jueves, 31 de mayo de 2012

FACTORES NO ECONOMICOS DEL TLC

Al arrancar por fin el TLC con USA, muchos comentarios se han hecho sobre los temas de infraestructura y de economía, para poner en duda los beneficios hacia Colombia del tratado suscrito con Estados Unidos. Que este país tiene un retraso de 30 años en vías e infraestructura portuaria; que sólo unas pocas ramas industriales tienen la fortaleza necesaria para competir en ese mercado, etc. Pero poco se ha dicho sobre otros aspectos de la realidad colombiana que también contribuyen a que en el largo plazo, los efectos del libre comercio lleven al fracaso rotundo de ese postmoderno embeleco. En la simple teoría microeconómica existe lo que los economistas llaman la función demanda, la que como cualquier función, tiene un conjunto de variables que determinan el comportamiento de la cantidad que compran los consumidores, en este caso, los consumidores colombianos frente a los productos producidos en el país del norte: son los gustos y preferencias de los consumidores que se rigen de acuerdo a los patrones culturales o idiosincrasia nacional. La demanda de este país adolece de una elevada propensión marginal al consumo de importados, que mucho daño le hará a la producción nacional. Mientras que en la cultura del consumidor gringo se prefiere los productos autóctonos que por fortuna para ellos son de gran calidad, los colombianos casi siempre prefieren los artículos extranjeros, aun sin considerar si es buena o mala la calidad de los productos nacionales. Mientras que en USA el único producto colombiano que prefieren es la cocaína, la cual no necesita TLC, acá en nuestro país chorreamos las babas por comprar productos gringos, creándose con esto una gran desventaja en el mercado nacional para la industria colombiana. A los gringos les produce asco los procesados colombianos y los manufacturados extranjeros los buscan europeos o japoneses. Sólo los 42 millones de latinos que viven en ese país, podrían tener conductas de consumidor favorables a los productos colombianos. El gobierno ha comenzado a realizar en los medios de comunicación campañas motivacionales tendientes a estimular la oferta nacional; pero hasta ahora, nada ha dicho para ejercer su competencia rectora de los procesos sociales, motivando el cambio cultural en la demanda. Si bien la cultura tiene sus propios mecanismos de retroalimentación y los cambios de patrón son de largo plazo, hoy la tecnología y las técnicas de comunicación social permiten actuar de manera eficaz, siempre que exista la voluntad por parte de los organismos estatales encargados. Así como está gastando recursos para hacer publicidad en televisión incitando al aprovechamiento del mercado norteamericano, también podría promover el consumo de productos nacionales en el mercado nacional. Si el gobierno ya metió al país en ese atolladero que mucho lesionará el aparato productivo nacional, ahora le corresponde crear los mecanismos para aliviar los efectos nocivos, entre los que se encuentran los factores no económicos del TLC.

