miércoles, 20 de septiembre de 2017

EL ALCANCE DE LAS COOPERATIVAS

En época del capitalismo empresarial con el enfoque de desarrolló exógeno, soporte keynesiano y economía cerrada, hace más de medio siglo, las cooperativas tuvieron más difusión y recibieron más apoyo de parte del gobierno, que ahora, cuanto tenemos el capitalismo rentista con enfoque de desarrollo endógeno, soporte neoliberal y economía abierta. Justo, cuando las bondades del pensamiento cooperativo ofrecen más utilidad y beneficios, no sólo para las clases populares, sino para la economía nacional en general, que las reglas operativas de la globalización han llevado a la situación que hoy afronta, con alto nivel de desempleo y recesión.

Pero todo depende del gobierno, quien debe adoptar una adecuada política pública para este sector, que incluya instrumentos de políticas fiscal, monetaria y cambiaria, medios de fomento, estímulo y apoyo, y en general los recursos de fortalecimiento que sean apropiados bajo las condiciones sociales colombianas, con su cultura y su economía.

En materia de desarrollo endógeno, desde hace un cuarto de siglo se viene agitando el discurso de los emprendimientos como medio para generar empleo y fortalecer la base económica; pero varios estudios hechos por universidades muestran que sólo el 10 % de las microempresas creadas con la dinámica del emprendimiento, han superado los primeros cinco años y se han consolidado como verdaderas empresas. El restante 90 % ha sido pérdida de esfuerzos y recursos de capital desperdiciados. La razón principal, entre otras, es que, en una economía abierta y globalizada, la competitividad solo se logra con grandes capitales acumulados que permitan la fuerza suficiente para navegar en la turbulencia del mercado, además de otros factores de política que, justamente, el gobierno no les ha aportado a las microempresas resultantes del emprendimiento.

Las cooperativas permiten, en el marco de la democratización económica, aglutinar grandes capitales en un solo esfuerzo empresarial, que suma grandes volúmenes de energía social convirtiéndose en una fábrica de capital social, donde la persona está por encima del capital y con ello, la fortaleza necesaria para afrontar la lucha en el mercado que en este caso no solo es contra las grandes empresas nacionales sino contra las multinacionales y transnacionales que dominan el mercado global.


El Acuerdo de Paz incluye un compromiso con el cooperativismo, que ojalá el gobierno cumpla, para crear y fortalecer principalmente las cooperativas de producción y de comercialización; pues las de crédito se han fortalecido solas. Pero si el centralismo bogotano no formula e implementa una política pública dentro del contexto del desarrollo endógeno, que obligue la contribución de los gobiernos territoriales, no será posible avanzar en este campo de la economía y organización social, tan pertinente en la actual coyuntura económica y entonces, Colombia terminará desaprovechando de manera irracional el alcance de las cooperativas.

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