jueves, 28 de junio de 2018

LOS EFECTOS DE LA LEY DEL MERCADO


El mercado ha sido aceptado casi universalmente como el mecanismo más adecuado para dinamizar el sistema económico y ya son muy pocos en todo el mundo, los que se refieren al mecanismo alternativo de la planificación, cuya vigencia histórica se derrumbó en los años ochenta. Pero el mercado no es que sea un dechado de virtudes. Sus leyes son implacables y como no obedecen a una autoridad humana sino a una racionalidad basada en la rentabilidad económica o financiera y las conveniencias individuales que determinan la conducta de la persona, los resultados casi siempre se alejan de la ley natural y de la lógica humana.

La estructura del citado mecanismo tiene dos fuerzas antagónicas que definen acciones y posturas individuales y colectivas. O se maneja el enfoque de oferta, o se maneja el enfoque de demanda, como lo podemos ver en estos días para dos temas muy importantes que se están tratando en la opinión pública: los cultivos de uso ilícito y el salario mínimo. En el primer caso, se dice que es necesario fumigar los cultivos para bajar la oferta y disminuir el volumen de tráfico internacional y por supuesto para bajar la salida de dólares del Estados Unidos, que es lo que verdaderamente le preocupa al gobierno de ese país; en el segundo caso se dice que es necesario bajar el salario y los impuestos al capital para generar empleo. Ahí se están atacando los hechos que preocupan recurriendo a medidas de intervención en la oferta, como si los agentes del mercado o narcotraficantes, incurren en la arriesgada operación a ver si de pronto encuentran a alguien quien les compre y por otro lado, como si los empresarios realizan las inversiones considerando sus costos sin saber dónde van a vender sus productos.

Por otro lado está el enfoque de demanda cuyo planteamiento se basa en que para cualquier negocio, primero hay que estudiar la demanda, es decir, quien, donde, cuanto y como se comprará el bien que se pretende producir. Así, la producción de coca es el resultado de la presión que los consumidores ejercen en los países desarrollados, quienes de paso, son quienes tienen los ingresos suficientes para ofrecer precios rentables que hacen atractivo el negocio, aunque los costos de distribución sean elevados por tantos intermediarios y controles legales. De la misma manera, de nada sirve a un empresario que los costos sean muy bajos si en el mercado no hay suficientes compradores de sus productos.

Lo que se observa en la práctica es que los empresarios crean puestos de trabajo cuando tienen pedidos y existe la necesidad de satisfacer a sus clientes, independientemente de los costos que deben asumir, porque al atender un pedido, ya los precios de la negociación han cubierto los costos inherentes. Los partidarios de este enfoque plantean que la única forma de incrementar el empleo no es bajando salario ni exonerando de impuestos, sino incrementando la Demanda Agregada, que depende fundamentalmente del nivel general de ingresos familiares donde el Gasto Público desempeña un significativo papel y en el caso de los salarios, precisamente lo que se requiere es niveles altos que le otorguen a los trabajadores capacidad de compra para que las empresas tengan más facilidad para vender su mercancía, cumpliéndose de esta manera los efectos de la ley del mercado.

martes, 19 de junio de 2018

LOS CAMBIOS POSELECTORALES

Los resultados de las elecciones del domingo pasado no dejan sorpresas, a pesar del entusiasmo y fervor que se observó en la campaña del candidato anti-establecimiento, que asustó a los políticos tradicionales pero que, según la lógica de la historia, no era posible que sobrepasara al candidato de las elites de poder de la noche a la mañana, sin que se viviera un proceso consecuente con la cultura política colombiana.

En lo socioeconómico, probablemente no se verán cambios durante los próximos cuatro años. El mismo Capitalismo Rentista con su soporte paradigmático en el pensamiento neoliberal, seguirá imponiendo las políticas que siempre han respondido a sus intereses. El eje será la política fiscal dedicada casi exclusivamente a pagar cumplido el servicio de la deuda, para satisfacer a los especuladores internacionales del dinero, complementada con una política monetaria de control a la inflación y reforzada con la privatización de los bienes públicos, todo para bajar el Gasto Público, que es lo que quita el sueño a los neoliberales, para no poner en riesgo el pago de la deuda.

