miércoles, 25 de enero de 2012

LA LLAGA DE LOS CELULARES

El periodista Felipe Zuleta en su columna dominical de un diario bogotano, tocó el domingo pasado un tema que a más de la mitad de los colombianos le duele, pero que sólo se comenta en privado donde más que comentarios, se lanzan imprecaciones para desahogar la impotencia que las víctimas de los operadores de telefonía celular sufren cada mes, cuando les toca afrontar los atropellos que estas empresas cometen contra los usuarios que ellas llaman clientes.

La comunicación es un asunto público porque, como todo lo público, tiene origen en la ley natural que motiva el instinto de agruparse entre los individuos de la especie, para lo cual requiere de la comunicación. Pero siempre ha estado predominantemente privatizado, aunque se manifiestan fenómenos rarísimos en las características del sector institucional que regula el proceso social. Se ve un revuelto: por un lado, del papel del Estado, quien en ocasiones, asume la propiedad del medio a través del cual fluye la tecnología, o en otras, como propietario de instrumentos directos de comunicación; y por otro lado, la acción de los particulares quienes montan empresas con ánimo de lucro para sacar provecho individual de este asunto que por su naturaleza es colectivo. Dentro de esta sarta de rarezas se encuentra la supervisión de la telefonía celular que, como en todo lo público, el Estado debe ejercer a través de las superintendencias. A pesar de que existe una superintendencia de servicios públicos, a la telefonía celular la vigila la superintendencia de industria y comercio, que es más tolerante, más permisiva, más alcahueta y hasta cómplice, frente a los atropellos que estas empresas cometen contra los usuarios. Por lo general, ofrecen un servicio determinado a un precio y después incumplen lo prometido y elevan los cobros en las facturas mensuales. Ahora han inventado los funcionarios de la gerencia de fidelización de clientes, quienes desde el otro lado de la línea le ofrecen al usuario que se quiere retirar, esta vida y la otra para que no se vaya y después no cumplen.

No sé si antes algún periodista de la gran prensa bogotana había hecho referencia al tema; pero aprovechando la publicación de Zuleta Lleras, bien vale la pena poner sobre la mesa de la opinión pública el asunto porque los millones de usuarios de este servicio no pueden continuar sometidos a semejante perjuicio. Más cuando la atención es despersonalizada y los usuarios no tienen la oportunidad de dialogar con algún directivo responsable de las decisiones empresariales. La pasividad de los usuarios o víctimas de la telefonía celular debe ya actuar masivamente aprovechando alguno de los mecanismos que la ley permite para la defensa de los derechos tanto fundamentales del ciudadano, como los de consumidores que se consignan en el respectivo estatuto, ahora que desde un periódico capitalino el columnista metió el dedo en la llaga de los celulares.

miércoles, 11 de enero de 2012

DESASTRE DEL CAPITALISMO RENTISTA

Todas las especies vivas que existen sobre el globo terráqueo, movidas por la fuerza inercial de conservación de la vida, crean instintivamente los mecanismos e instrumentos para asegurar la supervivencia de la especie, bajo el principio de la ley natural. Por ello el homo sapiens movida por la ley de la naturaleza e impulsada por el instinto de conservación, ha creado los medios con los cuales se pretende conservar la especie.

Uno de esos instrumentos creados instintivamente por la ley natural, de la misma manera que otras especies animales como las hormigas o las abejas, es el sistema económico el cual, por motivos de que esta especie tienen cerebro, supuestamente razonable, ha sido interferido por el pensamiento, distorsionando los fines impuestos por los principios biológicos e imponiendo los intereses de la racionalidad humana. La economía durante los varios miles de años que tiene la especie, ha sido modificada en relación con la génesis del sistema sustentado en los principios de la naturaleza. Así, el sistema no garantiza la permanencia de la especie biológica suministrando los medios de subsistencia a todos y cada uno de los individuos, sino que a unos les entrega abundancia y a otros no les garantiza nada. Hoy sabemos por los medios de comunicación, que las cien familias más ricas del mundo poseen una fortuna superior a la sumatoria del PIB de los cincuenta países más pobres que albergan una población cercana a los setecientos millones de personas.

Pero también hoy vemos que, una vez más, la naturaleza presenta cuenta de cobro cuando se violan sus leyes. El Capitalismo Postindustrial, que ha desviado la esencia del sistema económico consistente en producir los medios de subsistencia haciendo de los valores monetarios un objeto de negocio y enriquecimiento sin producir ningún satisfactor de necesidades humanas, está propiciando su propia destrucción de manera catastrófica. Ha convertido al Estado en el marrano de engorde volviéndolo el cliente predilecto de los capitalistas especuladores y alejando esta entidad de su misión social, y así está llevando a la crisis a países del continente otrora rico y atractivo como Europa. La zona euro comienza el nuevo año con las mismas preocupaciones o más de las que tenían el año pasado, porque los especuladores del dinero han creído que basta con comprar títulos valores del Estado o de convertir a este en su deudor, para que sus capitales estén salvados, como si la capacidad de tributación de las comunidades fuera infinita.

Con ello, lo que está propiciando es el derrumbe financiero del Estado, a quien no les queda otra alternativa que recortar el gasto social y llevar hasta la miseria a las capas más pobres de la población. Se reducido el sistema económico a la compra-venta de papeles de valor sin contenido de satisfactores de necesidades y se ha convertido la situación de la economía en simple observación al riesgo que corren las inversiones de los especuladores y agiotistas; hay crisis económica si los tenedores de papeles están en riesgo y hay éxito, si ellos tienen asegurada su renta fija, haciendo de esto el mayor desastre del Capitalismo Rentista.