Hace
un año por estos mismos días, escuchábamos al gobierno y principalmente al
Ministro Cárdenas, vociferar por los medio de comunicación que Colombia estaba
blindada y que por lo tanto los fenómenos de la economía mundial que por el año
2014 tuvieron manifestaciones preocupantes para los capitalistas de Estado
Unidos y Europa, no afectarían la economía nacional, así que los ricos con sus
recursos en el país no debían preocuparse. Se ufanaba Cárdenas, de que la política
macroeconómica orientada principalmente por el Banco de la República,
independiente y autónomo, sumada a una política fiscal cautelosa que controlaba
el endeudamiento en concordancia con los recaudos tributarios, sería los
principales medios para asegurar los buenos vientos en 2015, o sea el año que
está terminando. Por supuesto, sólo él creía en ese supuesto blindaje, ya que
esta economía no es una isla en el concierto internacional y por el contrario,
las fuerzas externas son factores determinantes del acontecer nacional.
Hoy,
transcurridos 365 días, vemos que la fiesta de Cárdenas no resultó tan buena.
Claro, a él le siguen dando el galardón de “mejor ministro” porque paga
cumplidamente los intereses y el principal a los especuladores internacionales
del dinero poseedores de papeles del gobierno colombiano, aunque acá en el
interior todo esté quebrado, pero el conjunto de la economía muestra
situaciones que crean preocupaciones para el 2016.
La
caída del precio del petróleo afectó notoriamente los ingresos fiscales; el
aumento desproporcionado del precio del dólar golpeo los egresos del Estado por
aumento del servicio de la deuda. La devaluación no incrementó las
exportaciones y por el contrario, elevó los costos de un aparato productivo
altamente dependiente de las importaciones; la inflación supero con creces las
expectativas del banco central; el desempleo volvió a mostrar sus efectos
sociales negativos y el déficit fiscal sobrepaso los cálculos como porcentaje
del PIB. A esto se le suma que los ricos se siguen quejando por los tributos y
piden que se elimine el impuesto al patrimonio y se incremente al gravamen a
los pobres, tal como lo recomienda la Comisión Tributaria que propone subir el
IVA al 19 %, es decir poner la carga en los hombros de los pobres, cosa que
agravaría más la situación, no sólo social, sino también al conjunto de la
economía porque esta filtración reduciría la demanda agregada y esto traería
efectos recesionistas. Si fuera que el aumento de los ingresos del gobierno se
convirtiera en mayor inversión o en mayor gasto de funcionamiento, los efectos
en la demanda agregada no serían tan graves; pero lo cierto es que los aumentos
en el ingreso fiscal se trasladan al servicio de la deuda y la mayor parte se
fugan hacia el exterior.
Ahora
no se sabe qué ira a decir el gobierno ante la grave situación que afronta la
economía colombiana y principalmente las finanzas públicas, que justifica con
la baja del precio del petróleo y el aumento del precio del dólar; pero si las
medidas de política económica hubieran sido diferentes desde hace varios años,
probablemente los efectos no serían los mismos. Sobre todo, si se hubieran adoptado
una política macroeconómica apropiada y se hubiera corregido las fallas
estructurales que posee la economía, el pueblo no se estaría alistando para
recibir el golpe del nuevo año.
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