Pero en el campo político sí es probable que se generen fenómenos nuevos e impredecibles antes del proceso electoral, donde se evidencia que el “voto en contra” otra vez tuvo protagonismo, como en el plebiscito y en la primera vuelta. Cuántos votos a favor de Duque son el resultado del temor ocasionado por la propaganda negra en contra de Petro y cuántos por la rabia en contra de la vieja izquierda del siglo pasado? Así mismo, no se puede creer que hay 8 millones de simpatizantes de Petro y que no existen los ciudadanos que están cansados de ver la forma como las elites tradicionales de poder manejan el Estado y administran la cosa pública.

Y si profundizamos un poco en la reflexión, podemos pensar que, de todas maneras, se está iniciando un cambio en las costumbres políticas y, por qué no, en la cultura política colombiana. Hoy hay 8 millones de ciudadanos que no votaron a cambio de prebendas personales, puestos, contratos o dinero, sino que se acercaron a la mesa de votación movidas por su propia voluntad y conciencia, manifestando su aversión al uribismo, a la corrupción, a la impunidad y demás prácticas que han caracterizado el sistema político nacional. Es decir, que hay un elevado número de electores susceptible de canalizar hacia otros propósitos con más conciencia ciudadana y mayor sentido de lo público, siempre que se aplique el liderazgo adecuado.

Se reitera la cultura caudillista de nuestro medio. La campaña se hizo agitando nombres de personas y la gente no votó con base en el programa de gobierno sino en la persona. Pero es un inicio que una conducción social apropiada puede transformar para que sean las organizaciones políticas y las propuestas, las que en el futuro motiven el voto de los ciudadanos. Igualmente se puede deducir, que la gente quiere el cambio, pero que un candidato proveniente de la vieja izquierda del siglo pasado, probablemente no puede ser, aunque tenga mucho carisma, porque da el papayaso para que le monten la guerra sucia. De otro lado, los hechos del Partido Liberal, donde las bases se rebelaron contra su jefe y fueron consecuentes con las bases ideológicas del partido, también es un hecho que se debe analizar y todos esto, más otras situaciones, constituyen los argumentos para prever los cambios poselectorales.

martes, 12 de junio de 2018

EL MITO DEL CAPITAL EXTRANJERO

     Como tema de campaña electoral para la elección de presidente, nuevamente se ha tratado el asunto de la entrada al país del capital extranjero, en unos casos para defender candidatos, en otros para atacarlos, pero en todos los casos, considerando que la inversión extrajera es la panacea para lograr los fines del desarrollo y principalmente para la generación de empleo.
     No obstante las creencias populares y la realidad aparente del fenómeno, uno de los enfoques en la teoría del desarrollo y la historia económica, nos muestran que dicho suceso no es tan bondadoso y que los beneficios para el país en el largo plazo son muy discutibles, lo cual también es corroborado con los registros estadísticos de la Balanza de Pagos. La historia dice que, si en 1848 no hubieran ganado los Conservadores y con ello la apertura del país al capital inglés, sino que hubieran triunfado los Liberales, probablemente Colombia se hubiera industrializado fortaleciendo los desarrollos aun incipientes de aquella época. También dice que si en el siglo XIX los ingleses no hubieran despreciado a Japón penetrando a China, los nipones no se hubieran industrializado. En el siglo pasado hubo toda una corriente de pensamiento basada en la Teoría del Valor, que demostró suficientemente las consecuencias negativas del capital extranjero.
     El siglo pasado, en 1958 nos dijeron que era necesario el capital extranjero para el desarrollo colombiano y con el argumento del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, se vino la avalancha de empresas multinacionales; pero veinte años después, luego de explotar suficientemente el mercado interno, recuperar toda la inversión y maximizar las ganancias durante el período, en los años ochenta abandonaron el país dejando la chatarra en valor de salvamento y solo en algunas excepciones, vendieron las marcas para la permanencia en Colombia, dejando otra vez la base económica, a merced del comercio internacional.
     En el siglo pasado la propuesta contaba con soportes teóricos suficientes porque imperaba en enfoque del Desarrollo Exógeno; pero hoy, los conceptos se refieren al Desarrollo Endógeno que obliga a propiciar la acumulación de capital desde adentro y con el aprovechamiento de los recursos y potencialidades existentes. De otro lado, basta con examinar las series históricas de las cifras consignadas en la Balanza de Pagos, para establecer los flujos de entrada y salida de capitales y con ello ver el saldo a favor o en contra en la economía colombiana. El capital extranjero no llega al país por altruismo, sino por las bondades del negocio y por ello, independientemente de quien es el presidente, si el negocio es bueno en tanto genera suficientes utilidades para llevarse, entran; o sino no vienen. Las series en la Balanza de Pagos muestran claramente que durante los últimos veinte años, ha sido más la cantidad que salió de Colombia por concepto de giro de utilidades, que la que entró por concepto de capital principal, el cual algún día también se llevarán.
     Y más grave es hoy, cuando el capital que llega es el que antes le llamaban capital de especulación y que hoy le llaman inversión, el cual no genera empleo sino que ha convertido el dinero en una mercancía para hacer negocios, muy distante a la época en que el dinero era solo un medio de pago y los negocios se hacían con bienes y servicios. Por ello no se puede descartar la posibilidad de propiciar la acumulación interna de capital, a partir del propio capital humano nacional y el aprovechamiento de las potencialidades internas, de modo que podamos desmontar el mito del capital extranjero.

