Apenas la Reserva Federal de USA dio visos de que pronto
elevará la tasa de interés en allá, inmediatamente los especuladores
internacionales del dinero se alborotaron y corrieron a recoger dólares para
llevárselos a ese país. Es lógico, los especuladores, a quienes ahora les
llaman inversionistas, prefieren colocar su capital en un país con una economía
más poderosa que en Colombia, aunque aquí tienen exención de impuestos. De
paso, aprovechan las condiciones de mercado para otro tipo de operaciones
especulativas que en muy corto plazo les deja jugosos dividendos. Ese es el
sistema económico de hoy, que no se ajusta a sus principios fundacionales
acordes con la ley natural, como son los de garantizarle a la especie humana
las condiciones de vida.
Anteriormente, cuando el Estado tenía más soberanía y
ejercía control sobre la actividad económica, este organismo fijaba el precio
de la divisa, atendiendo a los intereses de los ricos industriales de las
multinacionales, por supuesto, pero al fin y al cabo imponiendo racionalidad en
la economía a través de la política cambiaria. Pero hoy, dentro del contexto
neoliberal que rige el mundo, es el mercado la autoridad económica y por sus
reglas, a mayor demanda el precio sube como estamos viendo ahora que ya el
dólar sobrepasó los dos mil pesos.
El beneficio es evidente para el país. El aparato
productivo nacional se protege de esa terrible propensión marginal al consumo
de importados que existe en Colombia y que elevó gravemente el déficit en la cuenta
corriente de la Balanza de Pagos durante el período de la revaluación, o sea
cuando el dólar estaba a bajo precio, que originó el desborde de las
importaciones perjudicando la producción nacional y con ello incrementando el
desempleo, que se agravó porque, además, a los productores colombianos se les
presentó mayores dificultades para exportar por pérdida de competitividad.
Ahora
se encarecen las importaciones y se abren perspectivas favorables para los
productos nacionales lo que le da solidez a la economía nacional, aunque no
faltan las plañideras que se quejan porque la deuda externa se eleva lo mismo
que las materias primas importadas; pero es que en economía no todo se logra a
la vez por lo que siempre algo hay que sacrificar, esta vez golpeando la
inmediatez y lo trivial, a favor de lo estructural y la sostenibilidad futura,
de manera que a pesar de las múltiples lamentaciones de los importadores y de
quienes tienen deudas en el extranjero lo mismo de las empresas que utilizan
materias primas importadas, por los efectos en la base económica y en el
aparato productivo nacional, a la mayoría de los colombianos les conviene más la
subida del dólar.
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