miércoles, 30 de diciembre de 2020

SALARIO MÍNIMO Y EMPLEO

Otra vez y después del mismo tire y afloje de todos los años por esta época, el gobierno reglamentó por decreto el salario mínimo mensual para el 2021 en un 3,5 % para llegar a $ 908.526, que Duque, como siempre con sus mentiras y engaños, infla agregando el subsidio de transporte para falsear el valor nominal, siendo que el transporte no es un ingreso del trabajador sino un rubro de gatos del empleador quien tiene que garantizar que su empleado llegue a tiempo a cumplir con la jornada laboral. 

Cada año se repite lo mismo. Los empresarios dentro su ignorancia sobre economía y movidos por su apetito financiero, afirmando que el salario justo impide la creación de empleo porque, como dijo Mac Master el presidente de la Andi por la radio el martes en horas de la mañana,  el empresario debe mirar si podrá pagar el valor establecido antes de crear un empleo. Pero, no sé si por ignorancia o por mala fe, los empresarios niegan que en el sistema de mercado son las reglas de oferta y demanda las que operan y propician los movimientos de las variables económicas. 

Los neoliberales insisten en que el tema de es de oferta y que el empleo está asociado a los costos de las empresas. Pero quienes utilizan fuentes de origen keynesiano afirman todo lo contrario: que es el tamaño de la demanda lo que obliga a los empresarios a enganchar personal para atender los pedidos del mercado. La historia económica demuestra que el enfoque de demanda tiene la verdad.

 

El argumento de los trabajadores tiene razón cuando afirman que para reactivar la economía se debe hacer un incremento considerable en el salario, por cuanto lo que se necesita es la existencia de gente en la calle con mucho dinero en la mano para comprar, de manera que las empresas puedan dinamizarse, por lo cual el incremento pírrico del salario no facilitará la reactivación que tanto se necesita en razón al golpe recibido de la pandemia, cuyo primer efecto por motivo del aislamiento fue el cierre de las empresas con su consecuencial aumento del desempleo. La reactivación depende del tamaño de la demanda agregada. 

Pero los empresarios son cositeros y cortoplacistas; piensan en el año siguiente y no en el futuro de mediano plazo, cerrando la posibilidad de dar un gran salto a la demanda agregada para que se produzca la reactivación económica que tanto afecta la vida social como efecto también del desempleo, con todas las secuelas en materia de descomposición social que esto acarrea. Y el gobierno, como siempre, apoyando las posturas del factor capital en detrimento del factor trabajo que es el medio con el que una sociedad produce valor, sin el cual no es posible la acumulación capitalista.

Al menos ya se definió el asunto y todos sabremos a qué atenernos para el próximo año. Era de esperarse porque el gobierno siempre privilegia a los empresarios por dos motivos: uno, porque quienes eligen al presidente no son los trabajadores sino los capitalistas y dos, porque este es un gobierno neoliberal y esta postura política le tienen mucho miedo a la demanda por el falso temor de que ésta genera inflación, el más grande enemigo del neoliberalismo, por la afectación que hace al capitalismo rentista. Así que no ha sido sorprendente la forma de resolver el tema el cual se ha enmarcado como siempre en la discusión entre el salario mínimo y empleo.

CON ESTA ME DESPIDO

 Corría el mes de julio del año 1977 cuando don Gerardo Fernández Cifuentes me mandó el mensaje con Miguel Ángel López que quería hablar conmigo. Me acerque a su oficina en la antigua sede de El Liberal en la carrera tercera con calle segunda para ver de qué se trataba, ante lo cual me invitó para que escribiera una columna en el diario. 

El buen don Gerardo, como le decía el Ronco López, había leído un par de artículos escrito en el periódico “Tribuna Libre”  que Miguel Ángel López publicaba cada que podía y que él personalmente armaba letra por letra en la tipografía de Modesto Castillo, los cuales le habían llamado la atención por los temas y el estilo que en esa época de juventud, yo me inspiraba en el humorista Lucas Caballero cuyo seudónimo era Klim 

Hoy han transcurrido cuarenta y tres años con cinco meses desde esa fecha, período en el cual solo he suspendido mis artículos durante algunas temporadas cortas, cuando ocupé cargos en el gobierno local. Estuve, después del fallecimiento de don Gerardo Fernández, con Francisco Lemos Arboleda, Eduardo Gómez Cerón, Aura Isabel Olano, Guillermo Alberto González, Itsmenia Ardila, Ariadne Villota y ahora con Laurentino Tello, si no se me olvidó alguno.    

