La
comunicación social es un asunto público que ha estado privatizado desde cuando
se convirtió en un negocio, que hoy en Colombia saben explotar muy bien los
grandes grupos económicos, como ocurre con las cadenas, canales y publicaciones
de cobertura nacional. Así, la función pública de la comunicación social, deja
de cumplir su finalidad natural, que es tan antigua como la misma especie
humana, y se convierte en un objeto de negocio para satisfacer intereses
particulares.
En
esta semana el presidente Santos hizo un comentario totalmente cierto, sobre lo
que es el enfoque amarillista del periodismo, que, impulsado por el afán de
capturar audiencia sobre la base de la morbosidad del público, no mide el
impacto social de lo que ellos mismos se encargan de calificar subjetivamente
como noticia. Por supuesto y como siempre lo hacen, los periodistas de los
grandes medios nacionales de propiedad de los poderosos grupos económicos,
pusieron el grito en el cielo y regañaron a Santos con el argumento repetido
ya, de que ellos son perfectos y que nunca se equivocan y que siempre se
equivoca quien no tiene el micrófono en la mano.
Con
el cambio del modelo de Estado, que se introdujo en 1991 cuando por norma
constitucional se promovió la implantación de la New Public Management, por supuesto tratando de copiar a los
gringos, la comunicación social se ha revestido de una trascendental
connotación sin la cual no es posible realizar la gobernanza ni desarrollar la
democracia participativa. Pero el país viene rezagado frente a este reto.
Todavía la comunicación social, aun con su carácter público, viene sometida a
las conveniencias de los medios masivos convencionales cuya impronta es
esencialmente mercantil, por lo cual pierden la necesaria independencia que
debe tener la función pública. Y a pesar de varios esfuerzos, inclusive del
mismo gobierno, por promover medios alternativos de carácter popular, los
requerimientos de financiamiento han impedido que se extiendan suficientemente
las opciones de comunicación social acordes con la gestión de políticas
públicas y los requerimientos del Modelo de Estado Gerencial. Lamentablemente,
sin venta de pauta publicitaria no es posible subsistir y por lo menos a ojos vista,
no hay otra forma de subsistir.
Sin
la adecuada y pertinente comunicación no es posible que haya gerencia pública y
con ello las posibilidades de eficiencia, eficacia y efectividad que requiere
el manejo de lo público además de la transparencia y la honestidad, serán más
difíciles y así seguirán los Sarmientos, los Ardilas los Santomingos y los
demás que tienen el suficiente dinero para sostener medios, haciendo equipo con los fariseos del periodismo que pisotean la ética profesional que en este caso es la ética pública, manipulando la
opinión y manejando la conciencia colectiva de la comunidad nacional con fines
diferentes a los que exige el carácter público de la comunicación social.