Cali, noviembre 07 de 2006
Por lo general la generación
de paradigmas, métodos y modelos principalmente de las ciencias sociales, está
influida por la cultura del país donde se origina. Estos son productos que salen
de la mente humana donde su creador no se puede evadir de los patrones mentales
que direccionan su pensamiento e impregnan su producción intelectual.
Caso concreto que
podemos ver como ejemplo, es el de los modelos gerenciales que se enmarcan
dentro del concepto de Gerencia Estratégica, paradigma que ha estado muy de
moda desde hace más de medio siglo. La Gerencia Estratégica de corte
norteamericano difiere del enfoque que recomiendan los europeos y ambos son
bien distintos respecto a las recomendaciones de los japoneses. Los
norteamericanos que desde hace dos y medio siglos han desarrollado una cultura
inescrupulosa, que piensan únicamente en cómo ganar dinero y acumular para cuyo
fin justifican cualquier medio, definen como epicentro de la gerencia estratégica
la derrota de sus competidores en el mercado. La finalidad de la gerencia es
lograr utilidades para la empresa, sostenerla y hacerla crecer, lo que se debe
lograr, según el paradigma gringo, combatiendo y derrotando a los competidores
para posesionarse del mercado, sin importar el procedimiento con el cual se
derrota al rival. La gerencia estratégica europea, consecuente con la cultura
de una sociedad que tiene muy buena dotación de Capital Social, tiene como base
para sacar adelante las organizaciones empresariales la integración y la unión
con otras empresas para que como resultado de la cooperación
interorganizacional, todas las partes se beneficien y las empresas logren los
esperados éxitos en el mercado. Por su parte los japoneses dicen que la empresa
alcanzará el éxito en ventas, utilidades y crecimiento, si deja satisfecho al
cliente, por lo que la gerencia estratégica oriental gira en torno a la
satisfacción del cliente.
Los periodistas
colombianos sueñan con imitar o copiar o dejarse influir de los modelos de
Estados Unidos. Los modelos periodísticos de ese país están influidos por la
perversa cultura de la sociedad gringa, donde un patrón determinante es salir
adelante dándole codazos a su rival. Es pretender alcanzar la meta, no sacando
a relucir los méritos propios, ni mediante la integración con los demás ni a
través de dejar satisfecho al cliente, sino con base en la destrucción de sus
competidores. Así como en la gerencia de empresas, la guerra de la
mercadotecnia y el espionaje industrial son modelos gerenciales, en los modelos
gringos de periodismo impera la competencia y el surgimiento por encima de los
colegas, independientemente de los efectos en la sociedad de una función que
tiene tan alto contenido humano como es la de informar y crear opinión.
Los concursos y
premios de periodistas son invento de los gringos en armonía con sus modelos,
porque sus formas de motivación y estímulo obedecen a los mismos patrones
culturales. Diferente es, por ejemplo, como se motiva, interesa y estimula a un
trabajador según la gerencia europea y japonesa donde no se utilizan premios ni
concursos como motivadores. Pero lo grave no es recurrir a los premios de
periodismo para incentivar la superación, sino qué tipo de periodismo se
estimula. No se le otorga el premio al mejor trabajo periodístico, es decir al
trabajo que más contribuye a propiciar la cohesión social, sino al trabajo más
truculento, escandaloso, atrevido, descarnado, maligno, abrupto, morboso,
pervertido, etc. sin importar qué impacto genera en el marco de la vida social.
Esa perversión es la que impulsa a los periodistas hasta a arriesgar su vida
por hacer un trabajo que según esos parámetros se califica como “buen periodismo” y por lo tanto
merecedor de un premio, sin considerar que el periodismo como función social no
debe tener ningún tipo de premio porque no se debe premiar a la gente por el
sólo hecho de cumplir su deber.
En las salas de
redacción de los noticieros e informativos colombianos ya sean de radio, prensa
o televisión, lo que menos se tiene en cuenta es la expectativa de los oyentes,
lectores o televidentes, que son los “clientes”
a la luz del modelo japonés. No, en las salas de redacción se tiene en cuenta
es lo que está produciendo la competencia ya sea cadena radial, medio escrito o
canal de televisión. Desde las salas de redacción se hace espionaje a la
competencia. Por eso en todos los noticieros sólo con alguna diferencia de
tiempo, se escuchan, leen o ven las mismas noticias, ya que a través del
espionaje tratan de que otro no vaya a dar una noticia que él no dará. Al
típico caso del modelo gringo, se trabaja para darle codazos a su competidor y
no para satisfacer a la sociedad. De aquí surge el “síndrome de la chiva”.
¿Quién le dado
facultades a los directores de los noticieros para calificar como noticia un
suceso de la vida social? Del ciento por ciento de hechos que ocurren
diariamente en el seno de la sociedad, son seleccionados para tema de
información dentro de un informativo sólo un porcentaje muy bajo. Hasta ahí todo
está bien porque el ciento por ciento de casos que ocurren no caben en un
noticiero. Pero, por qué califican como noticia los hechos que más contribuyen
con la descomposición social? Para ellos es noticia lo más morboso, lo más
truculento, lo más absurdo, etc. El argumento, dicen, que porque estos casos,
los deteriorativos de la integridad social, son los que dan raiting, audiencia
o lectores, lo cual es completamente falso porque, a qué hora se hace el sondeo
o exploración de mercado para comprobarlo?. Lo cierto es que la audiencia, los
lectores y los televidentes actúan con base en sus hábitos y se someten a
escuchar, leer o ver lo que les ofrezcan, y eso lo aceptan, independientemente
de su contenido, porque el “consumidor de
noticias” tiene este carácter por otras condiciones diferentes a los
contenidos: por los horarios, porque le gusta el medio, porque le gusta el
formato, porque le gusta la presentación, etc. y por lo tanto se resigna a lo
que su noticiero preferido le suministre.
La “payola” es invento de los gringos.
Cultura gringa. Cómo es eso de que a un periodista hay que darle dinero para
que hable bien de un cantante o un disco? Pero también ocurre con los
periodistas deportivos que reciben dinero para que hablen bien de un jugador o
de un equipo. Así mismo ocurre con los periodistas de política, que se alegran
cuando llegan los períodos electorales porque en esta época algunos candidatos
les dan dinero para que hablen bien de ellos. Tampoco dicen públicamente nada
que afecte a las empresas que pagan la pauta publicitaria. O si no es así, por
qué no se ha dicho por los medios lo que todo Colombia sabe como es que la
firma Coca-Cola suministra dinero a
los paramilitares?
Claro nadie tiene
la culpa. No se puede cambiar una cultura y menos cuando es herencia de la
cultura imperial de otro país. Así funcionan las cosas en Estados Unidos y así
debe funcionar en Colombia, porque los más connotados periodistas colombianos,
han ido a ese país a realizar estudios de postgrado o a participar en eventos
de educación continuada para luego venir a introducir en Colombia lo que allá
les enseñan, sin tener en cuenta que acá tenemos otra realidad económica, donde
la pobreza es un caldo de cultivo para que los procesos se degeneren, creándose
el ambiente propicio para dar la identidad del periodismo colombiano.