Ya en este siglo me propuse escribir artículos de interés nacional y con enfoque técnico, lo cual probablemente disminuyó la gama de lectores, pero logré constatar un selecto grupo en Popayán y el Valle del Cauca a través de la página web, principalmente quienes fueron mis estudiantes, lo cual me llenó de satisfacción; pero, como ocurre siempre en la vida, todo se termina algún día por lo cual hoy me estoy despidiendo de mis lectores. Fueron cerca de 2 mil artículos que publiqué en el diario y es suficiente como forma para expresar mi pensamiento, que algunos compartían y otros disentían del contenido. 

Debo expresar mis agradecimientos a los directivos del diario, que durante este período, le toco afrontar una situación lamentable por los mismos motivos que sufren las empresas en este sistema económico, la cual, por fortuna sacó adelante y hoy con un pequeño ajuste en la marca, sigue adelante constituyendo el principal medio escrito que ya está empotrado en el corazón y la cultura local.

 

Seguiré, por supuesto, haciendo públicas mis opiniones, que ahora encuentran canales propios de los avances tecnológicos, de modo que los interesados podrán presenciar en mi canal de YouTube y también mi blog en el blogger.com. Porque el derecho a pensar no se puede extinguir cuando ya los años cubren de canas la cabeza. Muchas gracias también a todos los que leyeron mis notas y disculpas a quienes afecté con alguno de las posturas que siempre fije en los escritos de modo que solo me resta decirles por ahora que con esta me despido.

jueves, 24 de diciembre de 2020

LA CALAMIDAD NAVIDEÑA

Ya antes lo habíamos escrito y muchos comentarista lo habían señalado, pero creo que nadie había imaginado el efecto de la pandemia en la celebración navideña y el impacto en las costumbres que estaban arraigadas en la cultura nacional, por lo cual ha sido un dolor de cabeza para los gobernantes territoriales frenar el ímpetu de la celebración con los riesgos que esto trae para la salud humana. Pero es que las prevenciones sanitarias golpean lo más profundo del corazón humano que lleva empotrado el fervor familiar propio de la festividad de fin de año. 

Yo creo que son muy pocos quienes recuerdan el origen religioso de esta celebración que data desde el siglo III, porque, si bien todos hablan del Niño Dios, por encima colocan un paquete de satisfactores de necesidades humanas que han hecho de este período un componente de la calidad de vida. El fraternalismo se remueve y con mayor razón los aspectos filiales de la vida humana, constituyendo un componente social que enriquece la esfera emocional y efectiva de la persona y con ello las granes alegrías y satisfacciones que se viven en esta época. 

Pero la pandemia está destruyendo ese patrimonio cultural y con ello impidiendo que la comunidad disfrute y reciba el beneficio sentimental de la celebración. Este año se aprecian profundos cambios que han penetrado los sentimientos y producido un choque anímico que está deteriorando las más profundas expresiones ideológicas de la vida social. Durante el año se afectó el empleo y los ingresos familiares, el aislamiento generó problemas sicológicos, propició cambios en usos y costumbres tradicionales en la vida social y ahora, para rematar el calendario, se afectó la celebración navideña con todo lo que esto significa en el imaginario colectivo. 

Recreación, esparcimiento, solidaridad, integración, afecto, compañerismo, amistad, alegría, satisfacción y muchos otros factores que se asocian a la celebración, están siendo afectados produciendo cambios que seguramente no volverán a la normalidad tradicional. En muchas casas no habrá cena de navidad ni de año nuevo con el significado sentimental que este ritual contiene y no se sabe cuáles serán los efectos que esto traerá, que seguramente no serán trascendentales pero que representan cambios en la cultura enraizada desde antiguos orígenes ancestrales.  

 

Cambios en el uso del espacio público, en la forma de trabajar, en la técnica de estudiar, en la realización de trámites, en la prestación de servicios institucionales, en la relación de amistad, en las relaciones amorosas y hasta en la forma de saludar, fuimos presenciando durante el año, hasta que llegó diciembre y ahora toca ver el caso de más impacto porque toca las fibras más profundas de los patrones mentales que hacen parte de la vida humana. Definitivamente, sí es verdad que la vida cambio y así como aparecerán cambios profundos en la actividad económica y probablemente en la modalidad de capitalismo, también se vendrán modificaciones en el total de la vida social que conducirán probablemente a la conformación de un nuevo ser social posteriormente de que afrontemos la presente calamidad navideña.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA PROSPECTIVA POLÍTICA

 La situación socioeconómica de Colombia, derivada del acumulado de tres décadas de neoliberalismo, es lamentable y el medio apropiado para sacar el país de esa debacle es el régimen político con sus sistemas operativos; pero la realidad política colombiana no se presta para colmar las expectativas de la comunidad nacional.

