miércoles, 29 de abril de 2020

LA SOBREPOBLACIÓN DEL MUNDO

En los últimos días se han difundido las palabras de importantes exponentes del poder económico global, que destacan la necesidad de disminuir la población mundial por motivo del riesgo para la economía, argumento totalmente inhumanos y antinatural, si se tiene en cuenta la esencia de la economía y sus funciones en el marco de las leyes de la naturaleza.

Pero más que el desconocimiento de la misión biológica de la economía en materia de conservación de la especie, lo que demuestra el absurdo de sus afirmaciones son las cifras sobre demografía y economía que se publican en órganos ampliamente conocidos. Si examinamos el tema de la población, vemos que los 7.700 millones de habitantes de la tierra, se asientan en una superficie de 150 millones de kilómetros cuadrados, lo que significa una densidad de población de 51.3 habitantes por kilómetro cuadrado, nada preocupante, si se considera que en Colombia existen 44 habitantes por kilómetro cuadrado y en Ecuador 58 habitantes. En Europa el promedio es de una densidad de 32 habitantes por kilómetro cuadrado, con existencia de países como Islandia donde la densidad es de 3 habitantes. Entonces el argumento de que existe mucha población es un cuento sin fundamento, ya que el PIB del mundo es de aproximadamente 86 billones de dólares, lo que representa un PIB per cápita mundial de aproximadamente 10.800 dólares. En Colombia el PIB per cápita es de aproximadamente 6.700 dólares, o sea que este país está por debajo del promedio mundial. Las cifras son normalitas.

Lo que realmente demuestra la existencia del problema, son las cifras de distribución de la riqueza mundial, donde las 26 personas más ricas poseen el mismo patrimonio que tienen las 3.800 millones de personas más pobres, según datos del mismo Banco Mundial, en las que también se observa que el 1 % de las personas del mundo poseen la misma riqueza sumada del restante 99 % de habitantes. Estos mismos datos del organismo multilateral señalan que el 0,7 % de las personas posee el 45,2 % de la riqueza y que el 71 % de la población solo alcanza a llegar al 3 % de la riqueza mundial. Ahí es donde está el problema.

El comportamiento de las cifras durante las últimas tres décadas, muestra cómo, es a partir de la implantación del modelo de la globalización financiera y el capitalismo rentista cuyo poder económico y político se asienta en los fondos de inversión y el sector financiero, cuando la tendencia de acumulación concentrada de riqueza se agudiza hasta llegar a la situación de hoy, en que los 20 más grandes fondos poseen un patrimonio estimado de 32.3 billones de dólares. Por supuesto, este modelo no hubiera podido consolidarse si no existiera en cada país, élites políticas que se nutren de las migajas que los ricos del mundo les dan, sin cuya complicidad no hubiera prosperado el esquema económico.

Ahora los beneficiarios del modelo están viendo los riesgos que sus efectos causan a la existencia de la humanidad y del mismo planeta, y proponen buscar el ahogado río arriba, o como el chiste del pastuso, proponen vender el sofá para solucionar la infidelidad de la esposa. En lugar de aceptar fórmulas que permitan aliviar la desigualdad con una distribución de la riqueza más equitativa, proponen el asesinato de miles de millones de personas para bajar la presión contra sus excesivos patrimonios concentrados, desconociendo que el mecanismo de la acumulación de su riqueza, se debe, precisamente, a la existencia de las grande capas de población pobre, porque en la economía funciona la Partida Doble, donde unos reciben y otros pagan y por esa ignorancia y su avaricia, solo se les  ocurre como fórmula salvadora de sus intereses, hablar de la sobrepoblación del mundo. 

miércoles, 22 de abril de 2020

LAS CONDICIONES DE LA POS-CUARENTENA

Sobre lo que vendrá después de superada la crisis actual, nada está escrito y, considerando la multiplicidad de conceptos, informaciones, noticias, análisis y especulaciones que se hacen, lo único claro es que el mundo no será igual al que existía al comenzar este año. No se sabe a ciencia cierta la causa de la pandemia, si fue circunstancial o fue inducida obedeciendo intereses creados, pero sus impactos han sido tan fuertes que aunque desapareciera hoy totalmente, ya los efectos en la vida económica y social no tienen reversa.

No se sabe tampoco cuántos morirán durante el período, que deseamos no sean tantos, pero la población que permanezca viva tendrá que adoptar nuevos patrones de conducta humana en al marco del conglomerado social, ya sea porque las circunstancias lo exigen o porque los traumas mentales generados por la pandemia así lo obliguen. Además, el ordenamiento económico no podrá ser el mismo, ya que algunos sectores antes boyantes, luego sufrirán el decaimiento. El sector de turismo y recreación, por ejemplo, desde ya está muy afectado y también los grandes grupos de poder como los petroleros y los fondos de inversión que navegan en el mercado de capitales, que tardará muchos años en volver a tener la dinámica que traían en esta década que está terminando.

