miércoles, 26 de abril de 2017

EL ALCANCE DE LAS MIGRACIONES

Santiago Zambrano tocó un tema esta semana que, en el marco de la teoría del desarrollo regional, es de mucha trascendencia y mostró cifras que, de verdad, dejan inquietudes acerca de los flujos migratorios que durante los últimos años han sido relevantes dentro de los procesos sociales nacionales, ya sea por efecto de los desastres naturales o, principalmente, por los desastres sociales derivados de la violencia.

Según la teoría, Gunnar Myrdal (1957) por ejemplo, los movimientos migratorios pueden ser favorables o desfavorables para del desarrollo regional según si los flujos llegan o se van. Dicen los autores que cuando llegan son favorables porque la región receptora se alimenta de capital humano, principal factor del desarrollo endógeno, y viceversa cuando se expelen. Pero considerando las notas de Zambrano, para que la teoría se cumpla se deben cumplir ciertos requisitos, justo los que no se han dado en Popayán.

En esta ciudad el fenómeno comenzó en 1983, cuando por motivo de un terremoto, la población municipal se incrementó en cerca de 100 mil habitantes en dos años, algo así como un incremento del 80 %. Posteriormente han sido los casos de desplazamiento forzado originados en diversos puntos del suroccidente del país, que han impulsado corrientes hacia el asentamiento en este municipio, por lo cual la teoría de Myrdal no se cumple, y por el contrario, se han convertido en fuerzas que presionan la base económica y los servicios del Estado y que por motivo de la baja capacidad de absorción de empleo de la base económica y por las limitaciones para incrementar la oferta de servicios sociales y bienes urbanos en todos su frentes por parte de los organismos oficiales, han terminado convirtiéndose en fenómenos negativos para los avances del desarrollo. Ante esta insatisfacción de la demanda, el resultado son los desvíos de la energía social por canales de descomposición que generan inseguridad pública y aberraciones en la convivencia social, además de la congestión urbana, el desarraigo y la falta de pertenencia, que dificultan la implementación de políticas pública adecuadas a la solución de los problemas locales.

Se supone que los flujos migratorios de llegada son favorables, cuando ellos contienen en su mayoría, gente sin carácter menesteroso y victimizada, que llega por el atractivo de la dádiva o el refugio, sino personas dinámicas, emprendedoras con alta competencia laboral y buena calidad de mano de obra, que llegan motivadas por su voluntad y afán de progreso, que consolidan su sentido de pertenencia y se suman a los procesos de construcción de futuro haciendo aportes y facilitando los procesos endógenos. Sin embargo, no quiere decir que la situación esté perdida porque, independientemente de los modelos teóricos, existen alternativas de gestión pública que suministran salidas para enderezar los procesos hacia fines de interés general, siempre que los gobiernos territoriales adopten los instrumentos y las estrategias apropiadas para manejar la complejidad de las situaciones ocasionadas por la particularidades que ocurren en el municipio y entonces se oriente positivamente el alcance de las migraciones.


miércoles, 19 de abril de 2017

LA IMPORTANCIA DE LA COMERCIALIZACIÓN AGRARIA

Ahora que se está tratando los temas de erradicación de cultivos de uso ilícitos, del enfoque territorial en el desarrollo rural y en general de la política para las zonas de economía campesina sin la cual no habrá convivencia pacífica, nuevamente es necesario reflexionar sobre la situación de comercialización de la producción de las zonas rurales, ya sea alimentaria o no.

Haciendo una retrospectiva sobre el asunto, vemos que las debilidades y vacíos son los mismos de hace treinta años, es decir que en Colombia no se ha avanzado para mejorar el caos que existe en la distribución social del producto alimentario, desde cuando la asociación de mercados mayoristas Acoabastos presentó al Ministerio de Agricultura, siendo el secretario privado del Ministro Caicedo Germán Vargas Lleras, una propuesta de alternativas para corregir las deficiencias de la estructura de comercialización agropecuaria. En tanto tiempo, es poco lo que ha hecho el ministerio y la situación continúa igual, tal vez agravada por los efectos de las políticas neoliberales que comenzaron a implantarse después de 1990.

