La culpabilidad de la descertificación de Popayán
para manejar sus recursos de agua y saneamiento la están echando al Jefe de
Planeación en la persona de Carlos Horacio Gómez.
Si bien es cierto los funcionarios pasan y las
instituciones quedan por lo cual la responsabilidad es del cargo y no de la
persona, razón por la cual la actual administración no se puede lavar las manos
con el argumento que fue por omisiones de pasados gobiernos, también es cierto
que los aciertos o errores en las organizaciones no son de las personas sino de
los procesos.
Lo que ha fallado no es el Jefe de Planeación,
como cargo, sino el proceso de planificación corporativa de la administración
municipal. La ley obliga a que las entidades del Estado se soporten en el
modelo de operación y este debe ser basado en procesos. Las entidades
territoriales tienen dos procesos de planeación: uno de clase estratégica y
otro de clase misional; pero por lo general, en estas entidades no se muestra
claramente la separación de los dos y la confusión creada permite que el
proceso misional oculte al corporativo.
La elaboración de informes sobre manejo de
recursos es una actividad inherente al proceso de planificación corporativa,
por lo cual lo ocurrido en la Alcaldía de Popayán muestra que se están violando
las normas de los decretos 1537 de 2001, 1599 de 2005 y 4485 de 2009, entre
otros. Pero de esto a decir que la culpa es de Carlos Horacio Gómez, hay mucha
diferencia.
Claro, la actual administración debió corregir las
fallas existentes en los procesos, una vez aprobado el plan de desarrollo. Es
decir, ha transcurrido un año desde que el plan está en vigencia y no se han
realizado las modificaciones en el modelo de operación y la estructura
orgánica, por lo cual seguirán apareciendo errores y probablemente otras nuevas
consecuencias negativas para la gestión pública municipal, aparecerán de no
corregirse las deficiencias de fondo o estructurales que hoy afectan el
andamiaje de la administración.
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