miércoles, 16 de mayo de 2012

SE ENREDÓ LA PITA EN EUROPA

Con la elección de Francois Hollande como presidente de Francia, este país ya tendrá que dejar de ser parte del eje que, junto con Alemania, defendía a capa y espada las medidas para salvar el capitalismo rentista en el viejo continente. Hollande no podrá establecer medidas de la línea de su partido político, pero si es consecuente con su postura ideológica, al menos debe impulsar acciones de corte socialdemócrata, lo cual implica medidas abiertamente en contra de las políticas neoliberales que sustentan el capitalismo rentista. Allá los países tienen encima el Banco Central Europeo con sede en Fráncfort Alemania, el cual hace lo mismo que acá el BID y el FMI; es decir ejerce presión para que los gobiernos bajen el gasto público sacrificando a sus pueblos, con la finalidad de que el dinero que recaudan mediante impuestos se destine prioritariamente a pagar el servicio de la deuda, que como acá, constituye el negocio de los fondos de inversión y demás especuladores del dinero. Debido al caso de Grecia, los países de la zona euro habían firmado el compromiso de austeridad, para brindarle confianza a los especuladores y agiotistas, que en Europa abundan, por la magnitud de los capitales descendientes de las fortunas de la aristocracia y nobleza, caracterizados por su espíritu haragán y parásito. Eso les ofrece alguna tranquilidad a los ricos, pero asegura el descontento popular y las manifestaciones de rechazo como las ocurridas en Grecia y que se están cocinando también en Italia, España, Polonia y la misma Francia. Las expresiones de “los indignados” son señal anticipada de lo que se viene. Hollande anuncia políticas equilibradas entre la austeridad del gasto para garantizar el pago de la deuda y la atención de las necesidades de su pueblo mediante la generación de empleo. Habrá que esperar cómo es esa fórmula, porque las políticas macroeconómicas sólo tienen las dos alternativas encontradas: frenar la inflación o generar empleo, lo cual requiere del aumento de gasto público ya sea para incrementar la demanda agregada o para crear condiciones al fortalecimiento empresarial. En todos los casos, al socialismo francés le tocará satisfacer las expectativas que le llevaron al triunfo en las elecciones, dar ejemplos útiles a los pueblos de otros países del viejo continente y a la vez evitar los líos internacionales con las fuerzas de poder supranacional con quienes el país ha suscrito compromisos; no es una situación fácil para el nuevo presidente con lo cual, después de que el capitalismo rentista respiraba tranquilo con el acuerdo de austeridad, con la elección de Hollande se enredó la pita en Europa.

miércoles, 2 de mayo de 2012

POPULISMO DE SANTOS

Antes de existir el Estado Moderno, en época feudal, a los pobres los sostenían los ricos. Los pobres como los árboles, eran parte de la tierra y tributaban a los propietarios del feudo, pero disponían de una parcela para su propio sustento. Luego cuando apareció el Estado burgués que se montó sobre la libertad de los siervos de la tierra y el enriquecimiento de comerciantes y manufactureros, los pobres, libres ya, no tenían quien los sostuviera. De ahí que una de las tareas y responsabilidades del nuevo Estado del siglo 18 fue la de cargar con la función de sostener a los pobres, bajo los principios de lo que siempre se ha llamado la política social. Durante más de dos siglos siempre se aceptó. El Capitalismo Empresarial fue socio del Estado Benefactor y para nada mortificaba que el organismo oficial suministrara en forma gratuita bienes y servicios para satisfacer las necesidades de los pobres. El asistencialismo era parte de la esencia del Estado y principio fundacional desde finales de los años mil setecientos. Pero cuando el Capitalismo Rentista tomó fuerza en los años ochentas del siglo pasado y los fondos de inversión cogieron al Estado de marrano para su negocio, la doctrina neoliberal, que respalda conceptualmente a esta modalidad del sistema económico, satanizó la función de otorgar gratuitamente bienes y servicios a los pobres y de manera despectiva condenan el asistencialismo como un pecado de lesa humanidad. Bajo esta consigna, la tarea del Estado es simplemente limitarse a recaudar impuestos para pagar cumplidamente el servicio de la deuda a los fondos de inversión y demás especuladores del dinero, evitando gastar los recursos fiscales en el sostenimiento de los pobres. Ahora cuando el gobierno nacional anuncia un programa de suministrar a los pobres vivienda gratis, al mejor estilo del Estado Moderno pero en contra de los principios del Estado Postmoderno que se limita simplemente a garantizarles derechos, como si con los derechos los pobres comieran pero sin entregarles ningún satisfactor de necesidades, saltan al debate público los neoliberales a censurar el proyecto utilizando toda clase de epítetos para condenar la aplicación de una acción que corresponde consecuentemente con la razón de ser del Estado, porque para los neoliberales, los pobres deben, ellos mismos, salir de la pobreza aprovechando las supuestas oportunidades que son, también supuestamente, iguales para todos, en lugar de realizar programas como los de la vivienda gratis que según ellos, corresponde simplemente al populismo de Santos.