Dijo dicho gremio en esa época, que el análisis de la estructura de distribución debe considerar por separados sus dos componentes: la infraestructura y la superestructura; y también señaló que los factores de mayor impacto están en la superestructura, por lo cual la construcción de infraestructura física solamente, no traería beneficios. Pero, desde entonces, el gobierno siempre habla de la infraestructura, pero nunca se refiere a la superestructura.

La superestructura se relaciona con los procesos comerciales por donde circula la mercancía en el escenario del mercado, los cuales en los productos agropecuarios tienen condiciones particulares que requieren de fuerte intervención de los organismos del Estado, cosa que es improcedente dentro del enfoque neoliberal. Se requiere la implementación del enfoque sistémico en la comercialización, ya sea en la función de acopio, en la función mayorista y en la función de detallista, así como en los encadenamientos con el componente agroindustrial o de transformación y con el servicio de transporte desde las zonas de producción hasta los mercados terminales. Por supuesto, también se requiere una intervención adecuada del Estado para propiciar la formación o el fortalecimiento de los agentes de la comercialización dentro de las leyes de la racionalidad y la eficiencia, para disminuir la apropiación del excedente comercial por parte de los intermediarios no deseables. Pero nada de esto se observa; por lo cual la situación sigue siendo grave, con serios perjuicios para los productores campesino y para los consumidores finales.

Lo cierto es que, si no se tienen en cuenta estas consideraciones y no se introducen las modificaciones en la estructura de distribución, en el futuro el país seguirá doliéndose por la existencia de cultivos de uso ilícito y la presencia de grupos armados en las zonas de economía campesina y también lamentándose por el fracaso de las políticas actuales, que no reconocen la verdadera solución y desconocen la importancia de la comercialización agraria.

martes, 11 de abril de 2017

LOS VACÍOS DE LA PLANIFICACIÓN

Desde hace más de treinta años, en los años ochenta del siglo pasado, desde cuando estuvo por Colombia Carlos Matus quien hizo importantes aportes a la construcción de una teoría de la planificación, se puso sobre la mesa el tema de las debilidades que venía presentando esta disciplina, las cuales impedían cosechar los frutos esperados por todos con el uso de esa práctica. Luego en los años noventa vino el adefesio de la Ley 152 de 1993 complementada con la Ley 388 de 1997 y después el presente siglo, donde han aflorado las consecuencias de las fallas conceptuales y de método que ocurren permanentemente en los procesos de construcción del futuro, tanto en el nivel nacional como en los territorios. Como aquí prevalece el enfoque jurídico de la administración pública, los paradigmas y la teoría administrativa se mantienen alejados del ejercicio técnico en la gestión de los asuntos públicos, por lo que hay que someterse a una ley en lugar de un modelo teórico, para abordar los procesos inherentes a la administración de lo público, siendo que nadie garantiza que la norma legal se ajuste a los marcos conceptuales apropiados para tratar la realidad colombiana.

Hoy estamos afrontando las consecuencias de las fallas en la planificación ambiental, territorial social y económica. Por eso la semana pasada se presentaron dos ejemplos concretos sobre las consecuencias de las deficiencias en los procesos de planificación: la tragedia de Mocoa y el debate sobre el uso de los recursos de regalías en el departamento del Cauca. En el primero, las debilidades en la planificación del ordenamiento territorial y la gestión del riesgo, dio lugar a un fenómeno que se le atribuye a la naturaleza, pero que, no fue debidamente intervenido con antelación para aplicar medidas que disminuyan los efectos nocivos en la comunidad de los eventos naturales, tal como lo busca la planificación eficaz. En el segundo, las falencias en la planificación del desarrollo sobre temas de estrategias y tácticas de largo plazo para orientar las acciones y facilitar la canalización de los recursos de financiamiento bajo principios de optimización, dio lugar a la discusión sobre la bondad de los proyectos que fueron ejecutados con los recursos provenientes de dicha fuente. No hay manera de juzgarlos con criterios objetivos y técnicos de teoría de la administración pública, por lo cual hay que limitar el juicio solo al campo jurídico. Por supuesto, si no hay adecuada planificación, no hay tampoco ejecución y control apropiados.


