viernes, 12 de julio de 2013

OTRA VEZ LAS MARCHAS CAMPESINAS

Sólo han pasado unos meses desde la marcha de los cafeteros y ya se anuncian movilizaciones masivas de productores agrícolas en varias ramas de la actividad económica, como los arroceros, los paperos, etc. además de las manifestaciones localizadas territorialmente como la que hoy ocurre en Catatumbo y la que sucedió en El Tambo Cauca no hace mucho tiempo. El gobierno se limita a repetir la trivial explicación de que tiene trasfondo político o que detrás está la guerrilla, negando los argumentos de los procesos sociales o desconociendo las verdaderas causas de los fenómenos, como el hecho de que, precisamente, en eso consiste la política: en adelantar procesos sociales con fines de solucionar  necesidades, además de los otros que reiteradamente se han expuesto pero que los hijos de los papás que manejan el Estado colombiano no hacen caso.

El descontento actual no es producto de algunos días; es el acumulado de muchos años, situaciones problémicas que vienen desde principios del siglo y que ya están rebozando la copa, las cuales se han acumulado principalmente por la ausencia del Estado en dichas zonas. Personas que conocen directamente la zona de Catatumbo, por ejemplo,  son testigos de que allá, el organismo que por muchos años ejerció los tres poderes públicos fue la guerrilla en una época y los paramilitares en otra; y así ha sido en muchas partes del territorio nacional: el Estado no existe.

Estado no existe, porque los hijos de la oligarquía llegan a sus cargos directivos en el nivel nacional, no por méritos, sino por ser hijos de su papá y en tal caso, se dedican a disfrutar de la posición en su ambiente social sin importarles la realidad del país; y cuando se presentan las movilizaciones, se limitan a prometer apoyos economicistas que calman la coyuntura pero que no resuelven el problema en el fondo. Por su parte en los gobiernos territoriales, los cargos de nivel directivo se ocupan como repartición de cuotas burocráticas, los funcionarios se dedican a servirle a su jefe político y tampoco asumen su responsabilidad frente a la situación real de las comunidades. Después se quejan porque hay grupos armados en los territorios, que prosperan, más que por la presencia de armas, porque el vacío del Estado abre las puertas para que se satisfaga la necesidad social de autoridad y ordenamiento con mecanismos ilegales y procedimientos criminales.

Mientras tanto, la comunidad en general de los centros urbanos se mantiene pasiva, simplemente criticando en los corrillos y volviendo a votar por los mismos para que el esquema se reproduzca y periódicamente tengamos que observar los colombianos otra vez las marchas campesinas. 

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