jueves, 24 de noviembre de 2022

EL PELIGRO PARA LOS FONDOS DE PENSIONES

Como es de público conocimiento, el tan anunciado desplome definitivo del modelo neoliberal es ya una realidad inminente, que probablemente ocurrirá en esta misma década, cuyo más relevante síntoma es la inflación mundial, señal que muestra la sobrecarga del sector monetario por encima del sector real de la economía global, complementado con el sobreendeudamiento de casi todos los Estados y el desecamiento de la base tributaria que impedirá muy pronto el pago del servicio de la deuda.

Varias veces se ha dicho que la causa estructural, que llevará a la sepultura del neoliberalismo, además de la voracidad de sus actores protagonistas, es haber convertido el dinero en una mercancía y abandonado el aparato productivo. Pero ya es muy tarde, como lo ha reconocido hasta el mismo Jacobo Rothschild, uno de los beneficiarios más connotados del modelo. El evento principal de la caída ocurrirá el próximo año, para cuando se anuncia la recesión mundial y, posteriormente, el colapso definitivo.

Por supuesto, los afectados con el desastre el modelo neoliberal son los capitalistas rentistas, principalmente los agrupados en los fondos ya conocidos como Blackrock, Vanguard, Fidelity, Morgan, Goldman, entre otros, que han concentrado tanta riqueza, cuyo patrimonio se calcula en 44 billones de dólares para los diez fondos más grandes. Pero también otros organismos privados que se han dedicado a captar ahorro o capital de especulación a todo tipo de personas naturales y jurídicas, serán duramente golpeados, similarmente a lo que les ocurrió a los rentistas en 1928. El campanazo se dio en 2008, que Obama pudo sobrellevar, pero no eliminar la causa, que es de fondo. Siguió cocinándose el motivo y ahora en los años veinte reventará definitivamente porque el mundo ya no soporta más ese esquema financiero.

Claro, la caída del modelo no es selectiva y por el contrario, los grandes seguramente se protegerán; pero los pequeños, los de países subdesarrollados donde el capital es escaso y con esfuerzo se produce ahorro interno, el azote será mayor y es ahí donde Colombia tendrá un impacto muy grave.

Por supuesto, los fondos privados de pensiones no están exentos del desastre neoliberal; estos, quienes operan en el sector financiero y en el mercado de capitales con los patrones universales del modelo neoliberal, también les tocará llevar del bulto. Pero hasta ahí, no hay problema; el problema es que según la legislación vigente, que ha sido acomodada para proteger los intereses de los fondos, estos trasladarán el descalabro a los ahorradores y serán los depositantes del dinero, quienes lo han hecho con la esperanza de obtener en el largo plazo una pensión, se quedarán viendo un chispero, porque será el mercado y no los depositarios, el responsable de la perdida de los fondos. Habrá una tragedia para miles de personas, pero esa es la ley del mercado en el modelo neoliberal que está operando en Colombia y que se convierte en el peligro para los fondos de pensiones.

viernes, 18 de noviembre de 2022

LA FALACIA DEL CAPITAL EXTRANJERO

 Uno de los argumentos que utilizan los beneficiarios del actual establecimiento neoliberal para defender el statu quo, es el intento de miedo que pretenden crear haciendo terrorismo, amenazando con la posible fuga de las empresas extranjeras del país, como si la presencia de dichas inversiones causara mucho beneficio. Como siempre el trasnochado argumento del empleo, que tuvo vigencia durante la época del desarrollo exógeno en el siglo pasado, pero que ahora, en época del desarrollo endógeno, el argumento pierde importancia. 

Traigo el recuerdo de una columna publicada el 12 de enero de 2006 en el diario El Liberal con el mismo titular de esta nota, donde se señalaba que las empresas extranjeras no son monjitas de la caridad, que llegan al país a brindar beneficencia; pues como se vio con el modelo de “Industrialización por sustitución de importaciones” impuesto por la CEPAL en 1958, ellas llegan y permanecen mientras dura la vida útil del proyecto y se realiza la TIR que han utilizado para tomar la decisión. 

Decía el artículo de marras en 2006, que “examinando las cifras de la Balanza de Pagos, se reitera la afirmación que desde hace cuarenta años se viene haciendo en los círculos académicos: que el capital extranjero es más el daño que hace que el beneficio que trae para el desarrollo. Y eso que, a mediados del siglo pasado, en la época del capitalismo empresarial, la inversión extranjera era esencialmente de riesgo, con creación de nuevas empresas y absorción de mano de obra. ¿Cómo será ahora que es solamente especulativa y rentista? 

