Con la próxima visita del Papa Francisco a Colombia han surgido
diversos comentarios a favor y en contra, como quienes, impulsados por algunas
sectas cristianas, reprochan los gastos en que incurrirá el gobierno para el
efecto, argumentando que dicho evento no es trascendental como para justificar
el costo. No obstante, además del carácter espiritual y religioso que tiene el
personaje, hoy, en época de la globalización, otros aspectos también hay que
tener en cuenta en el significado del Estado Vaticano y particularmente del
Papa Francisco.
Con la Encíclica Laudato Sí quedó todo bien claro. El texto de dicho
documento papal, que es más un documento sociopolítico que religioso, quedó
demostrado que el Papa es un actor relevante en la geopolítica mundial quien, en
el actual mundo globalizado, se reviste de especial significado. Los creadores
de la globalización que hoy promueven la implantación del Nuevo Orden Mundial,
fueron sacudidos por la encíclica. Tanto que posteriormente a la expedición,
tres de los más connotados líderes del Club Bilderberg fueron a Roma, no se
sabe a qué, pero es de suponer que fue con el propósito de regañar al Papa. Ese
club, que concentra el centenar de multimillonarios más ricos del mundo,
pretende establecer un orden mundial donde ellos gobiernen a su antojo y para
sus propios intereses.
Rusia y China se oponen al Nuevo Orden Mundial concebido tal como lo
promueve Bilderberg; pero el enfrentamiento de estos países sería fatal para la
humanidad porque estos también tienen intereses de dominación internacional y
sus argumentos se basan en la tenencia de armas nucleares. Mientras que el Papa
es un líder universal espiritual cuya arma radica en la palabra. Son cerca de
1.200 millones de personas en el mundo que siguen el liderazgo del Papa. Es
decir, el único líder global que está en condiciones de enfrentar las
propuestas del Nuevo Orden Mundial promovidas por Rockefeller, Rothschil y
Kissinger, los que visitaron al Papa, y hora Soros que reemplaza al fallecido
Rockefeller, es el Papa.
Por
supuesto, el Papa Francisco nunca lo ha dicho ni lo dirá; pero de la lectura
del texto de la encíclica se puede sacar la conclusión. El cuestionamiento al
capitalismo salvaje de la globalización financiera con su soporte doctrinario
del pensamiento neoliberal, es claro, por lo que la geopolítica mundial no
puede hoy dejar de lado la postura del Vaticano frente a los sucesos de la
aldea global, donde fuerzas ocultas muy poderosas y multimillonarias, se erigen
como la autoridad que rige los destinos del mundo y define el rumbo de la
humanidad, por lo cual Francisco, o el antipapa como lo califican los de
extrema derecha tipo José Galat, además de ser el líder espiritual de gran
parte de la humanidad, también deja ver en el escenario geopolítico la otra
dimensión del Papa.
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