lunes, 21 de febrero de 2011

LAS PISADAS DE ANGELINO

Luis Carlos Villegas, el parlante de los empresarios del gran capital, que líder no parece, pero que cuando la prensa bogotana le pone el micrófono en la boca, vocifera de todo y por todo pontificando sobre lo divino y lo humano, las más de las veces diciendo babosadas, pero siempre en concordancia con las posiciones políticas de la extrema derecha, que se caracterizan por la defensa del gran capital, ahora está disgustado por culpa de Angelino Garzón. De la manera más irrespetuosa trató la institucionalidad que encarna la Vicepresidencia y afirmó que había que aclarar si Angelino es llanta de repuesto o freno de mano del Gobierno, sin precisar si freno de mano es defender los intereses populares.

Angelino fue un gobernador bastante regulimbis en Valle y como dirigente sindical dejó ver posiciones ambiguas; pero en el seno del gobierno no ha sido convidado de piedra frente a situaciones y temas de gran trascendencia para el país. Estábamos acostumbrados a que el Vicepresidente era figura decorativa y el de Uribe un pintoresco personaje tropical de corte macondiano más que un servidor público de alta jerarquía, por lo cual ahora que Garzón está metiendo la cuchara, al país le causa extrañeza.

El Presidente Santos ha demostrado que es sensato, conciliador y pragmático e igualmente que tiene ideales liberales. Por eso acepta correcciones sin la rígida terquedad de su antecesor. Santos es un destacado miembro de la oligarquía bogotana de quien los empresarios esperaban que fuera su títere y que, como Uribe, siempre acomodara sus decisiones para darles gusto; pero se han encontrado un hombre diferente, que privilegia la sensatez antes de la defensa de clase.

Desde antaño, Angelino ha sido piedra en el zapato de los empresarios. Le tocó confrontar con ellos cuando se trataba de asuntos laborales y era dirigente de lo que para los capitalistas es el demonio, como ven el sindicalismo. Ahora está en alta dignidad del gobierno y para ellos es un dolor de cabeza. Se han alejado de Santos y siguen añorando a Uribe que fue su marioneta incondicional. Pero atacar a Santos es nada más y nada menos que ir en contra de un representante de la oligarquía bogotana que durante dos siglos ha manejado este país a su antojo.

Es cierto que el vicepresidente debe acomodarse mejor al ordenamiento institucional del país, pero también es cierto que los intereses populares necesitan de un abogado que manifieste sus intereses, aunque el gran capital se incomode con las pisadas de Angelino.

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