Hay
algunos que piensan que todos los individuos de la especie del homo sapiens son
iguales y que tienen los mismos derechos y oportunidades en el contexto de la
sociedad humana. Quienes así creen son libres de hacerlo, están en todo su
derecho, como también quienes no piensan igual. Ambas posturas aunque no se
compartan merecen respeto.
Hay
un grupo de la población, minoritario por cierto, pero muy activo y en
ocasiones agresivo y belicoso, que amparándose en la Teoría de la Selección
Natural de Darwin, sustenta sus posturas que defienden la existencia de las élites
sociales como grupos que deben gozar, legítimamente, de todo tipo de
privilegios. Ellos creen que es por naturaleza, por obra de Dios o no sé por
qué razón, que debe existir una jerarquización social en la que unos pueden y
deben estar por encima de otros. Los favorecidos, pueden y deben ser los
poseedores de la riqueza económica y quienes detenten el poder político y
gobiernen a todos los demás.
Consideran
que los ricos le hacen un favor a la sociedad al colocar su capital en los
negocios que crean empleo y producen bienes y servicios que los demás pueden
comprar para satisfacer sus necesidades; por ello, son merecedores del trato preferencial
por parte del gobierno, por lo cual no se les debe cobrar impuestos y además consideran
que el país son solo ellos y que los intereses nacionales son los de ellos.
Para estos grupos, los pobres son un sobrante de la raza humana que constituye
una carga para el Estado y la sociedad, por lo cual deben desaparecer. Cada uno
es libre de pensar como quiera; lo grave es cuando se considera que ese es el
ordenamiento lógico de la sociedad y que nadie puede pretender cambiarlo.
Ahora
resulta que también el BID y la OCDE, son protectores y defensores de este
pensamiento, lo cual, por supuesto, es un anuncio de perjuicio para los demás
colombianos. Claman estos organismos multilaterales por la disminución del
salario mínimo y los impuestos a la renta y el patrimonio, este último que casi
no existe, mientras que recomiendan elevar los impuestos indirectos como el IVA
que es regresivo por lo cual los
ciudadanos de menores ingresos pagan relativamente más impuesto que los ricos.
Y como nuestra élite colombiana históricamente se ha caracterizado por la
sumisión y la obediencia a los designios del capitalismo internacional, pronto
llegará la reforma tributaria que terminará agravando más la situación de inequidad
social que claramente se refleja en el coeficiente de Gini y consecuencialmente
profundizando más el conflicto sociopolítico y la descomposición social que
circula por las calles a marchas agigantadas, sin que se vislumbre por ningún
lado, un fenómeno político que abra esperanzas para el cambio, debido a la fuerza y la potencia
de los instrumentos que poseen los grupos de poder, comenzando por los aparatos
ideológicos que despliegan su capacidad para lavar cerebros y sostener el mismo
andamiaje de poder político, que como en Argentina ahora, es el pensamiento que
casi siempre triunfa.