No es hora de llorar sobre la leche derramada, pero sí de preguntarnos por qué si desde hace tanto tiempo se han hecho las advertencias en la gestión pública sobre situaciones administrativas que crean condiciones de riesgo en uno u otro sentido, los organismos del Estado no proceden a corregirlos. Prima la burocratización, el clientelismo, la corrupción y los intereses privados por encima del interés general y el bien común. La Constitución Política establece que debe haber una ley orgánica del plan de desarrollo y los genios del DNP tramitaron una ley del plan de gobierno, dejando sin herramientas no solo la conducción de los procesos de desarrollo de largo plazo, sino también creando uno de los quince factores que propiciaron el fracaso de todos los POT de la primera generación; y nadie ha dicho algo sobre la violación de la norma constitucional, mientras continúan presentándose en la gestión pública los vacíos de la planificación.

miércoles, 5 de abril de 2017

DEL MONSTRUO CASTROCHAVISTA

La estrategia de generar terror a los electores le ha dado buenos resultados a la extrema derecha colombiana, como se vio en la votación del plebiscito del año anterior. Por ello han creado un fantasma que ronda por Sur América, y al cual pertenecen todas las personas que no apoyan la postura neonazi que ese grupo defiende, a quienes llaman “castrochavistas” y por lo tanto enemigas de la patria. Castrochavista es todo aquel que no apoye a Uribe. Ellos, los de la extrema derecha, como ha sido siempre en la historia, defienden a los ricos que en este caso se trata del capitalismo financiero internacional y las multinacionales, a quienes les exoneran de impuestos y les entregan para su explotación degradante los recursos naturales, dentro de lo que llaman la “confianza inversionista”. Por supuesto, lo que informa la prensa del gran capital sobre Venezuela, es un aliado publicitario importante que les facilita el fomento de ese terror que significa el socialismo del siglo XXI.

Lo cierto es que ni el socialismo clásico del siglo XX ni el socialismo del siglo XXI, tienen cabida en Colombia. El primero, porque históricamente demostró la inviabilidad de un sistema económico que funciona mediante la planificación, por motivo del estancamiento y decaimiento del aparato productivo, como ocurrió en los países del bloque oriental europeo en los años ochenta. El segundo, propuesto por el alemán Heinz Dieterich Steffan en 1996, porque, si bien se inspira en el pensamiento marxista, trata de acomodar el enfoque a un sistema que funcione, como el capitalismo, mediante las leyes del mercado.

Pero la propuesta de Dieterich insiste en aplicar la Teoría del Valor para regular el cambio en el seno del mercado, un escenario que no ha sido diseñado ni creado para que opere con lo que el autor llama la “economía de valores”; pues la corriente de los marginalistas desde el siglo XIX, siempre pensó en la Teoría de los Precios como sustento conceptual del funcionamiento del mercado. Es decir, no es posible que funcione la Teoría del Valor, en un escenario que fue diseñado para la Teoría de los Precios.

De otro lado, y a pesar de los intentos del pensador alemán para proponer una fórmula que permita disminuir la desigualdad social en el capitalismo, conservando la propiedad privada de los medios de producción, en los aspectos prácticos es necesario considerar las condiciones del mercado, que justamente en Colombia no son las más adecuadas. Aquí existen grandes extensiones del territorio como la Orinoquia, la Amazonia, la región pacífica y otras, donde el mecanismo de mercado es imperfecto, y por lo tanto no es posible aplicar la ley de los precios y mucho menos la ley del valor.


Entonces, eso de buscar adeptos a su causa recurriendo a mecanismos de terror, para llevar a votar verraca a la gente, como dijo Vélez en la campaña pasada, es una treta mítica que puede convencer a personas que desprevenidamente escuchan los argumentos; pero en términos de la viabilidad real, no pasa de ser un eslogan de campaña porque con lo dicho anteriormente más otro conjunto de argumentos que en este artículo no caben, es posible demostrar que no es verdad la existencia del monstruo castrochavista.