martes, 25 de septiembre de 2018

LA AUSENCIA DEL PARTIDO LIBERAL

La actual coyuntura política que vive el país permite sacar conclusiones sobre la falta que hace el Partido Liberal. Claro, está ahí en el escenario político; pero eso que hay hoy es otra cosa, que no se identifica con la tradición y la identidad política nacional. Ese partido es parte de los ancestros y la cultura política nacional, identificado como la organización que representa los intereses del pueblo o las clases menos favorecidas. Pero hoy, después de que el padre del Neoliberalismo en Colombia, Cesar Gaviria, lo llevara a la destrucción, ha dejado un vacío político que hasta ahora, no ha sido posible llenar.

Ese nefasto personaje Cesar Gaviria, quien le debe mucha información al país sobre lo ocurrido entre 1988 y 1993, que la opinión pública no conoce porque han sido operaciones encubiertas, se tomó el Partido Liberal y arrasó los postulados doctrinarios aprobados por la Constituyente Liberal del año 2002, donde participó como uno de los ideólogos, Hernando Agudelo Villa (qepd). En ese evento, el partido se declaró Socialdemócrata y adoptó una plataforma consecuente con esta línea de pensamiento, que luego Gaviria tiró por la borda para ubicar la organización en la más vulgar y descarada línea del pensamiento neoliberal. Le tocó a Gustavo Petro en la campaña presidencial pasada, agitar propuestas programáticas concordantes con el pensamiento liberal, pero por sus antecedentes políticos en la vieja izquierda del siglo XX, dio la papaya para que la extrema derecha montara una campaña de mentiras y engaños al elector, que al final dio con el regreso al gobierno de la más extrema postura neoliberal, embadurnada con el ideario neonazi. Si esas mismas propuestas hubieran sido agitadas por el Partido Liberal, donde pertenecen, a los enemigos les habría quedado muy difícil utilizar para el ataque los mismos argumentos que utilizaron contra Petro.

Ahora surge un fenómeno al interior del Partido que nuevamente abre las esperanzas. Un grupo de 22 dirigentes reconocidos renunció a la organización y se propone rescatar las banderas consignadas en la plataforma doctrinaria, que son totalmente opuestas a las políticas neoliberales que están destruyendo a Colombia. Por supuesto quienes han usurpado el nombre del partido alrededor de Gaviria, han minimizado el hecho por el tamaño del grupo; pero no reconocen que en el nivel de líderes medios y populares existe una gran masa de agentes del verdadero pensamiento liberal que probablemente responderán al llamado de estos dirigentes. Muy pocos creen que en Colombia hay ocho millones de petristas; de ahí hay por lo menos la tercera parte que son liberales y otra tercera parte que son antiuribistas.

Gaviria está aferrado al Partido por el manejo de los cuantiosos recursos financieros de la organización y por mantener el tráfico de avales, con el que ha sostenido la adhesión de los mercaderes electorales que hoy son mayoría en la dirigencia del partido; y todo, para ver cómo coloca a su hijo Simón, por un lado, y le responde a los intereses de los grupos internacionales que lo tuvieron por varios años colocado en la OEA, por el otro. Pero a pesar de todo ese poder, se espera que el grupo de disidentes que acaba de nacer, retome la senda política correcta y direccione una estrategia que permita en el escenario político nacional acabar con la ausencia del Partido Liberal.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

EL AÑO DEL MIPG


El 11 de este mes se cumplió un año de la expedición del Decreto 1499 de 2017 y por ello bien vale hacer unas reflexiones sobre esa norma, que, como se puede apreciar después de este tiempo, es otra de las pataleadas de ahogado del centralismo bogotano por armar un modelo de gerencia pública capaz de aplicar el espíritu de la Constitución Política en materia de transformación del Estado, para alejarlo de una vez por todas, del modelo burocrático que imperó en época del Estado del Bienestar que fue el propio en la fase del Capitalismo Industrial y que ahora le llaman populista.

