Con el rumor de que se cambiará el régimen de
vinculación laboral del personal de las instituciones prestadoras del servicio
de salud, ya se escuchan las quejas y lamentaciones sobre sus efectos,
afirmando que será catastrófico para estas empresas porque no aguantarán la
carga del gasto y caerán en crisis financiera.
Los quejumbrosos, o desconocen o se olvidan, que
las empresas sociales del Estado no están en mal estado financiero por culpa de
los gastos del personal, sino que existen múltiples factores que contribuyen a
la mala situación. Los servicios no se pueden prestar con máquinas por cuanto
su esencia es el contacto personal entre servidor y cliente. En cambio existen
otros fenómenos que tienen mayor incidencia en el problema, como la
sobrefacturación en la compra de medicamentos e insumos que está enriqueciendo
a los proveedores y a los corruptos, la ineficiencia en la gestión de los
recursos, el incumplimiento de las normas del sistema operativo, la falta de
mecanismos de autocontrol, la carencia de estrategias de marketing de
servicios, los rezagos del modelo burocrático, los vicios de la politiquería,
etc. etc.
La clave en las empresas de servicio radica en la
adecuada política de gestión humana, más cuando el servicio es de carácter
público. Lo que se debe hacer es aplicar correctamente el paradigma de la
gerencia pública tal como lo exige la ley, abandonar, precisamente, el modelo
de “gerencia reactiva” que se asusta con los gastos de personal, para adoptar
el modelo de “gerencia del valor” ampliamente conocido, introducir los principios
de marketing de lo público y en general todos los elementos de la gestión
eficaz y efectiva.
Antes, la queja era la del mal trato al personal,
en quien radica la calidad de la prestación de los servicios; ahora la queja es
porque se les va a mejorar la modalidad de vinculación, lo cual significa que
quienes se oponen a este cambio están buscando la fiebre en la sábana, negando
la realidad de los errores en el manejo de las empresas prestadoras de salud y
de paso, desconociendo la existencia de
conceptos creados precisamente, para avanzar en la transformación de las
viejas costumbres administrativas, que el régimen político permanente alimenta para
beneficio de los politiqueros y que se traduce en el mal servicio para los
usuarios. Las críticas pesimistas se basan más en factores culturales de
resistencia al cambio, que tanto criticó Peter Senge, que en argumentos
objetivos sobre la realidad financiera de los organismos de atención en salud,
por lo que constituye una manifestación de que se trata es de dar palo porque
no bogan las ESE.
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