Observando los datos del período 1994-2004, es decir durante 11 años, vemos que a Colombia le llegaron 43.465 millones de dólares por concepto de inversión extranjera. Pero durante ese mismo período salieron 34.689 millones de dólares por concepto de renta y ganancias de la inversión extranjera, que lógicamente, los inversionistas se llevan para acumular y hacer riqueza en el país de origen, desocupando así las arcas de la economía nacional; porque nadie hace negocios para no ganar dinero. O sea que salió del el 80 % de lo que entró y hasta ahí el país sigue debiendo a los inversionistas el 100 % de la inversión realizada, o sea que al corte de final de 2004 y en los 11 años, a cambio de los 43.465 millones de dólares que recibió el país, este debió pagar 78.334 millones de dólares o sea el 180 % de lo recibido. Como durante ese mismo período las divisas que el país consiguió con el sudor de los colombianos, es decir, las que son de propiedad porque se obtienen con las exportaciones, fueron de 129.804 millones de dólares, lo que quiere decir, que el 27 % de este esfuerzo se lo llevó la inversión extranjera y hasta ahí, no se ha comprado nada por importaciones. Como el aparato productivo nacional necesitó durante ese período para funcionar importaciones de bienes intermedios por 61.642 millones de dólares, solamente quedaron divisas propias por 33.473 millones de dólares para comprar los bienes de consumo y los bienes de capital necesarios para reponer equipos y maquinaria y hacer nuevas inversiones. Como Estos dos sumaron 75.142 millones de dólares, quiere decir que hubo un faltante de divisas propias por valor de 41.669. Si los inversionistas extranjeros no se hubieran llevado como ganancias esos 34.689 millones de dólares, solamente hubiera habido un faltante de 6.980 millones de dólares. 

Si examinamos las cifras para el primer lustro del Siglo XXI, hasta la mitad de 2005, vemos que a Colombia entró 17.840 millones de dólares de capital extranjero, pero salió por concepto de renta y ganancias 18.885 millones de dólares, 105.9 % de lo que entró y hasta ahí, todavía el país sigue debiendo los 17.840 millones que entraron. O sea que durante lo que va corrido de este siglo desde enero de 2001 hasta junio de 2005, no entró capital extranjero, sino que salió en cuantía de 1.045 millones de dólares. Y eso que para esta época ya estaba en operación la política de Uribe que tanto ha defendido los negocios del capital extranjero”.

Hoy la situación es bastante diferente, por la modalidad imperante del capital de especulación, que diluye las cifras en la contabilidad económica; pero varias investigaciones sobre desarrollo económico en el mundo, han demostrado que más vale construir el capital internamente utilizando el trabajo humano, para demostrar la falacia del capital extranjero.

viernes, 11 de noviembre de 2022

LOS VERDADEROS ATRIBUTOS DEL CAPITAL

Desde la época de los clásicos en el Siglo XIX, se dijo que los factores de la economía son tierra, capital y trabajo y, desde entonces, el análisis político de la economía se centra, principalmente, en los factores capital y trabajo, examinando la contribución de cada uno en el producto bruto y, por supuesto, en la irrigación en el conjunto de la economía de los ingresos que generan las actividades de estos factores. 

Mediante el uso de los aparatos ideológicos, principalmente los medios mercantiles de comunicación social, se ha hecho creer a la sociedad que el factor capital es como caído del cielo, que es la mano de Dios, que su bondad está por encima del bien y del mal, que toda la comunidad le debe agradecimientos porque este factor es el que genera empleo, alimenta la oferta de bienes y servicios en el mercado y propicia el progreso. No obstante, en la realidad, casi siempre se observa la preocupación de quienes poseen capital y no encuentran el recurso humano necesario para poner a trabajar el recurso financiero. Pues el factor capital es inerte y no genera vida en sí mismo, si no se le inyecta el factor trabajo, que dinamiza la actividad económica del mismo. Lo demás, es caer en el capitalismo rentista, que hoy tiene la economía mundial en las puertas del colapso. 

También desde la época de los clásicos, se dijo que la riqueza, o el valor, que ya acumulado se convierte en capital, proviene del trabajo humano, por lo que en el siglo XVII, se produjo la acumulación originaria de capital del mundo, base del sistema capitalista, gracias al trabajo de los artesanos, así como en Colombia, la acumulación originaria ocurrió gracias a la producción de café, realizada durante un siglo, desde finales del siglo XIX. 

