A pesar de que Francia es un país fundador de la Comunidad Europea y
uno de los miembros del G-7, o sea uno de los países desarrollados y de los
siete más ricos del mundo, los acontecimientos de los últimos días nos muestran
algunos parecidos con nuestra realidad colombiana, demostrándose así, una vez
más, que el modelo neoliberal de globalización financiera es implacable y que
no se ahorra con nadie, aunque sea de los más poderosos europeos, a cuyos
Estados y comunidades también les está afectando de manera sustancial.
En ambos países hubo movilizaciones de protesta y en ambos los grandes
medios de comunicación al servicio de los poderosos, solo mostraban los
desmanes y la violencia y poco señalaban las verdaderas causas de la protesta.
Dijeron que en Francia se manifestaban en contra del alza del precio de la
gasolina cuando la verdad es que los chalecos amarillos se refieren a 25 puntos
que piden intervenir para cambiar las condiciones y ahí, es donde aparecen los
más importantes parecidos con Colombia, con la diferencia de que aquí en este
país, no se está protestando por ello, aunque las quejas son generalizadas,
mientras que en el europeo sí.
Piden los franceses: impuesto sobre la renta progresivo, salario mínimo
de 1300 euros, contratación masiva de empleados públicos para restablecer la
calidad de los servicios en escuelas y hospitales, favorecer a los pequeños
comercios de los pueblos y centros urbanos; a las grandes compañías impuestos altos
y a las pequeñas impuestos bajos, prohibir a la banca cobrar a los comerciantes
por el uso de la tarjeta de crédito, sistema de seguridad social para todos por
igual, sistema de pensiones público, fin del alza del precio del combustible, jubilación
por encima de 1.200 euros/mes, proteger a la industria nacional, fin de la
política de austeridad y dejar de pagar intereses de la deuda y que se declare
ilegítima, y comenzar a pagar la deuda sin quitarle el dinero a los pobres sino
recaudando los 80 mil millones de euros de evasión de impuestos; separar la
banca especulativa de la banca de depósitos, romper los monopolios y prohibir
los rescates con dinero público, crear puestos de trabajo para los desempleados,
jubilación a los 60 años, limitación del precio de los alquileres, construcción de 5 millones de
viviendas de alquiler moderado, destinar todo el dinero ganado por los peajes al
mantenimiento de las carreteras, salir de la Unión Europea y recuperar la
soberanía política, monetaria y económica, recuperar las propiedades públicas
privatizadas, regresar al Estado los servicios básicos domiciliarios
privatizados, medios de comunicación sin monopolios y sin amiguismo
mediático-político garantizando la pluralidad de opinión, además de otros
puntos en el sistema político y en el medio ambiente. Como se ve, parece que
los chalecos amarillos están pidiendo resolver problemas y necesidades de
Colombia. O que allá se les metió el Castrochavismo.
Con ello se deduce que el fenómeno de los chalecos amarillos no es
momentáneo, sino el comienzo de un proceso, que seguramente tardará varios
años, y que significa el derrumbe del capitalismo rentista, cuya muerte está
segura; pues no se puede sostener un modelo basado en exprimir al Estado para
alimentar a los especuladores internacionales del dinero que no pagan tributos,
siendo que este organismo tienen que recurrir a los impuestos para subsistir,
tal como ocurre aquí en Colombia, donde a pesar de que allá cuentan con un PIB
per-cápita de US$ 38.5 mil y acá de US$ 6.3 mil, en la presente coyuntura
estamos observando las similitudes con Francia.
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