Pero lo más relevante para reflexionar en el medio regional y local, es lo relacionado con la vida comunitaria, con las costumbres y tradiciones aglutinadas en el contexto de la cultura territorial, donde radica gran parte de la vida cotidiana. Los cambios derivados del aislamiento y la connotación que ha tomado la tecnología, seguramente dejarán sembrados hacia el futuro, nuevas prácticas y patrones de conducta que condicionarán los estilos de vida y los satisfactores de las tradicionales necesidades humanas. 

Por supuesto, muchas dudas, expectativas, interrogantes y preocupaciones surgen con este maremágnum de fenómenos, pero hay uno que se reviste de especial trascendencia: qué van a hacer los alcaldes, quienes, en su mayoría, invirtieron varios millones de pesos para hacerse elegir, porque no los eligieron por voluntad popular, que presentaron un programa de gobierno basado en la situación del territorio que se vivía el año pasado y que ahora deben formular el plan de desarrollo en concordancia con dicho programa, con el agravante de la interferencia abusiva del DNP con el tal Kit Territorial, que lesiona la autonomía municipal consagrada en la Constitución.

Aún está por aprobarse el plan cuyo plazo vence el 31 de mayo, pero dónde está el paradigma que oriente a los concejos sobre el enfoque que debe tener dicho instrumento de gestión territorial bajo condiciones de pandemia y lo que seguirá durante este año y los tres siguientes?? No existen antecedentes que brinden conocimientos para guiar la agenda de gobierno, ni teorías, ni modelos para el efecto, ni en el nivel territorial ni, mucho menos, en el nivel nacional que por lo general no conoce el país.

Lo que sí se sabe, es que la gestión pública territorial tiene gran responsabilidad en la conducción de las comunidades en este momento de desconcierto y confusión, para evitar el desborde de las expresiones populares y, sobre todo, para canalizar procesos de construcción de futuro de manera pertinente, pragmática y flexible, donde habrá mecanismos novedosos para diseñar acciones económicas y sociales, pero sobre todo para controlar los fenómenos emocionales que sin duda, van a interferir las políticas públicas de salud mental y demás factores que con seguridad intervendrán en las condiciones de la pos-cuarentena.  

jueves, 16 de abril de 2020

LA INGENIERÍA SOCIAL DE LA POS-CUARENTENA

Como consecuencia de la pandemia que el mundo está afrontando, varios cambios en el ordenamiento social se han presentado ya y se vislumbra otros tantos, que cambiarán las reglas de comportamiento humano, que rigen las interacciones ciudadanas en el escenario de la vida pública. El uso de la tecnología ha penetrado campos trascendentales de la acción social y el aislamiento obligado por razones sanitarias, ha propiciado modificaciones que llegan hasta lo profundo de la cultura, cambiando costumbres y tradiciones, lo mismo que acciones institucionales relacionadas con la salud pública. Igualmente, la economía mundial está atravesando por ajustes obligados derivados de todo lo anterior, cambiando la correlación de atributos de las mercancías, donde unas han perdido su utilidad o valor de uso y otras lo han ganado, afectando así al aparato productivo, cuyo balance también se ha modificado con pérdidas para unas ramas de la actividad empresarial y ganancias para otras, como es el caso de la fabricación de elementos para la prevención de la enfermedad.  

Por supuesto, todos esos cambios en las instancias ideológica, social y económica, obligan también a modificaciones en el tipo de Estado y en las relaciones Estado-Sociedad. El futuro cercano y el lejano, tendrán características, por ahora impredecibles, pero con novedades en los escenarios públicos ya conocidos, los cuales se conservarán en su estructura, pero con los debidos ajustes derivados de la situación general. Como no existen antecedentes históricos, por lo menos en la generación actual, sobre casos similares, tampoco existe literatura o bibliografía ni mucho menos el paradigma adecuado para el abordaje de la realidad presente. Es necesario recurrir al ingenio y la creatividad popular, para encontrar las formulas apropiadas a los procesos públicos que, seguramente, se vendrán después de terminada la fase de peligro que se ampara en la cuarentena, época que no volverá a ser igual a la anterior, porque algunos aspectos modificados ya por culpa de la pandemia, quedarán permanentes con las modificaciones introducidas y nuevas formas vendrán en las interacciones humanas dentro del marco social.

