En lo que va
corrido de este siglo XXI, el ciberespacio se ha convertido en otro campo de
operaciones bélicas, donde se concentran ataques y defensas, ya no con tanques
de guerra o aviones bombarderos, sino con tropas de hackers y mecanismos
informáticos sustentados en los avances de las TICS. Se han visto acciones de
espionaje industrial, de saboteos a instalaciones y diversos tipos de
ciberataques de carácter económico, lo cual es “normal” en un sistema de
mercado donde la competencia desleal y la guerra de la mercadotecnia es válida;
pero ahora se torna preocupante, desde el punto de vista sociológico, la
extensión del fenómeno al terreno político y los efectos en el funcionamiento
del régimen y los sistemas que enlazan a la sociedad con el Estado.
Ya se observó en
la pasada campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos, según se
deduce de los informes de prensa donde se denuncia interferencias de Rusia que
influenciaron a los electores. Y más claro y más cercano, lo que fue la campaña
a la presidencia de Colombia, donde la guerra sucia y la propaganda negra
contra uno de los candidatos, fueron factores determinantes de los resultados
electorales.
Ejércitos
completos con bases de operación y la suficiente dotación tecnológica, es ahora
el instrumento con que los centros de poder mundial, que se concentran en los
países poderosos como Estados Unidos, Rusia y China, utilizan para influenciar
a los demás e imponer su dominación sobre los países dependientes y lograr que
en estos se realice la voluntad de los fuertes. Tanto es así, que el Secretario
General de la ONU ha dicho "Ya
existen episodios de guerra cibernética entre Estados. Y lo peor es que no hay
un esquema reglamentario para este tipo de guerra, no está claro si ahí se
aplica la Convención de Ginebra o el Derecho Internacional pueden aplicarse en
estos casos".
Se realizan
ataques con virus, se hackean las cuentas, se crean cuentas falsas en las redes
sociales como Facebook o twitter y a partir de ahí, se generan noticias falsas,
se expanden memes con mensaje subliminales que alteran la conducta psicológica
de la gente, dañan la imagen de alguna persona, calumnian, generan opinión y en
general, todo tipo de conductas que distorsionan el comportamiento limpio y
transparente de los ciudadanos.
Es un nuevo
fenómeno político que se introduce en las relaciones Estado-Sociedad y que
genera preocupación por el fortalecimiento de la capacidad de dominación de los
grupos globales y los nacionales que tienen la facilidad de comprar o pagar la
tecnología necesaria para estos procesos, creándose así en el terreno de la
política, un nuevo y peligroso espacio dentro de los alcances de la
ciberguerra.