Santiago Zambrano tocó un tema esta semana que, en el marco de la
teoría del desarrollo regional, es de mucha trascendencia y mostró cifras que,
de verdad, dejan inquietudes acerca de los flujos migratorios que durante los
últimos años han sido relevantes dentro de los procesos sociales nacionales, ya
sea por efecto de los desastres naturales o, principalmente, por los desastres
sociales derivados de la violencia.
Según la teoría, Gunnar Myrdal (1957) por ejemplo, los movimientos
migratorios pueden ser favorables o desfavorables para del desarrollo regional
según si los flujos llegan o se van. Dicen los autores que cuando llegan son
favorables porque la región receptora se alimenta de capital humano, principal
factor del desarrollo endógeno, y viceversa cuando se expelen. Pero
considerando las notas de Zambrano, para que la teoría se cumpla se deben
cumplir ciertos requisitos, justo los que no se han dado en Popayán.
En esta ciudad el fenómeno comenzó en 1983, cuando por motivo de un
terremoto, la población municipal se incrementó en cerca de 100 mil habitantes
en dos años, algo así como un incremento del 80 %. Posteriormente han sido los
casos de desplazamiento forzado originados en diversos puntos del suroccidente
del país, que han impulsado corrientes hacia el asentamiento en este municipio,
por lo cual la teoría de Myrdal no se cumple, y por el contrario, se han
convertido en fuerzas que presionan la base económica y los servicios del
Estado y que por motivo de la baja capacidad de absorción de empleo de la base
económica y por las limitaciones para incrementar la oferta de servicios
sociales y bienes urbanos en todos su frentes por parte de los organismos
oficiales, han terminado convirtiéndose en fenómenos negativos para los avances
del desarrollo. Ante esta insatisfacción de la demanda, el resultado son los
desvíos de la energía social por canales de descomposición que generan
inseguridad pública y aberraciones en la convivencia social, además de la
congestión urbana, el desarraigo y la falta de pertenencia, que dificultan la
implementación de políticas pública adecuadas a la solución de los problemas
locales.
Se supone que los flujos migratorios de llegada son favorables, cuando
ellos contienen en su mayoría, gente sin carácter menesteroso y victimizada,
que llega por el atractivo de la dádiva o el refugio, sino personas dinámicas,
emprendedoras con alta competencia laboral y buena calidad de mano de obra, que
llegan motivadas por su voluntad y afán de progreso, que consolidan su sentido
de pertenencia y se suman a los procesos de construcción de futuro haciendo
aportes y facilitando los procesos endógenos. Sin embargo, no quiere decir que
la situación esté perdida porque, independientemente de los modelos teóricos,
existen alternativas de gestión pública que suministran salidas para enderezar
los procesos hacia fines de interés general, siempre que los gobiernos
territoriales adopten los instrumentos y las estrategias apropiadas para
manejar la complejidad de las situaciones ocasionadas por la particularidades
que ocurren en el municipio y entonces se oriente positivamente el alcance de
las migraciones.