 

Todos esperaríamos que fuera la llamada “izquierda” la corriente política que proponga y lidere un proceso de cambio que permita enderezar el funcionamiento del Estado hacia fines de gran alcance social; pero lo que vemos en el accionar de los dirigentes de esta corriente es totalmente alejado de la realidad y anacrónico frente a la coyuntura histórica. A los veinte años que van del presente siglo, las condiciones de la economía son muy diferentes a las del medio siglo pasado, cuando se originó el discurso que aun agitan muchos de los llamados “izquierdistas”. Ya no es la lucha de clases ni la idea de “pobres contra ricos”, ni es la destrucción del capitalismo lo que la sociedad requiere; porque hoy no es el mismo capitalismo del siglo pasado cuando la esencia del sistema económico era la existencia del empresariado y el proletariado; hoy predomina el poder de los rentistas y el proletariado está globalizado en pocas empresas que aún quedan en el aparato productivo mundial. Inclusive, los empresarios, aunque son también capitalistas, son sacrificados por el capitalismo rentista que es transnacional y que opera a través de los grandes fondos de inversión. 

El enemigo público número uno es el neoliberalismo, que se ha incrustado en el seno del Estado para colocar el organismo al servicio de los fondos de inversión, por lo cual la confrontación entre clases sociales queda fuera de tono y por ello el discurso del siglo pasado en contra de los ricos no se acomoda a la realidad presente, como tampoco la denominación de “izquierda” dentro de los mismos cánones conceptuales que se usaban hace medio siglo. Pero no se observa en el escenario político, que haya un debate acerca de cómo desmontar el neoliberalismo, cuyos cimientos están empotrados en la misma Constitución Política.

 

El debate político está girando en torno a la escogencia de candidatos, a quienes se les ubica en la derecha, la izquierda y el centro, pero no se discute sobre las políticas para desmontar el neoliberalismo. Hoy el eje del debate no es la confrontación de clases ni el cambio del sistema económico, sino la forma como se maneja el Estado y las políticas que debe adoptar para resolver el tema de la concentración del ingreso y la desigualdad. El manejo de los bienes públicos, que el neoliberalismo pretende trasladar al sector privado a raja tabla, requiere de una propuesta política clara de la que no se habla por parte de los candidatos. Se olvidan que uno de los factores que más ha contribuido a la agudización de la pobreza extrema, además del deterioro del empleo, es la privatización de los bienes públicos que con el exagerado sistema de tarifas, se come la mayor proporción de los ingresos familiares dejando sin opción a la satisfacción de las demás necesidades humanas.

El año 2021 seguramente tendrá mayor protagonismo social el debate político; pero las opciones no son halagadoras porque seguirá el tema concentrado en la escogencia de candidatos, es decir la política reducida a los personajes y no a las propuestas, con el agravante de que la discusión se concentra en la hoja de vida pasada de estos mismos, como si su historial personal fuera factor determinante de la calidad de la gestión pública con la que se realizan las políticas dentro del manejo del Estado, por lo cual en estas condiciones, paras el próximo año el país no puede esperar mucho sobre la prospectiva política.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

EL RECORTE DE LA JORNADA LABORAL

 El revuelo de esta semana surge por la iniciativa de recortar la jornada laboral de 48 a 40 horas a la semana, que transita en el Congreso y que tiene defensores y opositores, quienes han abierto un debate que se extiende por los diversos canales de circulación de la opinión pública. Los defensores utilizan el argumento de la productividad, un fenómeno que aún está por demostrarse por falta de claridad en la relación causa-efecto y también utilizan como argumento que esta medida la han hecho en países de esos que les llaman desarrollados en Norteamérica y Europa, cosa que es improcedente porque el contexto es diferente al colombiano, donde juegan los niveles de producto per cápita, la tecnología, la idiosincrasia, la calidad de la mano de obra y otros aspectos que generan diferencias entre un país del G-7 un uno de los anteriormente conocidos como tercermundista. 

El caso es que no es procedente considerar la propuesta de manera aislada del contexto, como se pretende hacer aquí. Hay muchos factores que considerar porque la situación es compleja, de modo que la jornada laboral por sí sola no significa mucho, si no se contemplan otros elementos que hacen parte del complejo, comenzando por los factores estructurales de la situación laboral, donde está incluido el caso del carácter de la vinculación de la masa laboral, que en Colombia presenta un alto porcentaje de informalidad. Entonces la jornada se refiere al componente formal pero este es menor que el informal de modo que los alcances de la medida solo serían parciales. 

