Desde tiempos muy remotos en la historia de la humanidad, se ha visto
que los fenómenos políticos al interior de los países, son consecuencia de los
sucesos económicos que ocurren a nivel mundial, donde los protagonistas son los
grandes grupos de poder universal que ejercen influencia sobre los más pequeños
para obtener beneficios. Para no recordar hechos de la edad antigua ni de edad
media, miremos simplemente el siglo 19 y el caso de Inglaterra con su dominación
en el resto del mundo, que en Colombia determinó la Constitución de 1886.
Se preguntan los observadores sobre qué está sucediendo en Suramérica,
que a comienzos del siglo fue escenario de una ola de “izquierdización” de los
gobiernos y que ahora al terminar la segunda década está ocurriendo todo lo
contrario. Solo quedan Bolivia y Venezuela, que no durarán mucho tiempo y, con
seguridad, cambiarán de bando en el próximo período de gobierno, así como,
también con seguridad, ni Petro, ni ningún candidato que venga de la vieja
izquierda del siglo anterior, será presidente en Colombia.
Los grupos de poder mundial, que manejan recursos en sumas
incalculables, tienen dinero para hacer lo que quieran, casi todas las veces
con métodos ocultos ante la opinión pública, pero suficientemente efectivos
para lograr sus propósitos. Usan los aparatos ideológicos para maniobrar la
cultura política, los medios de comunicación, de los cuales son propietarios,
para manejar la propaganda negra y la guerra sucia contra sus opositores,
financian campañas y candidatos, compran conciencias, líderes populares y
electores; influyen en las autoridades electorales y tienen sofisticada
tecnología para manipular los sistemas electrónicos de escrutinio. Nadie ha
contado los votos físicamente uno a uno, para ver si el conteo coincide con el
escrutinio de los sistemas electrónicos.
Los analistas de la geopolítica y la geoestrategia actual, que no creen
en la autonomía e independencia política de los países emergentes, consideran
que los cambios de gobierno son una consecuencia de la confrontación entre el
“Nuevo Orden Mundial” y la “Nueva Ruta de la Seda”. El primero que gira en
torno a la Reserva Federal de USA y cuyos agentes operadores son los fondos de
inversión, que tienen secuestrados a los gobiernos mediante el control de los
bancos centrales y políticas de freno a la inflación y disminución del gasto
público, es decir acciones concentradas en el sector monetario de la economía,
mientras que por otro lado, está China montada sobre el sector real de la
economía financiando infraestructura y sentando las bases para el comercio
global de mercancías. El Capitalismo Rentista auspiciado por el Club Bilderberg
con su política del Nuevo Orden Mundial, está asustado porque siente pasos de
animal grande con los avances de China y su Nueva Ruta de la Seda y por ello
está tomando precauciones para evitar que los países occidentales pasen a la
influencia de los chinos; y por ello, está usando todo su poder para promover
gobiernos que favorecen sus intereses mediante políticas neoliberales, esas que
promueven los grupos que se denominan de derecha.
Por
supuesto, es una pelea de tigre con burro amarrado, porque, tarde o temprano,
el sector real, donde están los bienes y servicios, pasará por encima del
sector monetario que solo teje ilusiones a través de los sistemas electrónicos,
donde no hay mercancías para satisfacer las necesidades humanas; y por eso el
peso de la economía real de la infraestructura y el comercio de los chinos, prevalecerá,
aunque hoy las precauciones de los fondos estén promoviendo la derechización
del continente.
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