lunes, 7 de enero de 2019

LAS ESPERANZAS DEL NUEVO AÑO

Comienza el nuevo año y con ello nuevas expectativas que surgen en lo individual, por las manifestaciones de los allegados y los tradicionales rituales del 31 a las 12 y porque, de todas maneras, siempre está presente en la gente el sueño de que las cosas mejoren en la vida. Pero en lo nacional, el panorama no es de lo mejor, por cuanto la tendencia histórica es la del desmejoramiento de las condiciones de vida para la gran mayoría de la comunidad colombiana.

Existen factores globales que repercuten significativamente en las condiciones del país, como por ejemplo la tasa de interés de la FED y el precio del petróleo, que afectan el sector externo de la economía y generan situaciones ingobernables por la autoridad nacional, además de otros factores que circulan en el mundo monetario internacional, que hoy, en razón a la geopolítica mundial, se vislumbra con sucesos impredecibles, por motivo de la triada de Estados Unidos, Rusia y China, y por la gran incidencia también de la banca islámica y de BRICS.

Pero, además, factores internos, unos de carácter estructural surgidos por la vía constitucional desde 1991 y que vienen acumulando situaciones perversas; y otros de carácter coyuntural que se derivan de la situación sociopolítica nacional. Los primeros, donde nada tiene que ver el gobierno de turno porque, sea uno o sea otro, igual le toca afrontar los problemas, como es el caso de la situación fiscal, derivado de la estructura de financiamiento del Estado que se impuso en 1991, y los segundos que se desprenden de las características de la cultura política nacional y las influencias de los grandes grupos de poder económico mundial.

Lo cierto es que 2019 no podrá ser mejor que el año que terminó. En razón a qué, si las tendencias se mantienen en factores tan decisivos como las finanzas públicas y en general el manejo de lo público, que cada año se privatiza más con todas las consecuencias que esto tiene por convertir los bienes de interés general en mercancías para beneficio y enriquecimiento de unos pocos, se agudiza más el deterioro de las condiciones de vida de la gran mayoría de colombianos. Y el decaimiento del aparato productivo, que es el soporte de la economía, pero que las relaciones de dependencia internacional y los fenómenos de violencia en el campo no permiten la solidez necesaria para garantizar la sostenibilidad de las tendencias de crecimiento que la instancia económica requiere, se suma a los factores de incertidumbre.

Y todo complementado con la coyuntura política de elección de gobernantes y administradores territoriales, en un marco de polarización política donde priman las posturas de ataque a los atributos personales de los dirigentes, en lugar del debate sobre las propuestas programáticas y las formas de solucionar los problemas y necesidades de las comunidades; y todo sumergido en un turbulento mar de corrupción basado en la compra de conciencias y el tráfico de votos que contamina la noble actividad de la elección de gobernantes, de modo que es muy poco lo que se puede salvar al considerar las esperanzas del nuevo año.   

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