miércoles, 28 de agosto de 2013

LA PERSONA DEL PRESIDENTE COLOMBIANO

Si hoy fuera el presidente Mockus o el mismo Uribe, la situación social de descontento y protesta sería igual, como lo advirtió la columna publicada en El Liberal el 25 de diciembre de 2008 con el título “Mejor que se quede Uribe”. Cómo será la magnitud del golpe que ha recibido el aparato productivo nacional y principalmente los sectores primarios, que un pueblo tan conformista, resignado y pasivo como el colombiano, que a pesar de nuestra cultura violenta siempre ha tenido gran capacidad para soportar las políticas de desarrollo impuestas por los poderes internacionales con la complicidad de la oligarquía bogotana, que hoy está levantado pidiendo a gritos dignidad. Por ello, no es posible que sea Santos el único culpable; una herida de esa proporción, es el resultado del acumulado de muchos años.

Si queremos encontrar un presidente culpable, entonces ese es Cesar Gaviria. Fue allá cuando se crearon los mecanismos estructurales que hoy están destrozando el aparato productivo con la afectación más grave a los pequeños productores. Fue en los años noventa cuando se sembraron las semillas de la crisis que hoy vive la economía colombiana. Pero imputar la causa a un presidente significa correr el riesgo de desviar la atención sobre el verdadero motivo y en consecuencia, también desviar la solución. Si la causa es un presidente, blanco es y la gallina lo pone: la solución es entonces cambiar la persona del cargo y eso conlleva a dejar las cosas tal como están.

La coyuntura es apenas oportuna. Es la oportunidad de formula un proyecto político que recoja las propuestas de las distintas movilizaciones y ensamblar un programa político que conduzca a la solución de fondo de los problemas nacionales, donde se incluyan políticas fiscal, monetaria y cambiaria; estrategia contra los TLC, política agraria apropiada y todas las demás que respondan a los factores que están deteriorando el aparato productivo. Un proyecto político que luego sea representado por un personaje o candidato, pero no al revés, como podría suceder si se sigue pensando que la culpa es de un presidente.

El presidente es necesario, pero no como un fin sino como un medio para ejecutar una propuesta política, que justamente no será gestada en los partidos tradicionales, sino en la dirigencia de las masas que por fin ha tomado conciencia y se están movilizando los grupos de pequeños productores y empresarios. Es hora de profundizar en el contenido político de las campañas y de comprender los efectos del modelo económico impulsado por las fuerzas de poder internacional, cuyo máximo exponente son los fondos de inversión con sus protectores el BM y el FMI y de bajar el peso de la persona del presidente colombiano. 

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