Desde cuando
comenzó la privatización de lo público después de 1991, a raíz de que la
distribución de los bienes y servicios públicos se trasladó al mercado, sólo se
han presenciado conflictos, ineficacia, quejas e inconformidades por todo los
lados. Aseguran los partidarios de este fenómeno, que eso es necesario porque
el Estado es mal administrador, lo cual hoy no es tan cierto: por una parte,
porque pudo haber sido mal administrador el Estado Burocrático que existía
antes de 1991, pero no el actual modelo de Estado Gerencial que se implantó con
la Constitución vigente; y por otro lado, quien es ineficiente no es el Estado
sino los politiqueros que controlan el régimen y que ocupan los cargos a través
del esquema clientelista.
Lo cierto es que
con el traslado de lo público al mercado nos vemos frente a un dilema: por
lado, el Estado que es experto en manejar lo público porque lleva realizando
ese papel más de dos siglos, pero que no sabe nada del mercado; y por otro lado
los privados, que son expertos en temas del mercado porque llevan ahí más de
dos siglos, pero que no saben nada de lo público. Al final, paga los platos
rotos la comunidad.
Desde la
fundación del Estado Moderno, por allá en el siglo 18, uno de los papeles que
se le asignó a este organismo fue el de manejar los bienes y servicios públicos
con carácter monopolista y exclusivo. Sólo a partir de 1991, fue cuando los
privados pudieron entra también a hacer negocio con ánimo de lucro, mediante el
manejo de lo público, una perversa postura de la doctrina neoliberal que tanto
daño ha hecho principalmente a los más pobres. Pero ahora, algunos agentes del
gobierno nacional cuestionan al alcalde Petro, porque disque quiere acabar con
la libre competencia en el manejo de las basuras. Qué horror. Hasta dónde han
llegado los neoliberales. Si el Estado no monopoliza lo público tal como figura
en los principios que soportaron el Estado Moderno, entonces para dónde va este
país?