A raíz de que un candidato a la presidencia había dicho que tenía
especialización en la Universidad de Harvard y que luego se descubrió que
simplemente había hecho un cursillo de cinco días, motivo por el cual se ganó
un conjunto de críticas y burlas, bien cae hacer algunas reflexiones acerca de
los estudios en universidades extrajeras, principalmente de Estados Unidos e
Inglaterra, países que son los más apetecidos por los estudiantes colombianos,
dado el prestigio que tienen algunas universidades de allá.
Nuestra cultura tradicionalmente ha sido arrodillada y sumisa frente al
conocimiento de los pensadores extranjeros, probablemente por efecto del
eurocentrismo que desde hace muchos siglos determinó el desarrollo intelectual
del mundo de occidente. Por lo general, la creación del pensamiento de los
países del norte o centro se ha extendido hacia los países del sur o la
periferia, como si fuera le verdad revelada, lo cual puede ser cierto en cuanto
a las ciencias naturales, pero muy discutible cuando se trata de las ciencias
sociales, donde están la sociología, la antropología, la economía, entre otras.
En el campo de las ciencias sociales, es lógico que los paradigmas,
teorías y modelos que se crean en las universidades de Estados Unidos, están
concebidos para solucionar los problemas y necesidades de ese país y para
contribuir al logro de los objetivos de desarrollo de allá, y más aún, cuando
estos centros académicos son auspiciados por los grupos económicos, que, por
supuesto, financian investigaciones y producción teórica siempre que les
proporcione beneficios a sus intereses económicos. No vamos a pensar, que tanto
los financiadores como las universidades, se dedican a crear conocimiento para
responder a las necesidades de los países Latinoamericanos, en este caso de Colombia.
De esa manera, los estudiantes que acuden a dichos centros a realizar
estudios de maestría y doctorado en esas prestigiosas universidades, lo que
reciben es un lavado de cerebro epistemológico, adquiriendo los saberes sobre
formulas sociales y económicas concebidas para beneficio de los grupos de
interés de allá y que, por la lógica de las relaciones internacionales, no
corresponden a las necesidades y conveniencias de acá, sino todo lo contrario:
aplicar en Colombia los paradigmas y modelos que enseñan en las Universidades
de Estados Unidos, causan más perjuicio que beneficio a la realidad social y
económica colombiana. Así se ha visto a los largo de más de medio siglo.
En
Colombia le rendimos pleitesía al conocimiento norteamericano y desechamos la
producción intelectual criolla, que como lo han afirmado varios epistemólogos,
corresponde con pertinencia a la propia realidad cultural, social y económica
que existe aquí. Por eso, las políticas que imponen de arriba hacia abajo desde
Bogotá, no se ajustan a las realidades que vine los territorios y los impactos
son más bien, contrarios a los verdaderos intereses de las comunidades locales,
por lo cual hoy vemos con claridad que es muy discutible la tan cacareada
bondad de los estudios en Harvard.
No hay comentarios:
Publicar un comentario