Inicialmente fue la Ley 87 de 1993 y más adelante la Ley 489 de 1998, que fue complementada con la Ley 872 de 2003, que hace un año fue derogada mediante el decreto en referencia, que se expidió con la fuerza que le otorgó la Ley 1753 de 2015, mejor dicho un sancocho normativo que muestra el desorden del nivel central, que cada cierto tiempo cambia las disposiciones sobre el andamiaje del Estado en relación con la gestión pública.

Pasado este año, también se puede comprobar el desconocimiento que el nivel nacional tiene de la realidad administrativa en las entidades territoriales. Digamos que es válido el intento por unificar en un solo instrumento el marco de referencia para definir los patrones administrativos en los niveles territoriales; pero no es razonable inspirarse en fuentes extranjeras para abordar la problemática gerencial en realidades tan diversas y en muchos casos tan rudimentarias en que se realiza la administración pública de los municipios colombianos; y lo peor aún, atropellando principios elementales de la teoría que sustenta la gestión pública.

Es cierto que en Colombia rige el enfoque jurídico de la administración pública, heredado del viejo Estado de Derecho que los alemanes crearon en 1910. Pero tampoco para creer que a punta de leyes y decretos, de manera automática y como por encanto, se dinamizan los procesos institucionales y los sociales, sin que medie una acción deliberada y planificada de los actores para impulsar los procesos necesarios hacia el logro de los objetivos. Ellos, los bogotanos, creen que acá en los municipios de categoría seis, es como soplando y haciendo botellas y que basta con dictar la norma y acompañarla con una sofisticada y anti-estratégica guía, para que las administraciones municipales se ajusten a los deseos de quienes tienen la decisión en el nivel central. Por eso hoy vemos a la mayoría de municipios, por lo menos en el suroccidente del país, luchando atormentados por cumplir, sin que haya convencimiento de sus bondades, las consabidas políticas de arriba hacia abajo al cumplirse el año del MIPG.

martes, 11 de septiembre de 2018

LA ESENCIA DEL CAPITALISMO POSTINDUSTRIAL

Lo que hizo carrasquilla no tiene nada especial. Actuó, simplemente, siguiendo los patrones de la modalidad de capitalismo que hoy impera, cuyo origen se remonta a 1930, cuando los rentistas asimilaron la experiencia de la crisis de 1928 que a muchos llevó a la ruina. La causa de esa fatalidad fue que ellos habían colocado su capital de especulación en manos de los industriales y estos habían tenido pérdidas por los efectos en la economía causados por la guerra mundial del decenio anterior. El aprendizaje era sencillo: no colocar el capital en manos de los privados, que deben ir al mercado y tener éxito, para poder pagarles la deuda, sino, coger al Estado de marrano para colocar su dinero en manos de este organismo, bajo el supuesto de que el Estado nunca quiebra. 

Desde entonces los rentistas iniciaron un proceso de avance y conquistas jurídicas para proteger el negocio, que comenzó con la sustentación conceptual, para lo cual utilizaron los planteamientos del neoclasicismo; en los años cuarenta se constituyeron como secta en la reunión de Mont Pelerin; en los años cincuenta penetraron la institución académica con las teorías de Milton Friedman; en los años sesenta ingresaron a la política sustentándose en el “Manifiesto Capitalista”, hasta que coronaron con la toma del Poder de Estado en la elección de Thatcher y Reagan en RU y USA, respectivamente. Desde ahí y durante los años ochenta, cocinaron todo el paquete teórico y normativo que se cristalizó internacionalmente en el Consenso de Washington y en Colombia con la Ley 51 de 1990, la Constitución de 1991 y posteriormente, se extendió a los municipios con los “Bonos Carrasquilla”.

Primero estrangularon las finanzas del Estado arrebatándole el banco central y exonerando de impuestos a los ricos, de modo que el organismo se viera obligado a recurrir a ellos en busca de recursos, para lo cual expidieron las leyes respectivas. Así, la principal fuente de ingresos del Estado es la colocación de títulos de deuda en el mercado de capitales, los cuales compran los especuladores internacionales del dinero a cambio de jugosos intereses. Luego, es enviar a la Dian a cobrar impuestos para que les paguen cumplidamente el vencimiento de los títulos.

