De las palabras dichas por el Presidente Santos en
reunión con el Consejo Gremial Nacional se deduce que el ex ministro Ocampo
tiene razón cuando afirma que Colombia está indigestada con la firma de tantos
tratados de libre comercio; pues en verdad, el país se ha atiborrado de
acuerdos con gran número de países, que no se sabe si el gobierno firma por una
actitud entreguista frente a los poderes internacionales o por hacerse
propaganda convencido o engañado acerca de las bondades de estos acuerdos. Dijo
el presidente, que ya se había cumplido el ciclo de las firmas y que ahora la
política nacional se dedicará a atender las necesidades del aparato productivo.
Quedan por supuesto dudas acerca de las motivos
que tiene en gobierno para este viraje, porque los paros promovidos por las
organizaciones de base en los sectores primarios y las quejas de los
industriales en varias ramas de la actividad económica, deben haber presionado
al gobierno, aunque también puede ser que por fin los hijos de los políticos
que manejan este país están verificando en la práctica lo que desde hace dos
decenios se les viene diciendo pero que no entienden: Colombia no está
preparado desde el punto de vista de la competitividad, para afrontar las
exigencias del mercado globalizado; la infraestructura de transporte está
rezagada y la productividad es inferior a los estándares internacionales.
Tal vez el país comenzó poniendo el techo antes de
construir los muros, al contrario de Japón por ejemplo, que durante veinte años
se encerró a prepararse para salir al mercado mundial en los años ochenta,
cuando ya antes en los sesenta había tenido un fracaso. De manera irracional y
atendiendo las enseñanzas de Harvard, la oligarquía embarcó al país en una
desaforada marcha por celebrar compromisos que obviamente significaban entregar
el mercado nacional a las garras de las empresas extranjeras, desbocando el
desempleo y por supuesto, el cierre de miles de empresas nacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario