Según los
propósitos del gobierno nacional en materia de paz y pensando en lo que ellos
llaman el “posconflicto”, el Departamento del Cauca será un territorio muy
importante dentro de las políticas y programas de la Nación y la mira de la
cooperación internacional, debido a la complejidad y magnitud que se presenta
en el conflicto sociopolítico de esta región y sus manifestaciones de
violencia. Esto, seguramente, hará de este territorio objeto de cuantiosas
inversiones de recursos públicos nacionales e internacionales, sobre la base de
que el gobierno necesita mostrar resultados en las zonas donde la situación es
más crítica, como en este departamento.
Con ello,
lógicamente, se abrirán las agallas de los carteles de la contratación y las
privatizaciones, no sólo del Valle del Cauca como dijo el Gobernador Ortega,
sino de todo el país. Pues la privatización del sector eléctrico no del Valle y
tampoco se sabe quién está detrás del proyecto de acueducto regional del norte.
Igualmente, en la contratación los procedimientos de corte mafioso están en
todas partes.
Por eso la elección
de gobernantes territoriales del próximo año será objeto de amenazas y riesgos;
pues los carteles le apuntarán a estos cargos como plataforma para penetrar al
territorio y realizar las maniobras correspondientes a sus intereses. Ya en
este departamento existen antecedentes, según se puede leer en la narración que
se publicó en una columnista del Diario El Liberal el 7 de abril de 2005 con el
título “La elección del Gobernador del Cauca”.
De modo que, además
de la conveniencia de cambiar los procedimientos para elegir gobernantes
territoriales por las debilidades de los tradicionales existentes, las amenazas
provenientes de fuerzas extrañas reafirman la necesidad de promover dinámicas
políticas y electorales diferentes. El tiempo es apenas justo, cuando hay que
comenzar por propiciar modificaciones en la cultura política. Para comenzar, es
necesario difundir que la Ley 131 de 1994 no establece el “voto candidático”
sino el “voto programático”, que significa una confrontación entre programas de
gobierno y no entre personas, por lo cual se requiere una pedagogía pública que
cambie la costumbre ciudadana de votar por un candidato.
Las advertencias
están planteadas desde el mismo gobierno departamental y desde el seno de la
misma Asamblea. Dice el viejo refrán que “guerra avisada no mata soldado” de
manera que si la comunidad departamental se deja embaucar en las próximas elecciones,
que después no llore sobre la leche derramada y no diga que no se le advirtió
sobre las alertas para el próximo año.
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