Durante el siglo pasado el debate político giraba en torno a la
propiedad de los medios de producción, donde un bando proponía que debían de
ser o seguir siendo, de propiedad privada, mientras que el otro bando proponía
que debían de ser de propiedad social, lo cual significada que para cada caso,
el sistema económico tendría su propio mecanismo de funcionamiento. En este
escenario cabían muy bien las denominaciones para los bandos, que se habían
introducido en la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa en 1789,
haciendo concordante con la derecha, a quienes defendían la propiedad privada
de los medios de producción y por supuesto, con la izquierda a quienes
proponían la propiedad social administrada por el Estado.
Pero en este siglo XXI, el debate político ha cambiado totalmente. Ya
no gira en torno a la propiedad de los medios de producción sino que la
discusión gira en torno a la forma de manejar y administrar el Estado. Ya es
anacrónica la propuesta de cambiar el mecanismo de funcionamiento del sistema
económico, por lo cual existe un tácito consenso en que el único mecanismo debe
ser el mercado y en tal condición, que la propiedad de los medios de producción
debe ser privada, con las necesarias excepciones respecto a los medios de
producción de bienes públicos, cuyo manejo también es centro del debate entre
el Estado y los privados.
Ahora en el debate están, por un lado, quienes proponen que el Estado
debe estar al servicio de una casta propietaria del gran capital y que el
organismo debe ser un objeto para ser utilizado por algunos capitalistas en su propio
provecho, utilizándolo como cliente para prestarle dinero y concentrar las
finanzas públicas únicamente en cobrar impuestos para pagar cumplidamente los
intereses y el principal a los prestamistas privados. Es decir, el Estado al
servicio de una élite económica.
Por el otro lado, están quienes, considerando que la aceptación
universal de la propiedad privada de los medios de producción y el mercado como
mecanismo de funcionamiento del sistema económico, propician desigualdad e
injusticia social, proponen que el Estado debe ser el instrumento mediante el
cual se neutralice dicha injusticia y que por lo tanto este organismo debe
estar al servicio de toda la sociedad, principalmente de los menos favorecidos,
para lo cual la gestión pública se reviste de especial connotación, por cuanto
dependiendo de la administración del Estado, se puede lograr los propósitos de
un organismo, no al servicio de una elite, sino para beneficio de toda la
población.
Entonces, dónde caben los tibios? Cuáles son los tibios? Qué proponen
los tibios, si las posturas y políticas de gobierno que tratan sobre el papel
del Estado y su misión respecto al conglomerado social, son solamente las dos
anotadas anteriormente, cuál es la tercera, la de los tibios??.
Igualmente, aquí no cabe ninguna confrontación entre capitalismo y
socialismo, ni entre derecha e izquierda, como en el siglo pasado, porque solo
existe el sistema capitalista, con un Estado del cual depende la justeza con
que se trate a la población, según el modelo con que se administre el organismo
y las políticas que se desprenden del mismo para atender las necesidades y
requerimientos de la comunidad; así que ese cuento que se está tratado de introducir
en los últimos días no tienen razón de ser, por cuando los tibios no existen.
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