La actual coyuntura política que vive el país permite sacar
conclusiones sobre la falta que hace el Partido Liberal. Claro, está ahí en el
escenario político; pero eso que hay hoy es otra cosa, que no se identifica con
la tradición y la identidad política nacional. Ese partido es parte de los
ancestros y la cultura política nacional, identificado como la organización que
representa los intereses del pueblo o las clases menos favorecidas. Pero hoy,
después de que el padre del Neoliberalismo en Colombia, Cesar Gaviria, lo
llevara a la destrucción, ha dejado un vacío político que hasta ahora, no ha
sido posible llenar.
Ese nefasto personaje Cesar Gaviria, quien le debe mucha información al
país sobre lo ocurrido entre 1988 y 1993, que la opinión pública no conoce
porque han sido operaciones encubiertas, se tomó el Partido Liberal y arrasó
los postulados doctrinarios aprobados por la Constituyente Liberal del año
2002, donde participó como uno de los ideólogos, Hernando Agudelo Villa (qepd).
En ese evento, el partido se declaró Socialdemócrata y adoptó una plataforma
consecuente con esta línea de pensamiento, que luego Gaviria tiró por la borda
para ubicar la organización en la más vulgar y descarada línea del pensamiento
neoliberal. Le tocó a Gustavo Petro en la campaña presidencial pasada, agitar
propuestas programáticas concordantes con el pensamiento liberal, pero por sus
antecedentes políticos en la vieja izquierda del siglo XX, dio la papaya para
que la extrema derecha montara una campaña de mentiras y engaños al elector,
que al final dio con el regreso al gobierno de la más extrema postura
neoliberal, embadurnada con el ideario neonazi. Si esas mismas propuestas
hubieran sido agitadas por el Partido Liberal, donde pertenecen, a los enemigos
les habría quedado muy difícil utilizar para el ataque los mismos argumentos que
utilizaron contra Petro.
Ahora surge un fenómeno al interior del Partido que nuevamente abre las
esperanzas. Un grupo de 22 dirigentes reconocidos renunció a la organización y
se propone rescatar las banderas consignadas en la plataforma doctrinaria, que
son totalmente opuestas a las políticas neoliberales que están destruyendo a
Colombia. Por supuesto quienes han usurpado el nombre del partido alrededor de
Gaviria, han minimizado el hecho por el tamaño del grupo; pero no reconocen que
en el nivel de líderes medios y populares existe una gran masa de agentes del
verdadero pensamiento liberal que probablemente responderán al llamado de estos
dirigentes. Muy pocos creen que en Colombia hay ocho millones de petristas; de
ahí hay por lo menos la tercera parte que son liberales y otra tercera parte
que son antiuribistas.
Gaviria
está aferrado al Partido por el manejo de los cuantiosos recursos financieros
de la organización y por mantener el tráfico de avales, con el que ha sostenido
la adhesión de los mercaderes electorales que hoy son mayoría en la dirigencia
del partido; y todo, para ver cómo coloca a su hijo Simón, por un lado, y le
responde a los intereses de los grupos internacionales que lo tuvieron por
varios años colocado en la OEA, por el otro. Pero a pesar de todo ese poder, se
espera que el grupo de disidentes que acaba de nacer, retome la senda política
correcta y direccione una estrategia que permita en el escenario político
nacional acabar con la ausencia del Partido Liberal.
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