Por otro lado hay que considerar que la jornada laboral no es un fin en sí mismo como se pretende abordar, sino un medio para alcanzar otros fines. Es necesario primero examinar la estructura del empleo y si esta estructura exige recorte de la jornada para lograr los objetivos, esa medida es procedente; caso contrario, no es conveniente aplicarla.  

La estructura del empleo en Colombia es concordante con su condición de subdesarrollo y se presenta el fenómeno que Samir Amín llama la “hipertrofia del sector terciario”, donde el rebusque es relevante, el cual conlleva a engrosar los sectores improductivos como el comercio, mediante procesos de autoempleo e informalidad. Así, las medidas derivadas del empleo formal, no ofrecen mayor impacto en el conjunto total de la economía.


Peor aún, cuando el gobierno no ha dicho que apoya dicha medida por lo cual su viabilidad es más remota; pues el gobierno es el responsable de la rectoría delos procesos económicos y quien puede aplicar las medidas de política complementarias, para que la propuesta tenga una viabilidad real. La mayor vergüenza de los neoliberales es el desempleo, que tratan de ocultar de cualquier manera, por su terquedad de aceptar las medidas keynesianas sobre la base de que es necesario aumentar la demanda agregada para que los empresarios enganchen nuevo personal y de esta manera generar empleo, sin necesidad de recurrir a otras maniobras discutibles como esta que se propone ahora y que conlleva el recorte de la jornada laboral.

martes, 1 de diciembre de 2020

EL EXTREMO CENTRO DE DUQUE

Durante el XIII Foro Atlántico. Iberoamérica y el mundo, Iván Duque se autoubicó políticamente en el “extremo centro” donde, dijo, era el lugar ideal. Como siempre, el hombre que anda perdido, se refiere a una posición que no existe. Esa postura hubiera sido razonable durante el siglo pasado, en época del capitalismo clásico, pero no ahora cuando predomina el capitalismo posindustrial o capitalismo posmoderno. 

Actualmente solo existen dos alternativas: el neoliberalismo y el anti-neoliberalismo, que oficialmente en Colombia está institucionalizado en la plataforma y los estatutos del Partido Liberal y cuyo nombre es la socialdemocracia, de tal manera que se es neoliberal o socialdemócrata, con posibilidad de que esta segunda opción sea reemplazada por el Progresismo de Stiglitz, cuando se institucionalice esta línea política. Pero por ahora las dos alternativas son neoliberalismo y anti-neoliberalismo por lo cual no se sabe dónde está el centro. 

En materia de política social, los servicios se ofrecen por la vía de la oferta directa del Estado o por la vía de los subsidios a la demanda con gasto social focalizado para que el usuario los compre en el mercado; o también por la vía del aseguramiento o la prestación universal del servicio. Los servicios sociales están a cargo del Estado o están privatizados. Las políticas públicas son top-down o son bottom-up. Entonces si solo hay dos alternativas, dónde cabe el centro en materia social?? 

En el terreno de la economía, también vemos dos alternativas en todos los temas que hacen parte de la agenda pública. O se hace crecimiento hacia afuera o se hace crecimiento hacia dentro. La política macroeconómica es con enfoque de aumentar el empleo o es para frenar la inflación; la política tributaria es progresiva con impuestos directos, o es regresiva con tributos indirectos; la política monetaria es expansionista para dinamizar la economía o es contraccionista para frenar la inflación. La política cambiaria es con tipo de cambio fijo o con tipo de cambio variable. Si la derecha privilegia el factor capital y la izquierda privilegia el factor trabajo, a quién privilegia el centro?? 

De esta manera, sobre todos los temas de Estado sociales y económicos, solo existen dos alternativas conceptuales por lo cual no cabe la del centro, que es más bien, un invento de los periodistas con sentido político para ubicar personas, mas no para ubicar posturas programáticas. El centro termina siendo neoliberal, esa corriente que lleva tres decenios imperando en Colombia y que es causante de la crisis económica y social que hoy reina en nuestra realidad nacional. 

Hoy la política macroeconómica es para detener la inflación y por lo tanto para generar desempleo; la política social es con enfoque financierista y por lo tanto separada del enfoque humanista; en el horizonte lo único que preocupa al gobierno es bajar el gasto social, obedeciendo a las directrices de los organismos multilaterales que imponen como finalidad en el manejo del Estado los propósitos de bajar el gasto público y detener la inflación, de conformidad con los intereses del capitalismo financiero internacional. 

Así, lo que vemos es que nuestro presidente anda un poco perdido hablando de una categoría política que solo existe en la cabeza de los periodistas pero que no cuenta con los debidos soportes conceptuales ni en la sociología ni en la economía, de manera que no es razonable por la falta de soporte conceptual el extremo centro de Duque.