miércoles, 12 de julio de 2017

GÉNESIS DE LA CORRUPCIÓN

La profundización y generalización de las conductas inmorales y antiéticas ya ha llegado a niveles espeluznantes; el caso del fiscal anticorrupción es el fondo de la olla. Tanto que una importante revista semanal de Bogotá le dio trato relevante, con portada y todo eso. Realizó un conjunto de entrevistas a un grupo de personajes, de esos medio sabios que existen en Bogotá, quienes hicieron sus aportes de opinión acerca del origen de la situación y otros apuntes.

Los entrevistados señalaron varios factores que han contribuido al surgimiento del problema anotando temas importantes y sin duda de mucho peso en el paquete de causas que han ocasionado el derrumbe en que está Colombia; pero fueron insuficientes en las apreciaciones sobre uno de los fenómenos que más incide en el origen y sostenimiento de la corrupción en el país. Sólo tangencialmente se refirieron a la cultura política que constituye partícula esencial en el núcleo de factores determinantes del degeneramiento institucional que hoy impera en la conducta ciudadana.

La doctora Ibáñez metió el dedo en la llaga cuando se refirió a la prevalencia del interés particular por encima del interés general y el bien común, que es la esencia de la cultura política actual. Mockus citó la cultura y Uprimny es más detallado cuando habla de la “cultura de la viveza” como soporte de la conducta social. Pero no llegaron a clarificar el mecanismo que vemos ordinariamente en la gente del común. Se ha reducido la política simplemente a la acción electoral y se ha condicionado en la mayoría de votantes, a sufragar con base en el interés personal y cortoplacista, sin considerar los efectos del voto en el campo de lo público como interés general que nos compete a todos.

Si el fenómeno es de origen cultural, es importante considerar el proceso social educativo, como mecanismo que arranca en la familia y se complementa en el aparato educativo. Mockus y Arango hablaron del sistema educativo y su incidencia en el tema de la corrupción; pero en la realidad surge la pregunta de si quienes diseñan las políticas públicas están interesados en un enfoque que ataque la corrupción, cuando, precisamente, las élites de poder de hoy, sustentan su posición en ella misma. Si se acaba la corrupción se derrumban las elites de poder. Lo que vemos a diario, es que son los corruptos quienes manejan el Estado y ellos no van a adoptar medidas que destruyan su propio mecanismo de poder.

De todas maneras, es importante que se despliegue una cruzada desde distintos ángulos en contra de esa patología social y principalmente en el campo académico, sede de los entrevistados, para que se promueva la investigación y el conocimiento profundo y técnico del fenómeno con miras a encontrar una salida que en todos los casos debe partir del conocimiento real y objetivo de la génesis de la corrupción. 

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