martes, 31 de marzo de 2020

PARA SALVAR LA ECONOMÍA

A través de las redes sociales se difunde unas palabras que supuestamente han dicho personajes de las altas élites mundiales, como directivos del FMI, gobernantes de USA y príncipes de la aristocracia inglesa, de que es necesarios que los mayores mueran para salvar la economía, lo cual nos muestra que el mundo está patas arriba y los fundamentos de la vida humana están al revés. La idea que los poderosos tienen de la economía desconoce totalmente la génesis de la misma y su verdadero papel en la existencia de la especie del homo sapiens sobre el globo terráqueo.

La economía no la inventó nadie en particular, sino que es el resultado del funcionamiento de la ley natural. En cualquier lugar del universo donde existe vida, esta misma genera los mecanismos automáticos para su conservación, los cuales operan de manera inercial e instintiva, sin que obedezcan a racionalidad alguna, sino a las leyes que rigen la naturaleza, impulsadas por la energía que imprime la existencia. Por el instinto de conservación de la vida, las especies vivientes crean sus propios mecanismos de reproducción y las condiciones para su conservación en los escenarios de vida, como son la asociatividad, la comunicación, el amor y lo público, todos ellos sin que nadie haya metido la mano para su creación, sino producto de las leyes biológicas. Así mismo, las especies y también la humana, crearon la economía como medio para generar los recursos físicos y materiales necesarios para su mantenimiento vivo sobre la faz de la tierra. Al principio, la economía era simplemente la apropiación directa de los recursos naturales, que eran públicos o sea sin propiedad de nadie, de modo que los individuos de la especie se limitaban a recolectar los frutos y cazar animales para mantener la subsistencia.

Pero fue el pensamiento humano, después de que la mujer creó la agricultura, el que introdujo elementos que distorsionaron la ley de la naturaleza y desviaron la economía hacia otros propósitos diferentes a los que el instinto de conservación había establecido, hasta el punto que hoy la economía son simples cifras escritas en una pantalla de computador, en lugar de ser los bienes tangibles e intangibles que la especie humana requiere para su conservación. La torcida que le metió el pensamiento humano a la economía, motivada por los apetitos individuales e intereses de grupos de individuos, ha sido tan monstruosa, que hoy la economía significa que los ricos ganen y acumulen más más dinero. Se perdió el valor y se impuso el precio por encima de la esencia de la conservación de la especie, con el agravante de que el dinero, que la humanidad creó como medio de pago para facilitar la circulación social de los medios de subsistencia, se ha convertido en una mercancía que se constituye en el núcleo sobre el que gira toda la economía.

Según la ley de la naturaleza, es todo lo contrario. No es que se debe dejar morir a los viejitos para salvar la economía, sino que esta se debe orientar para salvar a este grupo de edad y a todos los individuos de la especie, sin discriminación ni exclusión. La economía es para el servicio de todos y su función biológica y sociológica, es garantizar las condiciones y medios de vida para toda la humanidad. No es un instrumento para propiciar la acumulación de riqueza en manos de unos pocos; por ello es necesaria la existencia del Estado, para que este organismo se dedique a regular los procesos económicos de modo que la economía cumpla su misión en el seno del conglomerado humano, en lugar de ser un organismo al servicio del sector financiero internacional como ocurre hoy con el estado neoliberal, que con su soporte conceptual y jurídico, ha distorsionado completamente cual es la verdadera acción humana necesaria para salvar la economía.

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