Carrasquilla lo que hizo fue trasladar el perverso esquema a los municipios y en lugar de la Dian, que estos no tienen, recurrir a las transferencias de la Nación para asegurar el pago de los papeles. Pero, dentro de los postulados neoliberales, el mecanismo es totalmente sano y normal. Es mas bien, una inteligente jugada para realizar el misto negocio, pero no con el nivel central que ya está saturado, sino con entidades territoriales. Es crear una nueva alternativa para la colocación del capital en manos del Estado, y con ello negocio seguro, de importantes sumas de dinero provenientes de los elevadísimos montos de capital de especulación que tienen los Fondos de Inversión en sus manos y que ya no saben dónde colocarlo porque la acumulación es demasiadamente elevada y los riesgos son cada vez mayores. Carrasquilla simplemente, sin ética pública ni sentido humanista, propició la creación del piso legal para permitir una operación que en la actual modalidad del sistema económico salvaje es absolutamente normal y que constituye la esencia del capitalismo postindustrial.

martes, 4 de septiembre de 2018

EL CARTEL DE LA RESERVA FEDERAL

Durante casi toda la historia de la economía, la moneda o el dinero, siempre fue un medio de cambio, donde su uso era para pagar transacciones de compra-venta de cualquier mercancía, requerida por su utilidad o capacidad de satisfacer una necesidad humana. Pero ahora en época del Capitalismo Rentista, uno de los atributos de esta modalidad del sistema económico, es que han convertido el dinero en una mercancía en sí misma. Sin contener satisfactores de necesidades humanas, el dinero ahora es objeto de compra-venta para sacar ganancia, lo cual ejecutan mediante métodos especulativos.

En tales condiciones, son por supuesto, las autoridades monetarias las más importantes instituciones y por ello son presa de la rapacidad de los grupos de poder, en cuyo curubito se ubica la Reserva Federal de Estados Unidos, organismo privado que desde 1913, disfruta de la competencia de emitir o imprimir los dólares oficiales de todo el mundo. Es el único banco central privado que existe y son solo ocho los potentados apellidos que gozan de tan magno privilegio: Rothschilds, Moses Seif, Lazard, Warburg, Kuhn-Loeb, Goldman-Sachs, Lehman y Rockefeller, quienes siempre han defendido a capa y espada su imponente negocio, hasta asesinando, como lo hicieron con el Presidente Kennedy, cuando este trató de crear un sistema de emisión de dinero directamente desde el gobierno.

La FED, como se le conoce, ocasiona devaluaciones y revaluaciones y todo tipo de traumatismos en el sector monetario de las naciones emergentes cuando le da la gana. Sube su tasa de interés y propicia el flujo de dólares hacia Estados Unidos desde todos los países, produciendo aumento en el precio del dólar como ocurrió en Argentina recientemente y en Colombia hace algunos años. Es natural que los especuladores internacionales del dinero prefieran comprar papeles de USA que los de países subdesarrollados. También ha ocurrido que bajan la tasa de interés a cero y así los dólares se van para otros lugares fuera de USA, generando revaluación de las monedas nacionales.

Dos de los principales enemigos de la FED son la Banca Islámica y los narcotraficantes, ambos tenedores de los dólares que ellos imprimen, porque se salen de su control y dominio, el cual ejercen presionando los bancos centrales de todo el mundo occidental, con mucho poder desde el Acuerdo de Bretton Woods en 1944, en pleno Capitalismo Industrial, y mayor aún desde 1989 con el Consenso de Washington. Por eso las encarnizadas guerras en contra de los musulmanes y los traficantes. Hoy dominan los bancos centrales de la mayoría de países y desde su sede imponen las políticas monetarias de todos, originando traumatismos en las economías nacionales derivados de los fenómenos cambiarios que surgen por los flujos de dólares de un país a otro. Son propiamente los dueños del mundo, que operan con un poder extraordinario y utilizando métodos propios de una mafia, por lo que muchos analistas le han calificado como el Cartel de la Reserva Federal.