miércoles, 29 de abril de 2015

OTRA VEZ A LOS CAMPESINOS

Hace más de medio siglo, les tocó llevar del bulto a los campesinos. Los pobres por supuesto; porque los terratenientes casi no se perjudicaron, cuando desde la CEPAL se introdujo en Colombia el denominado modelo de desarrollo de “Industrialización por sustitución de importaciones”, que no era, ni más ni menos, que la llegada de las empresas multinacionales principalmente de USA, a disfrutar del mercado nacional debidamente protegido por el Estado, quien además, suministraba la infraestructura, los servicios complementarios a las empresas y también era socio en la inversión de riesgo. Fue la época en que se gestaron cuatro factores propicios para el desarrollo del caldo de cultivo que profundizó la violencia en el sector rural, que hoy todavía el país padece: privilegio estatal del sector industrial con el consecuencial abandono del sector agropecuario; amaño de la vocación guerrillera que existía desde años atrás formada por los grupos liberales; ilustración del ejemplo del caso cubano y concentración de la inversión urbana en cuatro ciudades a conveniencia de las multinacionales. Obviamente, pasados los 20 o 30 años de la vida útil de la inversión fija, ya terminado el retorno del capital y modificadas las condiciones de la economía mundial que dieron origen al modelo neocolonial, las empresas extranjeras se marcharon y al país sólo le quedó el desempleo y la violencia rural.

Ahora, en el segundo decenio del presente siglo, ante el afán del gobierno Santos de meter a Colombia en el club del capitalismo salvaje, vino al país una misión de la OCDE y después de dos años de análisis, el señor Ken Ahs de esa organización presentó el informe de recomendaciones o sea de las medidas que el sumiso y arrodillado gobierno colombiano debe aplicar, si es que quiere que le den entrada a ese selecto grupo de países que mucho beneficio les produce a los ricos especuladores internacionales del dinero.

Por supuesto, las acciones que recomienda la OCDE no son pensando en los intereses de los campesinos, sino en las conveniencias del capitalismo financiero internacional, por lo cual la política rural que de ese paquete se desprende no es ni más ni menos, que la fuerte penetración del enfoque neoliberal al campo colombiano. Paquete de medidas que no responde de manera consecuente y pertinente a los requerimientos y condiciones específicas de la realidad nacional, sino a las recetas internacionales que se acomodan a la disminución del gasto público, al aumento de los ingresos fiscales y al mejoramiento de las condiciones para que las multinacionales lleguen a explotar para su beneficio, nuestros recursos naturales. Como cambió el sistema económico mundial y con ello la realidad del mundo, también tiene que cambiar el sector rural para lo cual se deben adoptar las fórmulas que después de medio siglo, nuevamente darán duro golpe, otra vez a los campesinos.  

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