martes, 5 de septiembre de 2017

NUEVA PAPAYA DEL PARTIDO LIBERAL

Con el nacimiento del partido político Farc se modifica substancialmente el escenario político nacional y las condiciones de la confrontación electoral. Aunque a muchos no les gusta, es un partido que surge con los atributos apropiados para ser uno de los actores protagonistas del debate político que, por las circunstancias nacionales e internacionales, tiende a polarizarse en los dos bandos de los extremos del espectro ideológico.

Lo que estamos viendo en Colombia es que, en la confrontación política, más allá de las pugnas electorales y centrándose en las puras ideas y propuestas, las dos tendencias demarcarán con claridad sus linderos: por una parte el nuevo partido sustentado en la anacrónica propuesta socialista de la economía planificada con manejo estatal de los medios de producción y por la otra la postura neoliberal del capitalismo salvaje con pleno dominio del mercado como autoridad económica, alta concentración de la riqueza en manos de unos pocos, pobreza generalizada en todas las capas sociales restantes y entrega del Estado a las directrices del capitalismo financiero internacional, tal como hoy está ocurriendo.

Pero en Colombia ya no caben ni el uno ni el otro. Los dos extremos son impertinentes frente a la realidad del país que, gústenos o no, está metido en la ejecución y cumplimiento del Acuerdo de Paz, cuyo Punto Uno sobre la zona rural, abre las puertas para la construcción de un modelo económico diferente, con soportes autóctonos para el recate del aparato productivo. En este país no cabe el socialismo clásico de la economía planificada sin propiedad privada de los medios de producción ni el socialismo del Siglo XXI; pero, igualmente, ya la comunidad nacional no aguanta más el modelo económico de libertad extrema para las leyes del mercado y sometimiento de las políticas de Estado a los intereses de los Fondos de Inversión.

Es ahí donde está la nueva oportunidad. Ni tanto que queme al santo ni tan poquito que no lo alumbre. Se necesita un modelo dentro del Capitalismo, con propiedad de los medios de producción tanto del Estado como de los particulares, con el mercado como mecanismo de funcionamiento de la economía, pero suficientemente intervenido por el Estado para evitar la injusticia social y permitir la concentración de riqueza, pero en justas proporciones. Un esquema socialdemócrata que facilite el crecimiento económico con equidad social.

No estamos hablando de un modelo similar a Suecia o a otro país extranjero. Se trata de una socialdemocracia a la colombiana que se construya a partir de las propias especificidades culturales, sociales y económicas, con la creatividad y el ingenio de los propios actores sociales y con un partido político que lidere el proceso e imponga la debida trayectoria en el rumbo del Estado. Lamentablemente, el partido político que en su plataforma ideológica y en sus estatutos se autoproclama socialdemócrata, es el Partido Liberal.

Cuando en el año 2002, ese partido se entronizó en los lineamientos socialdemócratas, muchos creímos que había surgido una alternativa política consecuente con la realidad histórica. Pero después esa organización cayó en las garras del decano del neoliberalismo en Colombia, Cesar Gaviria, quien, con su séquito a bordo, destruyó lo que Hernando Agudelo y Eduardo Verano, entre otros, habían sembrado a comienzos del siglo. Pero ahora, ante la coyuntura política que se avecina y la necesidad de presentar la tercera alternativa ideológica en el escenario político, queda abierta la oportunidad de rescatar el mérito histórico que ese partido ha tenido desde la época de Rafael Uribe y Jorge Gaitán. Lamentablemente, como anotamos antes, esa organización no cuenta con un líder o dirigente a escala nacional que convoque, aglutine y oriente las masas del trapo rojo para que aproveche la nueva papaya del Partido Liberal.

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