Conceptos obligados en las relaciones Estado-Sociedad como el de la Democracia Participativa y al interior del organismo como el de la Descentralización Administrativa, tendrán que replantearse y ajustarse a la nueva realidad. Los principios de la organización social y el papel de la sociedad civil, tendrán nuevos retos las nuevas interrelaciones, obligando a que se adopten otros procedimientos organizacionales y otras intervenciones en el marco de la gestión pública.

El papel de la tecnología será relevante y el uso de la misma se debe considerar en muchos campos donde hasta ahora ha prevalecido la presencia física de los individuos y el contacto corporal en la comunicación. La comunicación social tendrá nuevas expresiones mediante canales no acostumbrados y medios no convencionales, e igualmente el idioma de los mensajes y proyectos comunicativos tendrá que adaptase a las nuevas condiciones. El marketing de productos y servicios encontrará otras alternativas en el campo de la distribución del producto social, donde las leyes del mercado serán operadas con mecanismos hasta ahora desconocidos para llevar la mercancía al consumidor final. Nuevos satisfactores de viejas necesidades humanas serán necesarios como en los temas relacionados con el turismo y la recreación. El Internet de las cosas podrá ahora sí, tener posibilidades reales.

Ante el panorama así descrito, desde ya es conveniente realizar eventos de diálogo, discusión o debate y ejercicios académicos, donde se agiten ideas que conduzcan a la preparación general de la comunidad para la construcción de un futuro con las condiciones de vida más favorables, basadas en la ingeniería social que será necesario aplicar cuando llegue la fase de la pos-cuarentena.


Cali, abril 15 de 2020.

martes, 14 de abril de 2020

NO ES EL CAPITALISMO PROPIAMENTE

Por motivo de los efectos de la pandemia que está viviendo el mundo, ha revivido nuevamente el debate sobre el sistema capitalista, a raíz de que varios importantes pensadores de nivel mundial han afirmado que por culpa de este sistema, hoy la crisis humana es de la magnitud que se conoce, con lo cual se ha vuelto a la argumentación política que fue fuerte en los años sesenta, en plena guerra fría y recién cimentándose la revolución cubana, cuando se proponía que la única fórmula de salvación de la especie humana ante los embates despiadados del sistema contra la humanidad, era cambiándolo por uno más justo y proponían el socialismo como alternativa salvadora. No obstante, ya en este siglo, la historia ha dejado importantes enseñanzas que se deben asimilar, por lo que ante dicha propuesta, bien se podría decir, sí pero no.

Los hechos históricos han mostrado que, efectivamente, es el mecanismo de funcionamiento del sistema capitalista, el mercado, el causante de la descomunal concentración de riqueza en unos pocos y la masiva generalización de la pobreza extrema en la gran mayoría de población. Pero también han enseñado que el mecanismo de funcionamiento del sistema socialista, la planificación, también tiene serias deficiencias que impiden finalmente lograr los propósitos naturales del sistema económico para la conservación de la especie, basados en la equidad y la justicia social. Las economías planificadas presentan graves inconvenientes para el crecimiento y la innovación y por lo general, el aparato productivo cae en el adormecimiento, convirtiéndose en un bumerán, como ocurrió en la Europa Oriental, que se derrumbó en los años ochenta por el letargo del aparato productivo. Por eso, de los dos males, escoger el menor o por lo menos el que tenga medios de solución. Además, no me imagino una economía planificada, que requiere una cultura especial, operando en Colombia, donde la idiosincrasia ni siquiera ha podido asimilar una solución negociada del conflicto sociopolítico armado; mucho menos podrá tener la disciplina social que requiere el subsistema de distribución del producto social, en el sistema planificado.

No podemos olvidar, que el demonio no es el capitalismo per se, sino que en los años ochenta se transformó la modalidad del sistema  y se pasó del Capitalismo Clásico con esencia empresarial, al Capitalismo Rentista, con esencia en el agiotaje sobre la especulación con el dinero, modalidad esta, que destruyó los fundamentos del Estado Moderno y particularmente los del Estado Social creado por los alemanes en 1890, para convertir el organismo en un marrano arrodillado al servicios de los fondos de inversión, con el fin esencial de endeudarse en el mercado de valores, para luego dedicarse a recaudar los tributos y pagar el servicio de la deuda. Así, quedó abandonada la función social del Estado, privatizando los bienes públicos, para dedicarse únicamente al cobro de impuestos para pagar la deuda y por lo tanto abandonar el gasto social para atender las necesidades humanas.

