La campaña de
Santos fue monotemática. La estrategia giró en torno sólo a tres letras,
dejando de lado muchos temas de interés nacional y varias realizaciones de su
gobierno, algunas de ellas de elevada trascendencia. No tuvo en cuenta que a
muchos ciudadanos, como los de los estratos uno y dos, poco les importa lo que
está sucediendo en la Habana.
No se puede
desconocer que el tema de la restitución de tierras es trascendental en la
historia. Tampoco que el eje del plan de desarrollo sobre la propuesta de
cerrar la brecha al estilo de López del 74 es pertinente con la necesidad de la
autonomía territorial y que los cambios en el sistema de regalías es coherente
con el propósito regional. En política social el rescate del concepto de
desarrollo humano que Uribe había abandonado, es consecuente con el enfoque
socialdemócrata y volver a colocar impuestos a los ricos que el gobierno
anterior había exonerado es justo, aunque sea para sumas superiores a mil
millones de pesos. Los tímidos cambios en el sistema de salud, que no llegan a
la solución total porque los congresistas se oponen a eliminar las EPS, han
tenido alguna utilidad y los visos de neo Estado del Bienestar con las casas
gratuitas, significa que Santos estaba orientando el país por la ruta de la
equidad social. Pero nada de esto se destacó.
Mientras tanto, la
otra campaña, recurriendo al tradicional engaño y las frases efectistas del
estilo Uribe, que han sido tan útiles en la debilidad de la cultura política
colombiana y la ignorancia sobre el trasfondo de cada movimiento político,
sumado al odio generalizado que la clase media siente por la guerrilla, ganaba
terreno y conquistaba en poco tiempo el favor del electorado.
Pero lo más relevante,
según se deduce de las cifras de abstención y de la comparación de resultados
con las elecciones al Congreso, fue que los políticos, quienes habían recibido
la llamada mermelada, utilizaron estos apoyos para su propio beneficio y muy
poco le contribuyeron al candidato Santos. Ya la gente de algunos estratos está
acostumbrada que para votar, necesitan que se les saque de su propia casa, se
les brinde el transporte para ir al puesto electoral, se les lleve acompañados
y se les suministre por lo menos un sándwich, tal como hacen los políticos cada
cuatro años. Pero esta vez, estos personajes le quedaron mal al candidato
presidencial; pues no se vio en las calles el movimiento de carros que suele
ocurrir el día de elecciones al Congreso.
En consecuencia, si no se quiere que ese 17,5 % de ciudadanos
que constituye la extrema derecha colombiana, nuevamente llegue al poder para
gobernar en favor de los ricos, como lo hizo Uribe, pasando por encima del 82.5
% que conforman la gran mayoría del censo electoral, muchos cambios debe hacer
Santos en la campaña para la segunda vuelta como la de trascender el tema único
de la paz y tocar otros aspectos de interés nacional; pero sobre todo, tomar
las medidas necesarias para contrarrestar el conejo de los políticos.