martes, 26 de septiembre de 2017

LOS TUMBOS DE LA DEMOCRACIA

Por allá en los siglos 17 y 18, los ricos europeos (manufactureros, financistas y comerciantes) todos plebeyos, inventaron un régimen político de su conveniencia, para lo cual desempolvaros la palabra “democracia” que había sido utilizada por los griegos como sistema de gobierno varios siglos antes de Cristo, en época de Pericles. Por supuesto, el régimen de ahora, para el Estado Moderno, se diferencia substancialmente del de los griegos por lo cual le colocaron el apellido “representativa”. Desde entonces y como ahora, la democracia ha sido el gobierno de los ricos para beneficio de los ricos, pero, por supuesto, con el voto de los pobres.

La inepta y corrupta oligarquía colombiana siempre se ha ufanado de la democracia de este país. Vociferan a los cuatro vientos que es necesario proteger el régimen y ahora, utilizan el caso de Venezuela para argumentar su defensa. Pero no dicen nada cuando en el siglo pasado los dos partidos tradicionales cerraron las opciones de participar a otras organizaciones políticas, ni dicen nada ahora, cuando los aspirantes más cercanos a la presidencia y quienes controlan los órganos de poder, son hijos o nietos de los mismos que hoy están con las mismas. Las corporaciones legislativas y las administrativas territoriales, integradas supuestamente por representantes legítimos del pueblo, operan viciadas en las decisiones que condicionan a prebendas y beneficios personales: casi ninguno vota gratis, por lo cual el gobierno solo puede adoptar políticas, siempre que reparta mermelada.

Ahora la oligarquía, aun dividida, firmó un acuerdo con el grupo guerrillero Farc, que pidió entre los compromisos, apertura democrática para participar en procesos que durante más de medio siglo les cerraron a ellos y a otros grupos que han estado por fuera de las élites de poder como la UP y, hoy Gustavo Petro, a quien, por todos los medios, tratan de frenar para que no avance en la conquista del gobierno. Henry Acosta Patiño, el facilitador del diálogo con las Farc, distribuyó por las llamadas redes sociales un mensaje quejándose por el incumplimiento del gobierno en los compromisos del acuerdo sobre la participación de dicha organización en la actividad política, en razón a la telaraña de instancias que enredan las decisiones.


Y lo más preocupante es que, en el concierto Latinoamericano, el régimen político colombiano está mal posicionado, según se aprecia en la lectura del Índice de Desarrollo Democrático que publica la organización Polilat de Argentina con el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer de Alemania. En 2016, Colombia ocupó el puesto 13 entre 18 países con un puntaje de 2,98 sobre 10,00 posibles. Entre los cinco países que superó, están Venezuela y Nicaragua.  En dicho informe se aprecia también, que en materia de derechos político y libertades civiles, Colombia sólo tiene debilidades y ninguna fortaleza, lo mismo que en el campo de la calidad institucional y la eficiencia políticas, concluyendo que “pasa a calificar como país con mínimo desarrollo democrático” y en el análisis del período 2002-2016, solo se ven los tumbos de la democracia. 

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