Vista así la situación, no se trata de cambiar el sistema, sino cambiar el tipo de Estado, considerando que este organismo es el único recurso que tiene la humanidad para salvar sus raíces naturales. No es sustituir el mercado por el plan, como mecanismo de funcionamiento del sistema, sino utilizar el Estado para neutralizar los golpes del mercado contra la dignidad humana, entregando al organismo, nuevamente el manejo con exclusividad los bienes públicos; se trata de recuperar de las garras del BPI el Banco de la República y de implantar una política fiscal progresiva y redistributiva, con alta intervención del Estado en la economía, para regular las fuerzas del mercado hacia objetivos de alcance social, ya que la causa de la crisis humana que vive el mundo, es la modalidad o el modelo rentista y no es el capitalismo propiamente.

lunes, 6 de abril de 2020

DILEMA DE LA VIDA

Según se deduce de los informes periodísticos, el gobierno se encuentra entre la espada y la pared recibiendo presión de dos lados, por una parte, la situación del virus y el riesgo de contagio que avanza masivamente y por otro lado, la conveniencia de los empresarios y de quienes necesitar trabajar en el día a día para conseguir los medios de subsistencia. La decisión es, sin duda, absolutamente complicada por los motivos o argumentos que se exponen de lado y lado, ambos de gran magnitud, en cuanto a la connotación que reviste cada uno, donde el eje problémico es la vida humana y la conservación de la especie biológica sobre la faz de la tierra. Por supuesto, que la conservación de la especie depende de la economía, mecanismo social mediante el cual se genera los medios de subsistencia, lo cual conviene a todos sin distinción y por ello el paro es completamente perjudicial y atentatorio contra la vida. Pero también es cierto, que en la medida en que se realicen las interacciones humanas en el marco de la vida cotidiana, la pandemia se extiende colocando también en riesgo la existencia humana. Es un tema de la agenda pública, cuyo manejo gubernamental debe ser atendido con delicada filigrana y como lo ordena la norma de gestión de calidad, basado en evidencias, lo cual significa, con el uso de insumos altamente técnicos, científicos y gerenciales.

Encontrar la solución apropiada es una tarea extremadamente difícil, porque no se trata ni de ni de quemar al santo ni de dejarlo sin alumbrar, sino de encontrar una salida salomónica, que permita una postura de equilibrio entre las dos alternativas en oposición. Cómo crear condiciones para que las muertes sean mínimas y cómo propiciar procesos económicos que permitan los movimientos de oferta y demanda mínimos, para que el suministro de bienes y servicios necesarios tenga las provisiones suficientes y se garantice los ingresos familiares a toda la población para conseguir al menos, el mínimo vital. ¡Cójame ese trompo en la uña! Ahí sí, Duque está pagando los pecados del fraude y la compra de votos.

No se conoce la fórmula adecuada para la decisión, porque no está en los libros de texto ni de medicina ni de administración pública; pero unos principios básicos universales sí se pueden considerar: por un lado, hay que revivir a Keynes y tener en cuenta que se requiere un Estado Interventor-Benefactor, que adopte mecanismos de regulación económica para conducir los procesos con fines específicos evitando que las leyes del mercado actúen sin control y hagan ochas y panochas con el conglomerado social. Y por otro lado, se requiere un cambio estructural, de fondo y detallado, en el sistema de salud, que inicie desde los mismos diseños curriculares en las facultades de medicina y se extienda hasta los protocolos de la prestación del servicio en el nivel IV, pasando por los modelos de gerencia pública que aseguren eficiencia, eficacia y efectividad en todos los procesos preventivos y curativos del servicio dentro de un esquema institucional que coloque la salud humana por encima de cualquier otro motivo de carácter empresarial. Un sistema que elimine el aseguramiento y retorne a la universalidad del servicio público, con revitalización de la red pública de prestadores y alta participación de la prevención de la enfermedad.

Desde luego que esos principios esenciales permiten ver que, de pronto, con ingenio y creatividad y usando los métodos heurísticos que señala Bernardo Kliksberg, es posible lograr la solución de equilibrio; pero queda por resolver, tal vez, el más grande obstáculo o impedimento para encontrar soluciones apropiadas: el régimen político y sus sistemas asociados, que se soportan en una cultura política totalmente opuesta a la ética pública y a la prevalencia del interés general y el bien común por encima de los interese individuales y grupales, los cuales siempre corrompen la gestión pública y propician decisiones amañadas y alejadas de todo argumento técnico y científico para favorecer élites, por lo cual este factor de tipo politiquero, es el principal inconveniente para resolver en el seno del gobierno, el actual dilema de la vida.