Al comenzar el presente gobierno, por allá en 2010, se
crearon muchas expectativas por el sentido de las políticas que se anunciaban,
después de ocho largos años del desastre ocasionado por la mafia antioqueña en el
gobierno. Los Zuleta Lleras señalaba que había salido el mayordomo de la
hacienda y que llegaba el verdadero patrón, considerando que desde ese momento
la oligarquía bogotana recuperaba el puesto de mando a través de uno de sus
principales exponentes.
Santos creo ilusiones cuando se creyó que recuperaría el
aparato productivo; cuando retomó el espíritu del gobierno de López Michelsen
de cerrar la brecha en el desarrollo regional, lo que hizo pensar que volvería
el proceso de descentralización recortado por Uribe; anunció cobrar impuestos a
los ricos que Uribe había exonerado; en la política social retomó el concepto
de desarrollo humano citado por el gobierno Samper; revitalizó la idea de los
franceses sobre contractualización de políticas introducida por Pastrana y en
general, una serie de medidas que aun siendo un poco trasnochadas, eran
contrarias al espíritu uribista de privilegias el capital financiero y
favorecer a los ricos.
Pero hoy a casi tres años de su gobierno, la situación de
Santos es tan grave, que ni de reelección puede hablar. El país se le
descuadernó. Armó un gobierno, no con los más honestos y los más capaces como
decía Turbay, sino con los hijos de los políticos y gamonales asociados a la
oligarquía bogotana, a quienes les ha quedado grande la administración del
Estado. Más para que sus papás no ataquen al gobierno, que para hacer una
gestión eficaz, fueron nombrados estos funcionarios ineptos que no han sido
capaces de afrontar adecuadamente las situaciones económicas y sociales que hoy
están propiciando cambios en las condiciones políticas de incalculables
consecuencias. Vean no más, el caso de los mineros que no ha podido resolver el
hijo de Marino Renjifo porque, como dice Gardeazábal, este muchacho “no saca un
chivo a mear”. El hijo de Jorge Cárdenas tampoco ha podido manejar las finanzas
como se ve con el fracaso de la reforma tributaria que hizo con el hijo de
Francisco Ortega, la cual no está arrojando los resultados esperados. Y así
sucesivamente.
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