Más temprano que tarde, el modelo de globalización
financiera que ha impuesto el Capitalismo Rentista hace ya más de un cuarto de
siglo, se vendrá abajo, como se puede deducir de los síntomas que comenzaron en
el 2008. La economía se está inflando con un desbalance desproporcionado entre
el sector real que cada vez se seca más y el sector monetario con un crecimiento
acelerado en papeles sin el necesario respaldo en el campo de los bienes y
servicios, lo cual, antes de lo previsto ocasionará el estrangulamiento total.
Por supuesto, Norteamérica y Europa que han sido los más beneficiados de la
actual modalidad de capitalismo, serán también los más perjudicados.
Cuando toque fondo el capitalismo mundial, será
necesario volver a construir un modelo de acumulación, que por supuesto, no
será igual al capitalismo industrial del neocolonialismo que la red de
multinacionales impuso hace más de medio siglo, por lo cual Norteamérica y
Europa no tendrán los medios para recuperar la economía mundial en beneficio de
la humanidad. Será entonces cuando África y Latinoamérica, pero principalmente
esta última, aprovechando sus recursos naturales y la biodiversidad, tendrá la
oportunidad de ofrecer al mundo un nuevo modelo capaz de revitalizar la
economía.
Es ahí donde la cultura indígena tiene el gran
potencial. Se requiere un modelo dentro del estilo de desarrollo alternativo
que se contraponga al Estilo Ascendente que impera hoy montado sobre los
patrones culturales de Europa y Norteamérica. Un Modelo basado en patrones
autóctonos que permita alcanzar el mejoramiento de las condiciones de vida de
toda la población, inclusive la de los continentes de marras, sin el
sometimiento ideológico de la globalización cultural y sin la dependencia tecnológica
que nos amarra con los lazos del exagerado consumismo.
Por ello es razonable ir pensando desde ya en la
misión futura de las comunidades indígenas latinoamericanas, para lo cual se
requiere que se vayan dando los cambios pertinentes; por un lado, que las
comunidades indígenas cambien su postura y por otro lado sus dirigentes. Su
postura evitando un enfoque racista que defienda sus intereses particulares por
encima del interés público y el bien común y por otro lado unos dirigentes que
eviten el dogmatismo sectario y se proyecten con sentido amplio en el contexto
del compromiso histórico frente a toda la comunidad con sus características de
diversidad y heterogeneidad, entendiendo la dialéctica de la historia y el
desenvolvimiento de fenómenos sociológicos derivados de las nuevas situaciones
del mundo, para así poder contribuir a sentar bases que aporten en el postderrumbe
del modelo global.
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