Sólo han pasado unos meses desde la marcha de los
cafeteros y ya se anuncian movilizaciones masivas de productores agrícolas en
varias ramas de la actividad económica, como los arroceros, los paperos, etc. además
de las manifestaciones localizadas territorialmente como la que hoy ocurre en
Catatumbo y la que sucedió en El Tambo Cauca no hace mucho tiempo. El gobierno se
limita a repetir la trivial explicación de que tiene trasfondo político o que
detrás está la guerrilla, negando los argumentos de los procesos sociales o desconociendo
las verdaderas causas de los fenómenos, como el hecho de que, precisamente, en
eso consiste la política: en adelantar procesos sociales con fines de solucionar
necesidades, además de los otros que
reiteradamente se han expuesto pero que los hijos de los papás que manejan el
Estado colombiano no hacen caso.
El descontento actual no es producto de algunos días;
es el acumulado de muchos años, situaciones problémicas que vienen desde
principios del siglo y que ya están rebozando la copa, las cuales se han
acumulado principalmente por la ausencia del Estado en dichas zonas. Personas
que conocen directamente la zona de Catatumbo, por ejemplo, son testigos de que allá, el organismo que por
muchos años ejerció los tres poderes públicos fue la guerrilla en una época y
los paramilitares en otra; y así ha sido en muchas partes del territorio
nacional: el Estado no existe.
Estado no existe, porque los hijos de la oligarquía
llegan a sus cargos directivos en el nivel nacional, no por méritos, sino por
ser hijos de su papá y en tal caso, se dedican a disfrutar de la posición en su
ambiente social sin importarles la realidad del país; y cuando se presentan las
movilizaciones, se limitan a prometer apoyos economicistas que calman la
coyuntura pero que no resuelven el problema en el fondo. Por su parte en los
gobiernos territoriales, los cargos de nivel directivo se ocupan como
repartición de cuotas burocráticas, los funcionarios se dedican a servirle a su
jefe político y tampoco asumen su responsabilidad frente a la situación real de
las comunidades. Después se quejan porque hay grupos armados en los territorios,
que prosperan, más que por la presencia de armas, porque el vacío del Estado
abre las puertas para que se satisfaga la necesidad social de autoridad y
ordenamiento con mecanismos ilegales y procedimientos criminales.
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