Hoy, cuando el mundo está globalizado con una dominación cultural
asfixiante, cuando los grupos de poder económico universal imponen el Nuevo
Orden Mundial para favorecer los intereses de dos centenares de
multimillonarios de Estado Unidos y Europa, que tienen un poder económico y
militar invencible, son muy escasas las opciones de emancipación en África y Latinoamérica y
por supuesto, las posibilidades de construir procesos sociales basados en el
nacionalismo y la protección de los propios intereses, como la defensa de la
identidad, la pertenencia y los recursos naturales del patrimonio local.
Ante esa escasez de posibilidades de generar proyectos políticos
capaces de contrarrestar los efectos de la globalización, la tradición ancestral
y el arraigo de las comunidades indígenas encierran un gran potencial que puede
convertirse en la punta de lanza de toda la sociedad, para orientar procesos de
largo alcance hacia objetivos políticos independientes y sostenibles,
diferentes a los tradicionales en manos de la oligarquía criolla entreguistas y
vende patria. La energía social que encierra la comunidad indígena es la única
que tiene la magnitud para liderar y arrastrar a la totalidad de la población
alrededor de un gran proyecto político nacional, pero siempre que los grupos
indígenas cuenten con la visión política adecuada y un liderazgo interno a la
altura de las necesidades. Una visión que se aleje de sus intereses mezquinos y
su afán economicista, para dimensionar sus acciones en el marco de toda la
sociedad nacional sin distingos de etnias ni estratos sociales.
Vemos la energía social de la comunidad indígena, pero también vemos
lastimosamente las limitaciones de sus líderes y dirigentes que no ven en el horizonte
el gran potencial. Se encierran en sus aspiraciones puntuales y en vez de
ganarse el apoyo y respaldo de toda la sociedad, propician la división y el
rechazo de otros grupos poblacionales, igualmente colombianos, actores de la
historia reciente y sujetos de derechos derivados de los cambios dialécticos
que han surgido a lo largo de la historia. Para enfrentar la globalización,
además del liderazgo social, se requiere la unión de todos los habitantes que
sienten los nocivos efectos del dominio internacional. Las posturas y acciones que
crean conflictos internos en la comunidad nacional son contraproducentes.
Es
lamentable el desperdicio que afecta no solo a las comunidades protagonistas,
sino a todo el país que pierde una gran opción de construcción de patria y
aprovechamiento de la fortaleza multicultural para implementar procesos de
mejoramiento de las condiciones de vida a partir de las propias realidades
históricas, todo debido a dirigentes que marchan por la línea equivocada
respecto a las condiciones históricas de la realidad presente, en el marco no
solo del departamento del Cauca, sino en el concierto universal, que hoy, más
que nunca, cuando ya llevan algunos años procesos en otros países de
Suramérica, se presente semejante despilfarro en el territorio.
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