Uno de los
motivos de las marchas del domingo pasado fue la reforma tributaria que como se
ha dicho, viene redactada desde Washington, tal como ocurrió en 1993 cuando
desde allá llegaron redactadas las leyes que desarrollaron la Constitución del
91. O sea que fue en vano el trabajo que realizó la llamada comisión de
expertos que en diciembre pasado presentó el informe al gobierno y que causó
revuelo por su propuesta de elevar el IVA al 19 %. Ante el barullo, Santos
salió por los medios a decir que no había de qué preocuparse porque eso era
simples recomendaciones, que habría otras propuestas y que el gobierno no había
tomado decisiones al respecto. Pero no dijo que desde los órganos de poder
multilateral se impondría el esquema que regirá la tributación en los próximos
años.
El cuento
que se ha difundido se refiere a una supuesta reforma estructural lo cual es
una falacia; pues eso era posible cuando la política fiscal tenía el enfoque
clásico y se utilizaba como instrumento para financiar la estrategia de
desarrollo nacional. Pero ahora eso no existe. Ahora simplemente se trata de
asegurarle al capitalismo financiero internacional que habrá recursos para
pagar cumplidamente el servicio de la deuda. Así que si nos asustamos con la
propuesta de los neoliberales de Fedesarrollo, ténganse duro para lo que vendrá
desde el exterior.
El
procedimiento es sencillo: se proyecta el costo del servicio de la deuda según
los papeles que el gobierno ha colocado en el mercado de capitales con sus
fechas de vencimiento; se proyecta los ingresos corrientes que en el futuro
próximo estarán afectados por los precios del petróleo, del dólar y otros
factores, como es la disminución de la base gravable por efecto de la recesión. Hay que dejar recursos para los pagos
obligatorios como las pensiones y el funcionamiento del Estado y algo para la inversión
que es de donde la corrupción saca su tajada o la mermelada que también le
dicen. Ahora sí, exoneración de impuestos a los ricos, principalmente a los
propietarios de capital de especulación que ahora les llaman inversionistas y
el dinero que falta cobrarlo a los pobres mediante los impuestos indirectos
como el IVA.
No
hay que hacerle el reclamo a Santos porque dijo cuando estaba en campaña que no
subiría los impuestos; donde manda capitán no manda marinero. Existen fuerzas
de poder internacional que están por encima de las autoridades nacionales las
cuales ahora están en alerta máxima desde que ocurrió lo de Grecia con el
servicio de la deuda y por eso cuidan milimétricamente el manejo fiscal de los
países deudores; y peor aún, ahora que la economía de USA y de la Unión Europea
afrontan situaciones inestables que ponen riesgo los capitales rentistas de
manera que a pesar de las marchas y las protestas que se realicen en todos los
lados, no podemos evitar que llegue la hora de la reforma tributaria.
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