Ante la creencia generalizada del supuesto altruismo o generosidad filantrópica del capital, sus propietarios se han creído los hijos mimados de la sociedad, los privilegiados que están por encima de los demás humanos, los dueños del Estado, a quienes se les debe rendir pleitesía porque al capital se le debe la vida misma. Pero se oculta el papel del trabajo humano en la construcción de este recurso y, principalmente, se esconde el hecho de que, si no hay capital, el trabajo humano, solito, puede generar los bienes y servicios necesarios para la subsistencia, mientras que el capital, solito, es un elemento estático en la economía. Entonces, la amenaza de la fuga, o de la llegada capitales del extranjero, no tiene la connotación o mérito que publicitariamente se ha dicho; porque, puede causar efectos de corto plazo, pero no constituye el factor total del sostenimiento de la economía. 

Ante el inminente derrumbe del modelo neoliberal en el mundo, que probablemente sucederá en esta misma década, lo que Colombia necesita es implantar una estructura propia que, basada en el capital humano, consolide el aparato productivo y disminuya la dependencia que tiene frente a las fuerzas internacionales, que, como lo estamos viendo, causan enorme golpe a la situación nacional con los movimientos globales. Parece que, este país, y tal vez todos los del mundo, lo que necesitan es volver a cerrarse para que cada uno por su cuenta luche por la consolidación de su economía independientemente de las fuerzas globales, recurriendo al trabajo humano para reconstruir la acumulación de valor suficiente, y así aprovechar eficazmente los verdaderos atributos del capital. 

jueves, 3 de noviembre de 2022

CRÓNICA DE UN TRANCÓN ANUNCIADO

Con el caso de la reforma tributaria y otras propuestas del actual gobierno, elegido por la mayoría democrática para propiciar cambios en la situación colombiana, se recuerda algunas columnas de prensa escritas hace ya varios años como la del 17 de septiembre de 2014 y la del 7 de marzo de 2018 en un diario payanés, donde señalaban las dificultades que podría tener cualquier gobierno que intentara modificar las estructuras sociopolítica y económica mediante cambios profundos que redundaran en el mejoramiento de las condiciones de vida de la gran mayoría de colombianos. Señalaban dichos artículos, que las élites de poder, o sea las roscas que se están beneficiando de la situación presente, internas y externas al país, desplegarían todo su poder, que es muy fuerte, para oponerse y obstaculizar el establecimiento de medidas tendientes a modificar las condiciones reinantes. 

Ahora lo estamos viendo. La reforma tributaria que finalmente aprobará el Congreso, es muy diferente a la que el país necesita y que fue propuesta en el comienzo del trámite. Los grupos de poder económico, que siempre se niegan a pagar impuestos, desplegaron todo tipo de artimañas recurriendo al control que tienen de los medios mercantiles de comunicación, para dañar la imagen del gobierno, además de la presión a congresistas y el uso de chantajes de todo tipo, donde el cuento del desempleo es su principal arma, para impedir que se les fijara una tributación con criterios de equidad pública. Se repite el argumento del empleo, cuando histórica y teóricamente, está demostrado que la generación de empleo no depende del sistema tributario sino del tamaño de la demanda agregada. 

El gobierno estaba advertido desde cuando todavía era candidato, de que, para efecto de diseñar y aplicar una estrategia pragmática que le diera viabilidad a la propuesta, a sabiendas de las barreras de las fuerzas de poder internacional y los grupos de interés nacionales, era necesario una adecuada planificación de mediano plazo, considerando todos los factores que permitan eludir y sobrepasar las barreras del cambio, este cambio que debe ser paulatino y progresivo, hasta tanto se tenga por lo menos el 51 % de congresistas comprometidos con el proceso, lo cual solo se podrá lograr dentro de cuatro años, siempre que durante el período actual no se cometan errores políticos. 

Lo mismo ocurrirá con la reforma al sector salud que aún no se presenta al Congreso. Ahí, no solo estarán los mercaderes de la muerte poniendo trabas, sino que las multinacionales farmacéuticas y tecnológicas y todos los intermediarios que se lucran con el negocio, estarán prestos a difundir mentiras y a tratar de engañar a la opinión pública.

Lamentablemente, estamos frente a una élite de dominación con profundas raíces corruptas, que no tienen escrúpulos para defender a capa y espada su posición dominante, que fue anclada durante todo lo que va corrido del presente siglo, gracias a la complicidad de los gobiernos y la carencia de una ética pública donde se imponga el interés general y el bien común, sobre los intereses personales y apetitos voraces de quienes son protagonistas de esta crónica de un trancón anunciado.