lunes, 6 de abril de 2020

DILEMA DE LA VIDA

Según se deduce de los informes periodísticos, el gobierno se encuentra entre la espada y la pared recibiendo presión de dos lados, por una parte, la situación del virus y el riesgo de contagio que avanza masivamente y por otro lado, la conveniencia de los empresarios y de quienes necesitar trabajar en el día a día para conseguir los medios de subsistencia. La decisión es, sin duda, absolutamente complicada por los motivos o argumentos que se exponen de lado y lado, ambos de gran magnitud, en cuanto a la connotación que reviste cada uno, donde el eje problémico es la vida humana y la conservación de la especie biológica sobre la faz de la tierra. Por supuesto, que la conservación de la especie depende de la economía, mecanismo social mediante el cual se genera los medios de subsistencia, lo cual conviene a todos sin distinción y por ello el paro es completamente perjudicial y atentatorio contra la vida. Pero también es cierto, que en la medida en que se realicen las interacciones humanas en el marco de la vida cotidiana, la pandemia se extiende colocando también en riesgo la existencia humana. Es un tema de la agenda pública, cuyo manejo gubernamental debe ser atendido con delicada filigrana y como lo ordena la norma de gestión de calidad, basado en evidencias, lo cual significa, con el uso de insumos altamente técnicos, científicos y gerenciales.

Encontrar la solución apropiada es una tarea extremadamente difícil, porque no se trata ni de ni de quemar al santo ni de dejarlo sin alumbrar, sino de encontrar una salida salomónica, que permita una postura de equilibrio entre las dos alternativas en oposición. Cómo crear condiciones para que las muertes sean mínimas y cómo propiciar procesos económicos que permitan los movimientos de oferta y demanda mínimos, para que el suministro de bienes y servicios necesarios tenga las provisiones suficientes y se garantice los ingresos familiares a toda la población para conseguir al menos, el mínimo vital. ¡Cójame ese trompo en la uña! Ahí sí, Duque está pagando los pecados del fraude y la compra de votos.

No se conoce la fórmula adecuada para la decisión, porque no está en los libros de texto ni de medicina ni de administración pública; pero unos principios básicos universales sí se pueden considerar: por un lado, hay que revivir a Keynes y tener en cuenta que se requiere un Estado Interventor-Benefactor, que adopte mecanismos de regulación económica para conducir los procesos con fines específicos evitando que las leyes del mercado actúen sin control y hagan ochas y panochas con el conglomerado social. Y por otro lado, se requiere un cambio estructural, de fondo y detallado, en el sistema de salud, que inicie desde los mismos diseños curriculares en las facultades de medicina y se extienda hasta los protocolos de la prestación del servicio en el nivel IV, pasando por los modelos de gerencia pública que aseguren eficiencia, eficacia y efectividad en todos los procesos preventivos y curativos del servicio dentro de un esquema institucional que coloque la salud humana por encima de cualquier otro motivo de carácter empresarial. Un sistema que elimine el aseguramiento y retorne a la universalidad del servicio público, con revitalización de la red pública de prestadores y alta participación de la prevención de la enfermedad.

Desde luego que esos principios esenciales permiten ver que, de pronto, con ingenio y creatividad y usando los métodos heurísticos que señala Bernardo Kliksberg, es posible lograr la solución de equilibrio; pero queda por resolver, tal vez, el más grande obstáculo o impedimento para encontrar soluciones apropiadas: el régimen político y sus sistemas asociados, que se soportan en una cultura política totalmente opuesta a la ética pública y a la prevalencia del interés general y el bien común por encima de los interese individuales y grupales, los cuales siempre corrompen la gestión pública y propician decisiones amañadas y alejadas de todo argumento técnico y científico para favorecer élites, por lo cual este factor de tipo politiquero, es el principal inconveniente para resolver en el seno del gobierno, el actual dilema de la vida. 

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