jueves, 3 de noviembre de 2022

CRÓNICA DE UN TRANCÓN ANUNCIADO

Con el caso de la reforma tributaria y otras propuestas del actual gobierno, elegido por la mayoría democrática para propiciar cambios en la situación colombiana, se recuerda algunas columnas de prensa escritas hace ya varios años como la del 17 de septiembre de 2014 y la del 7 de marzo de 2018 en un diario payanés, donde señalaban las dificultades que podría tener cualquier gobierno que intentara modificar las estructuras sociopolítica y económica mediante cambios profundos que redundaran en el mejoramiento de las condiciones de vida de la gran mayoría de colombianos. Señalaban dichos artículos, que las élites de poder, o sea las roscas que se están beneficiando de la situación presente, internas y externas al país, desplegarían todo su poder, que es muy fuerte, para oponerse y obstaculizar el establecimiento de medidas tendientes a modificar las condiciones reinantes. 

Ahora lo estamos viendo. La reforma tributaria que finalmente aprobará el Congreso, es muy diferente a la que el país necesita y que fue propuesta en el comienzo del trámite. Los grupos de poder económico, que siempre se niegan a pagar impuestos, desplegaron todo tipo de artimañas recurriendo al control que tienen de los medios mercantiles de comunicación, para dañar la imagen del gobierno, además de la presión a congresistas y el uso de chantajes de todo tipo, donde el cuento del desempleo es su principal arma, para impedir que se les fijara una tributación con criterios de equidad pública. Se repite el argumento del empleo, cuando histórica y teóricamente, está demostrado que la generación de empleo no depende del sistema tributario sino del tamaño de la demanda agregada. 

El gobierno estaba advertido desde cuando todavía era candidato, de que, para efecto de diseñar y aplicar una estrategia pragmática que le diera viabilidad a la propuesta, a sabiendas de las barreras de las fuerzas de poder internacional y los grupos de interés nacionales, era necesario una adecuada planificación de mediano plazo, considerando todos los factores que permitan eludir y sobrepasar las barreras del cambio, este cambio que debe ser paulatino y progresivo, hasta tanto se tenga por lo menos el 51 % de congresistas comprometidos con el proceso, lo cual solo se podrá lograr dentro de cuatro años, siempre que durante el período actual no se cometan errores políticos. 

Lo mismo ocurrirá con la reforma al sector salud que aún no se presenta al Congreso. Ahí, no solo estarán los mercaderes de la muerte poniendo trabas, sino que las multinacionales farmacéuticas y tecnológicas y todos los intermediarios que se lucran con el negocio, estarán prestos a difundir mentiras y a tratar de engañar a la opinión pública.

Lamentablemente, estamos frente a una élite de dominación con profundas raíces corruptas, que no tienen escrúpulos para defender a capa y espada su posición dominante, que fue anclada durante todo lo que va corrido del presente siglo, gracias a la complicidad de los gobiernos y la carencia de una ética pública donde se imponga el interés general y el bien común, sobre los intereses personales y apetitos voraces de quienes son protagonistas de esta crónica de un trancón anunciado. 

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