En los eventos
académicos, los comentarios de prensa, en la opinión pública en general, se ha
repetido que la paz no es producto automático del cierre de la negociación en
La Habana, sino la construcción colectiva del clima de convivencia armónica y
pacífica entre toda la multiplicidad de actores sociales mediante un proceso
que inicia en la familia y se extiende al barrio o vereda, la comuna o
corregimiento, el municipio, el departamento, la región, hasta lograr el
agregado nacional.
Hoy dice la carta
del Cardenal Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, que “La construcción de la paz es un proceso
complejo, que no se agota en espacios o en planes de corta duración” y más
adelante agrega que “Hay que forjar la
paz desde quienes viven la marginalidad y la pobreza extrema, desde quienes no
son incluidos en la sociedad.” y complementa el análisis señalando que se
debe “luchar sin descanso contra toda
forma de injusticia, de inequidad, de corrupción, de exclusión, males que destruyen
la vida misma de la sociedad.”
Todo esto significa
que la construcción de la paz no debe comenzar después de hacer acuerdos con
los grupos guerrilleros, sino que debe comenzar desde ya, impulsada por quienes
tienen la gran responsabilidad de liderar los procesos sociales. Este año se
presenta la coyuntura apropiada para tal fin, con la elección de los
gobernantes territoriales, por lo cual se espera que sus protagonistas
demuestren su voluntad de paz cambiando su conducta en pro de la construcción del
clima de convivencia armónica entre todos los actores. Se necesita que los
gobernantes territoriales abandonen su maniática y aberrada costumbre de
pretender dejar herederos en el puesto de gobierno y que muchos congresistas
dejen también el vicio de tratar de imponer los del período siguiente, al
estilo de los padrinos de la mafia, para mantener su poder. Es un clamor
ciudadano que pide a gritos la necesidad de cambio en las costumbres políticas,
pero que los directos responsables no escuchan.
Los hechos de paz no son simples declaraciones a la
prensa, sino la demostración con sus acciones que se está contribuyendo a crear
las condiciones favorables al ámbito de convivencia, respetando el cumplimiento
de los fines esenciales del Estado tal como lo determina la Constitución
Política. La dejación de las armas por parte de la guerrilla es una muy buena
contribución al proceso, pero más que los guerrilleros, quienes tienen la gran
responsabilidad en la construcción de la paz son los gobernadores y alcaldes conjuntamente
con los congresistas, quienes tienen en sus manos la operación del régimen
político y que para bien del futuro colombiano, sería muy bueno que si han
hecho caso omiso a la opinión pública, hoy, por lo menos, deberían escuchar la
voz del Vaticano.
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