Algunos analistas consideran que izquierda propiamente dicha, no hay en el
presente siglo, sino grupos de políticos que están por fuera y combaten, a las élites
de poder que desde hace un siglo vienen amasando el Poder de Estado, el cual
usan para su propio beneficio, sin considerar los intereses de toda la
sociedad. Pero sobre todo, afirman, que estos grupos tienen gran
responsabilidad o culpa, de que la oligarquía de las 25 familias que se apropian
de los beneficios del poder, cada día fortalezcan más su dominio y consoliden
los mecanismos que sostienen el manejo del Estado para su conveniencia.
Cómo así?? Los llamados “de izquierda” también son culpable de la existencia
de la esta élite corrupta, inepta y criminal que hoy está destruyendo a
Colombia?? Dicen que así es. Que los de izquierda cometen tantos errores
políticos, que en lugar de erosionar el poder de las élites, lo que hacen es fortalecerlo
más.
Los críticos señalan un listado de actitudes que ponen a pensar: llevan
sesenta años gritando en la calle que “el pueblo unido jamás será vencido”,
pero jamás han intentado unir al pueblo. Ni siquiera trabajan con él, el cual
está a merced de los políticos tradicionales, que les brindan dádivas para
mantener su adhesión. Denuncian las aberraciones del régimen democrático pero
no presentan un proyecto político serio, de mediano plazo que demuestre sus
bondades en contra del modelo neoliberal que hoy está minando la dignidad
humana de las comunidades. Pelean entre ellos mismos, como si el enemigo fuera
la misma izquierda; todos dicen que tienen la razón y que están en la línea
correcta, pero que los otros colegas, también de izquierda, están equivocados. Divisiones
y dispersión, es lo común; pues no se unen ni para almorzar. Creen que las
movilizaciones en los espacios públicos les va a permitir reivindicaciones como
las conseguidas en otros continentes hace dos siglos, cuando existía otro tipo
de Estado, otro tipo de capitalismo y otra realidad histórica. Cuando han
tenido oportunidades de gobierno, cometen las mismas indelicadezas de los
partidos tradicionales. Pero lo más relevante, es que no hacen una lectura
pertinente a la cultura política que impera en el país, ni a la realidad del
Estado con sus reglas de juego y que los grupos políticos tradicionales se
encargan de alimentar para beneficiarse de las mismas.
Un proyecto político de mediano plazo debería ser construido con calma y paciencia,
desde abajo, desde los barrios y veredas, utilizando la pedagogía social que
transforme la conducta política y electoral de las comunidades de base, que por
su situación de miseria están siempre dispuestas a vender el voto a cambio de
prebendas y beneficios personales, por encima del interés general y el bien
público. Pero estos izquierdistas también son simplistas y cortoplacistas, que
no siembran en la conciencia del pueblo los patrones culturales que se
traduzcan en conducta electoral, para llegar al Congreso de la República y
desde ahí, aprobar las leyes que se requieren para la transformación del país.
Es reformando la Constitución Política y expidiendo las leyes respectivas, como
se puede cambiar el andamiaje neoliberal que está llevando a la sociedad nacional
a su propia destrucción. Pero con la claridad suficiente de un proyecto
político que dentro del mismo sistema capitalista propicie las reformas. No es
cambiando el sistema económico ni promoviendo la lucha de clases, como se logra
la solución estructural, sino cambiando el modelo de Estado, por otro que se sustente
en los mismos fundamentos del capitalismo clásico de carácter empresarial y no
rentista, y en las bases, con los debidos ajustes históricos, los cimientos del
Estado del Bienestar, como se podría mejorar el país; pero para ello, es
necesario corregir los pecados de la izquierda.
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