martes, 5 de junio de 2018

EL CUENTO DE LA POLARIZACIÓN POLÍTICA


A raíz de la campaña política que se realiza en el país, ha tomado fuerza en la opinión pública la idea de que Colombia está polarizado, lo cual es perjudicial para la convivencia armónica de la sociedad; pero si reflexionamos con detenimiento, vemos que dicha polarización es más un invento de la imaginación en la gran prensa bogotana, que una realidad sociopolítica presente en la vida nacional.

Sin mirar las condiciones personales de los candidato ni su pasado, lo cual es importante pero no determinante de la calidad del gobierno, encontramos que hoy la confrontación es, simplemente, entre dos modelos económicos, ambos dentro del mismo sistema capitalista. Por una parte está el modelo del Capitalismo Rentista con sustento en el pensamiento neoliberal, de la era postindustrial, que desde hace treinta años impera; y por otro lado está el Capitalismo Empresarial con sustento en el pensamiento del Liberalismo Social propio del Estado del Bienestar, de la era industrial, que existió en Colombia hasta 1980. O sea que en ambos casos ya existen experiencias reales en el país. El primero, cuya política económica se orienta al control de la inflación para favorecer al capital rentista, el segundo con la política económica que se orienta al pleno empleo para favorecer a los industriales. El primero con una política fiscal restrictiva orientada a bajar el Gasto Público, el segundo con una política fiscal expansiva sin frenar el gasto público. El primero con la política monetaria de inflación objetivo y el otro con una política monetaria de incremento de la demanda agregada; el primero con una política cambiaria de tipo de cambio flexible y el segundo con una política cambiaria de tipo de cambio fijo. El primero con crecimiento hacia afuera y objetivo en el mercado externo y el segundo con crecimiento hacia adentro y objetivo en el mercado interno. El primero con privilegio en los sectores terciarios y el segundo con privilegios en los sectores secundarios. El primero con la privatización de los bienes públicos y el segundo con los bienes públicos en el seno del Estado.

Pero ninguno de los dos candidatos habla de cambiar el sistema económico y por supuesto, ambos proponen sostener el mecanismo de mercado como medio para el funcionamiento del sistema; además porque el sistema planificado, propio de las economías socialistas, es anacrónico y no tiene vigencia histórica, por lo cual proponerlo en una campaña presidencial sería una locura.

Salvo que los autores doctrinarios, Von Hayek por un lado y Keynes por el otro, sean el uno de derecha y el otro de izquierda, podría hablarse de polarización, lo cual no es cierto. De lo contrario no hay tales polos extremos. Lo que sí se aprecia es que en un bando están juntos los grupos político que hacen parte de la oligarquía y siempre han estado sosteniendo el establecimiento y por otro lado está los grupos que no han hecho parte del establecimiento y por lo tanto no han estado metidos dentro de la mermelada. Pero eso no los hace ni de derecha ni de izquierda, porque ambos deben operar dentro de las reglas del régimen y del sistema político existentes, por lo cual ambos son eso: simplemente actores políticos de un mismo régimen, que no pueden modificar, salvo que se cambien la Constitución y la Ley.

Pero los periodistas de los grande medios de Bogotá, tienen gran capacidad para crear opinión y tal vez por su propia ignorancia o por intensión preconcebida, han creado un escenario que en la realidad no existe y que está propiciando enfrentamientos entre la ciudadanía que son verdaderamente innecesarios y peligrosos, los cuales no se justifican y solo existen por el efecto que produce el cuento de la polarización política.