consolidación de
una nueva organización social que resista los embates de la politiquería
tradicional y permita el fortalecimiento de la democracia real. De modo que la
noticia de esta semana es solo el comienzo por lo cual no es procedente pensar
en que habrá solo este aplazamiento sino que vendrán muchos más y que el de
ahora es solo el primer aplazamiento.